En esta ocasión, la cosa no fue tan traumática como parece... :-P Ya que en nuestro nuevo destino, Tuxtla Gutiérrez, la capital del estado de Chiapas, nos esperaba nuestro amigo Benjamin, que como ya comenté en el último post conocí durante la etapa por Jordania. Con él no sólo nos esperaban 7 días de descubrimiento de Chiapas, no sólo nos esperaba una mansión increíble en la que alojarnos, sino además una familia que nos acogió como amigos de siempre, una hospitalidad de esas que no ve el horizonte, un amor y un cariño que convirtieron esta etapa en algo realmente especial.
Ewe y Benjamin en la maquinota que nos llevó a descubrir Chiapas
Nuestro HOGAR durante la estancia en Tuxtla
Para el primer día de visita por la zona, Benjamin nos tenía preparado uno de los platos fuertes de la etapa mexicana y de todo aquel que visita México: el cañón del sumidero. Es un cañón impresionante, de lo más bonito que he visto nunca, con acantilados que llegan hasta los 1000 metros y pudiendo ver a lo largo del recorrido en lancha originales formas rocosas, caídas de agua con efecto mágicas, fauna variada...
Para empezar a abrir boca y crear expectación, Benjamin primero nos llevó a unos miradores desde los que puedes empezar a hacerte una idea de la magnitud del cañón, aparte de tener la posibilidad de ver algunas aves rapaces. Pero como muy bien nos dijo Benjamin, hasta que no estás abajo no percibes lo que de verdad el cañón te puede ofrecer.
Cañón del Sumidero desde uno de los miradores
La excursión por el curso del cañón se hace en lanchas con otras 20 personas aproximadamente. Aunque hay varios puntos para empezar el recorrido, por recomendación de Benjamin fuimos a un pueblo llamado Chiapa de Corzo, ya que desde ahí son más baratas las excursiones. Pero antes de adentrarno por las profundidades del cañón, ya teníamos esperándonos a los primeros protagonistas del día, dos lindos animalitos muy simpáticos y dulces posando como modelos para deleite de las cámaras.
Dos simpáticos cocodrilos guiándonos en la excursión por el cañón
Y después de la zona más exótica, comenzaba la más sobrecogedora, navegando rodeados por interminables paredes de roca, creando uno de los mejores regalos para la vista. Quizá haya otros cañones en el mundo igual o más impresionantes, en nuestro caso eramos primerizos, y como la primera vez... no hay nada.
Entrada al cañón
Cañón del sumidero
Roca en forma de caballito de mar
Cañón del sumidero, el árbol de Navidad
Agua cayendo por el árbol de Navidad
Peeeero, como ya estaba siendo demasiado habitual por tierras mexicanas, toda imagen bella tenía su sombra que la oscurecía en cierta manera. En este caso, siguiendo con lo comentado en el post de Campeche acerca de la suciedad que se suele ver por las calles, es inevitable que con las lluvias esa basura vaya a parar a lugares tan bonitos como el cañón.
La otra cara del cañón del sumidero
Nos es sumamente dificil comprender este grado de incosnciencia por parte de la sociedad, y no sólo me refiero a la sociedad mexicana, sino a la sociedad en general. Ya que ahora hablamos de México porque nuestro viaje se está desarrollando aquí, pero fácilmente podríamos hablar en este sentido de cualquier parte del mundo, ya sea en forma de consumo irresponsable de los recursos naturales, explotación animal... Parece que nos olvidamos que todo lo que necesitamos para vivir nos lo da la tierra, que la tierra estaba aquí mucho antes de que el ser humano apareciese, por lo que puede sobrevivir perfectamente sin el ser humano, pero el ser humano no podría sobrevivir sin ella... A ver si poco a poco vamos dejando de echarnos piedras sobre nuestros propios tejados.
Tras quedarme a gusto con este breve inciso, tocó poner punto y final a esta maravillosa experiencia paisajística, y qué mejor que celebrarlo con una rica michelada comprada en una improvisada taberna flotante con camareros de las comunidades cercanas.
Michelada para celebrar la experiencia
El pobre Benja y su compi de viaje poco habladora
Ya acabada la excursión, y antes de poner rumbo hacia Tuxtla, paramos en Chiapa de Corzo a comer una ricas quesadillas de nopal (cactus, ¡sin espinas eh!), dar una vueltecilla y así aprovechar a probar una de las bebidas típicas de la zona, el pozol de cacao, una especia de batido de maíz caliente con cacao. Explicado a mi modo, un batido de palomitas con chocolate...jeje. Eso sí, ¡delicioso y muy nutritivo! Además, el pueblo se estaba preparando para las fiestas que empezaban en unos días, por lo que había un ambiente muy bonito.
Chiapa de Corza preparada para la fiesta
Vestidos chiapanencos
Pozol de cacao
Hasta aquí llegó el primer e intenso día en compañía de nuestro inigualable guía Benjamin. En los próximos días días aún nos esperaban grandes aventuras en forma de rituales con animales, ciudades bohemias... Dadme un tiempecillo para cocinar el post y en unos días lo tendréis recién sacadito del horno. ¡Un abrazoo!
"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol". Martin Luther King
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