Esto ya se estaba convirtiendo en algo
habitual durante el viaje. Un día te pones a organizar las próximas aventuras: “Perfecto, vamos 3 ó 4 días a Mérida, así visitamos la
ciudad, Chichen Itzá y Uxmal, y después ya ponemos rumbo hacia
Campeche”, pero enseguida los planes se van abajo, bueno, ¡arriba
mejor dicho! Nos gusta ser consecuentes con los objetivos que nos
planteamos para esta aventura, y el principal siempre ha sido hacer
lo que de verdad sintamos que queramos hacer en cada momento,
evidentemente es necesario cierto grado de planificación, pero nos
encanta comprobar cómo si es la voz de nuestro corazón la encargada
de esa planificación, las experiencias que vamos viviendo y las
personas que conocemos hacen de cada día un momento único.
Así que finalmente la etapa por Mérida
duró 7 días, principalmente por tres motivos. El primero fue
conocer a nuestro couchsurfer durante esos días, Kike, un ser
maravilloso, enérgico, divertido, hospitalario, con los brazos
siempre tan abiertos como para abrazar a toda persona que pase por su
vida, sin agotar nunca el espacio.
De comida con nuestro querido couchsurfer Kike
Está claro que cuando alguien te aloja
en su casa, y más sin conocerte, no tiene ninguna obligación, ni
darte comida, ni llevarte a los sitios... Pero con Kike sentíamos
que cualquier situación que surgiese, cualquier problemilla que
tuviésemos, él estaría ahí para hacer todo lo posible por
ayudarnos. Desde llevarnos en coche a comprar lo que necesitásemos,
llevarnos la ropa a la lavandería, llamar a un médico amigo suyo
por un problemilla que tuvimos, en cuestión de minutos convencer a
un amigo músico para que se traiga unos instrumentos y montásemos
un mini-concierto...
Patrick, Ewe e Iván en pleno concierto
Una de las cosas que estábamos
seguros que comprobaríamos durante este viaje, es que el mundo no
está tan mal como nos hacen creer, las personas no somos malas por
naturaleza. Cada día conocemos gente que nos demuestra todo lo
contrario, que si tienes una actitud sincera, positiva, desde el
corazón con el resto de personas, ellas harán de espejo y
reflejarán todo lo que les transmitas. Y si hay situaciones en las
que esto parezca no producirse, será porque no estamos transmitiendo
sinceridad real, o quizá la otra persona tenga el espejo algo sucio
y necesita ella misma limpiarlo antes de poder reflejar hacia otras
personas.
Ufff... con tanto rollo ya me pierdo de
lo que estaba contando... ¡Ah sí! Los motivos de habernos quedado
más dias por Mérida. El segundo motivo fue la propuesta que nos
hizo Kike para pasar la Nochebuena con su familia, que unido a lo
comentado en el párrafo anterior, fue una oferta que no fue
necesario pensar mucho. Nuestra intención era pasar esa noche con
alguna familia mexicana que nos acogiese, pero aunque el plan inicial
era haber estado esa noche en otro pueblo, la buena sintonía con
Kike, y seguros que ello era en parte por herencia genética, provocó
el cambio de planes.
Fue una Nochebuena típicamente
mexicana, y contando además con la compañía de dos nuevos
couchsurfers que se alojarían también en casa de Kike, Niel de
Barcelona y Patrick de Canadá, con los que pasamos muy buenos
momentos, conversaciones, risas... La velada comenzó preparando la
piñata, costumbre muy extendida en México para la noche del 24,
habían alquilado un equipo de sonido con karaoke, la comida ya
preparada iba llegando... ¡esto prometía!
Llenando la piñata. De izquierda a derecha: Iván, Patrick, Ewe y Niel
Pero antes de que empezase a llegar el
resto de la familia de Kike, por petición de los invitados foráneos,
representamos otra de las costumbres de los días previos a la
Navidad mexicana, la Posada. En la Posada, se representa cómo la
noche del día 24 de Diciembre, María y José fueron de casa en casa
pidiendo un lugar donde refugiarse y que María pudiese dar a luz, o
lo que es lo mismo, iban pidiendo posada. Así, la tradición es que
algunas personas estén de fuera de la casa, junto a la puerta, y el
resto dentro de la casa. Cada grupo tiene un texto para cantar
dividido en estrofas, cantando a turnos cada grupo cada estrofa. Los
que están fuera pidiendo la posada, y los que están dentro haciendo
algunas preguntas, ¡muy auténtico! Después del teatrillo, ya
fueron llegando los invitados, y bueno, a partir de aquí lo habitual
de las celebraciones, copillas con alcohol, alguna cancioncilla en el
karaoke, dar gracias todos juntos por el momento cogidos de la mano,
ponerse fino a comida...
Cena navideña con Kike, su familia, Patrick y Niel
La velada tampoco se alargó demasiado,
hubo gente que se fue yendo a alguna otra fiesta, otras personas que
iban llegando para felicitar las fiestas, pero el alcohol fue
respetable y nadie se tuvo que avergonazar al día siguiente por
nada...jeje.
Y siguiendo con el hilo del post con
los motivos por los que alargamos la estancia por Mérida, el tercero
y último fue algo que tras un tiempecito viajando comenzamos a
comprobar. Siempre hacemos el simil de que viajar es como comer, no
es bueno empacharse. Es decir, son maravillosos los días que pasamos
visitando restos arqueológicos, museos, parques naturales... Pero en
el plan que estamos viajando, cada una de esas experiencias conlleva
ciertas acciones que no solemos contar en el blog por no hacerlo
demasiado largo, como largas esperas de bus, incertidumbre constante
sobre si cogemos el transporte correcto, dónde bajar, cómo volver,
llevar comida. Todo esto, al menos a nosotros, hace que muchos días
lleguemos a casa cansadillos. Y tras unos días seguidos así, es
necesario descansar, no sólo a nivel físico y mental, sino siguiendo
con el simil de la comida, para digerir lo visto durante esos días,
y así que el hambre por ver cosas siga encendido constantemente. Por
todo esto, dedicamos algunos días en casa de Kike para simplemente
digerir, en forma de escrituras, lecturas, relajarnos preparando la
comida, haciendo yoga, simplemente, ESTANDO.
Puede parecer que viajar es algo que
todos llevamos aprendido cómo hacerlo, pero no sólo implica coger
un avión y ver cosas, conlleva unos pasos de preparación, de
búsqueda entre varias opciones, de toma de decisiones constantes,
sobre todo si viajas durante mucho tiempo e intentando economizzar lo
máximo posible. ¡Ojo! No pretendo que esto se convierta en un
queja, todo lo que implica viajar nos encanta, desde mirar por
Internet lugares para visitar, hasta preguntar a la gente local por
direcciones, escribir el blog... Creo que todas estas experiencias
están creando una base para que viendo cómo disfrutamos a tope cada
momento, darnos aún más cuenta que tenemos dentro de nosotros todo
el potencial que necesitamos para hacer cualquier cosa que queramos,
sólo hace falta llegar a ese potencial, descubrirlo, quitar todos
los prejuicios impuestos, todas las capas que no forman parte de
nosotros.
"La mayor enfermedad es la ignorancia sobre nuestro propio potencial". Jorge Iván Carvajal
No veas Iván, al final vas a tener que pedir vacaciones dentro de las vacaciones ;)
ResponderEliminarTe veo con cara de más cansado que cuando estabas en el Middle East Iván... xD
Serás perro Pere! Ya sabes, siempre es buena la variedad. Si te tiras varios días seguidos sin para de ver cosas te puedes acabar cansando, como si cada día tuvieses que configurar el mismo dominio de Virtual Connect! :-P
Eliminar