domingo, 10 de agosto de 2014

Salta, una región maravillosa por su capital y paisajes, ¡pero muy difícil de abandonar!

Para aquellos que tenga ya algún problemilla de memoria, recordemos que nos habíamos quedado en Humahuaca, pueblito encantado que nos sirvió como primer aperitivo de lo que Argentina se guardaba para ofrecernos. Desde Humahuaca, hicimos una breve parada en San Salvador de Jujuy, la capital de la provincia de Jujuy, donde pudimos disfrutar de la primera experiencia de couchsurfing en Argentina, gracias a nuestro nuevo amigo Matías. Apenas pasamos 24 horas en la ciudad, ya que para nuestros ojos, fue simplemente eso, una ciudad con todo lo que ello conlleva. Pero en ese poco tiempo, si que nos quedó marcado el buen trato que Matías nos dió, con quien junto a sus amigos nos lo pasamos de lujo por la noche entre bromas y fernet, y con quien pudimos de nuevo comprobar que la buena conexión con una persona no es cuestión de tiempo, sino de afinidad, respeto y muchas sonrisas sinceras.

Ya desde San Salvador  de Jujuy, sí que pusimos rumbo a Salta, la ciudad que nos acogería durante los 6 próximos días. Nada más llegar al terminal de bus de Salta entradita la noche, nos esperaba el protocolo habitual de nuevo destino, mochilas a la espalda, y a patear para buscar alojamiento. Pero esta vez el destino nos tenía preparada una alfombra roja a la llegada. Al bajar del bus, un chico nos ofrece habitación en un hostal, del cual ya habíamos oído buenas referencias, por un precio decente, incluyendo desayuno, cena, y el transporte en taxi hasta el hostal, sin compromiso... ¡Mmmmhhh! Quizá en Perú o Bolivia hubiésemos sospechado de tan suculenta oferta, pero... ¡qué leches! Estamos en Argentina, demos el primer voto de confianza. ¡Y qué gran acierto! Vale que al llegar al hostal Exxes no tenían habitaciones privadas disponibles, pero el buen rollo que se respiraba, la cálida bienvenida que nos dió la chica de recepción, y bueno, que sabíamos que tarde o temprano en Argentina nos tocaría dormir en dormitorio compartido por el tema de los precios, no lo dudamos mucho y ahí establecimos el campamento base.

La primera noche que llegamos, contagiados por el buen ambiente del hostal, salimos con un ánimo y buena energía como hacía tiempo no sentíamos nada más llegar a un lugar. Ya en esa primera toma de contacto nocturna, la cual no hizo sino mejorar al día siguiente, nuestros ojos fueron obsequiados por una ciudad tranquila, acogedora, con una plaza central, denominada 9 de Julio en honor a la fecha de la independencia de Argentina, considerada con todo merecimiento como una de las más bellas de Sudamérica, ¡y eso que en ese momento por desgracia estaba en obras!

Estatua de Juan Pablo II junto a la catedral de Salta

Zona de la plaza 9 de Julio

Alrededores de la plaza 9 de Julio

Alrededor de la plaza 9 de Julio, se encuentran algunos de los principales edificios de la ciudad, como el Museo de Arqueología de Alta Montaña, la catedral rosada, toda una belleza, o el Centro Cultural América. Y todo ello, adornado con preciosos pórticos que contienen los restaurantes y cafeterías más exclusivos de la ciudad.

Pórticos alrededor de la plaza 9 de Julio

Catedral rosada de Salta

Centro de Cultura América de Salta


Pero si la ciudad de Salta tienen un lugar específico que sea el principal atractivo, al menos por la cantidad de personas que nos recomendaban visitarlo, es el cerro de San Bernardo, una pequeña cima que bien caminando o en teleférico ofrece unas bonitas vistas de la ciudad. Pero mira, parece que esos días nos entró la vena rebelde, y entre que un día intentamos subir y había una cola increíble en el teleférico, y que preferimos disfrutar más de la ciudad entre sus calles que sobre ellas, al final dejamos en la cuenta de "pendiente" lo de subir. Sin embargo, lo que para nosotros sí que fue la gran estrella de la ciudad fue un pequeño paraíso vegetariano conocido como "Chirimoya". Un restaurante donde cada día te ofrecen 5 platos, la mayoría diferentes cada día, escritos a mano en la pared con bonitas y artísticas letras, con unos licuados para llorar cuando se acababan, y una comida que ufff.... Sólo recordarlo y empiezo a salivar. De verdad, en estos casi 10 meses de viaje, uno de nuestros principales paraísos gastronómicos.

Restaurante vegetariano Chirimoya en Salta

Milanesa de berenjena, ¡melodía para el paladar!

Por si a alguno aún no le ha entrado hambre, aquí va una de tacos vegetarianos.

Pero la provincia de Salta no sólo vive de su capital, ni mucho menos. En sus alrededores, sin tener que irse muy lejos, contiene pequeños paraísos que son la delicia de amantes de la tranquilidad y la naturaleza como nosotros. En este sentido, la descripción que nos dieron de Villa San Lorenzo, como un pueblito con pequeñas casas, con mucha naturaleza y un arroyo donde la gente va a pasar el día en familia, fue una golosina que no pudimos rechazar. Creedme, que después de varias semanas siempre rodeados de los secos paisajes andinos, que también tienen su encanto y belleza, uno llega a echar muuuucho de menos los tonos verdes y el olor a hierba, ¡que se note que he crecido en el País Vasco! jeje. La verdad que Villa San Lorenzo era justo lo que necesitábamos. Tal y como nos habían dicho, un lugar de retiro, donde ir a pasear entre sus escasas calles, sus casitas, y sentarte junto al río en compañía de otras personas que escapan de la vida urbana, donde se nota que eres extranjero si no llevas en una mano la bombilla con la yerba mate y en la otra el termo con el agua caliente.


Paseo a lo largo del río en San Lorenzo

Y como última gran experiencia que vivimos en Salta, y no por ello, ni mucho menos, la menos bella, fue el concurrido tour por la Quebrada de Cafayate, ¡toda un joya natural! A medida que paseas por la zona centro de Salta, ves que no son pocas las agencias turísticas que ofertan el tour a la quebrada de Cafayate. Como ya sabréis los que nos seguís habitualmente, solemos tratar de visitar las cosas por nuestra cuenta, y así no estar condicionados por un guía y un grupo atados a horarios. Sin embargo, en este caso, como la visita a la quebrada implica parar en diferentes puntos clave, la opción de transporte público o autostop no la veíamos del todo clara, así que esta vez fuímos dos turistas cómodos más...jeje.

La Quebrada de Cafayate, también conocida como Quebrada de las Conchas, está situada a lo largo del camino que une la ciudad de Salta con Cafayate, en el Valle de los Calchaquíes, un valle de más de 500 km, famoso por su gran belleza y por se habitada en sus orígenes por los indios calchaquíes.  Pero lo que hoy en día hace tan concurrida la quebrada, es por supuesto sus paisajes únicos en tonos rojizos, y por encima de todo una serie de formaciones rocosas creadas por la imaginación de la naturaleza usando la erosión como cincel para elaborar las esculturas conocidas como el Anfiteatro, la Gargante del Diablo, el Sapo, el fraile...

Con las fotitos que habíamos visto y lo que nos habían contado, la excursión de aquel día prometía mucho, tanto que no nos importó madrugar más de lo habitual para estar puntuales a la furgoneta que nos venía a buscar, a pesar de que el guía se hizo bastante lío y fue a buscar a algunos antes de la hora prevista, y a otros más tarde...

Así que ya todos reuniditos en la furgoneta, la mayoría de gente tratando de calentarse mate en mano, comenzamos la ruta del día. Tras hacer una parada técnica para tomar un cafecito y los mejores alfajores hasta la fecha, ya comenzamos la aventura por la quebrada.

Panorámica de la Quebrada de Cafayate

La Ruta 68 que recorre la quebrada

Aunque, por tema de gustos personales, y supongo que porque los dos hemos crecido en tierra de bosques y prados, solemos disfrutar más de la naturaleza de tonos verdes, en este caso, los colores rojizos, las rocas moldeadas por el viento, la arena y el agua, la profundidad del paisaje, lograron mostrarnos una vez más que no sólo existe la naturaleza compuesta por animalitos, hierba, grandes árboles... Sino que todo lo que existe en el mundo, evitando la mano del hombre, es naturaleza, toda ella necesaria, equilibrada y perfecta.

Formaciones rocosas de la quebrada

Los caracoles en la quebrada

Como he comentado antes, a lo largo de la quebrada, existen diferentes hitos en forma de formaciones rocosas curiosas, que sirven de hervidero y punto de aglomeración de las decenas de furgonetas que salen cada mañana desde Salta para hacer el tour. Cada figura natural es diferente, única, ya que la naturaleza no entiende de moldes y repeticiones, pero con merecida fama, hay dos esculturas, o más bien recintos naturales, que destacan por su tamaño y por la impresión que causan al acercarte a ellos, como son la Garganta del Diablo y el Anfiteatro. La primera de ellas, salvando muuuucho las distancias, me transportó a unos meses antes, a la joy de Jordania, Petra, ya que me recordó a la zona del As-Siq, la garganta a través de la que accedes a Petra. En este caso, la Garganta del Diablo es más cortita, con no tanta historia, y con las formas de las paredes menos estilizadas, pero aún así no deja de ser impresionante, y darte cuenta que las esculturas más impactantes suelen carecer de la acción humana.

Entrada a la garganta

Entrando a la garganta

Parte final de la garganta

Y en cuanto al Anfiteatro, como su nombre bien indica, se trata de un espacio semiabierto con forma circular, un espacio con una acústica iincreíble, bien aprovechado por algún músico que aparte de ganarse un dinerito, creaba con su quena y su zampoña un ambiente mágico, en el que cerrabas los ojos, dejándote sumergir por la música que llegaba a tus oídos tras rebotar decenas de veces en las paredes del escenario natural. En este caso, más que un lugar impresionante par el ojo, lo es para el oído y para el Ser que todos llevamos en lo más profundo, por ello, os recomiendo si queréis apreciarlo de verdad, no quedaros sólo con estas fotos, sino visitarlo.

Mezzosoprano a la entrada del anfiteatro

Trobador a la entrada del anfiteatro

 Interior del anfiteatro

Y tras la entretenida excursioncilla por la Quebrada de Cafayate, que si baja de la furgoneta para ver un hito, que si sube, que si vuelv a bajar... Bien nos habíamos ganado un descansito, y qué mejor que en el lindo pueblo de Cafayate, uno de los principales destinos turísticas del norte de Argentina, no sólo por la ya famosa quebrada, sino además por sus vinos, de tipo torrontés. Por lo que en todo tour a Cafayate no puede faltar la visita a una o varias bodegas y la degustación de sus conocidos vinos. Uno que no es muy entendido en la materia, sí que puedo decir que de los vinos que he probado españoles (Rioja, Penedés...), o italianos, los que nos dieron a probar en la desguación en Cafayate, si me dicen que es un Don Simon en botella más o menos me lo habría creído, y eso que si tiene un mínimo de ojo comercial, nos darían a probar lo mejorcito de su bodega... ¡Pero sin ánimo de ofender eh! Que como os digo, uno no tiene el paladar muy desarrollado para la uva...

 
Una de las bodegas

Museo de una de las bodegas

Algunos de los vinos que degustamos

Futura modelo para campaña vinícola

Futuro experto en mirar vasos

Con todo esto, y tras comernos los bocadillos, unos alfajores de postre, y darnos una vueltecita por Cafayate, pusimos fin a la gran jornada natural y vinícola. De vuelta a Salta, con una cabezadita en la furgoneta de por medio, y a prepararse para el día siguiente poner rumbo al siguiente destino. Dejábamos así un lugar que siempre recordaremos, empezando por un hostal que tanto su personal como la cantidad de huéspedes con los que pudimos charlas, (chicas de Mondragón, músicos paraguayos, colombianos, argentinos...), al igual que las experiencias que Salta nos ofreció, hicieron de esos días un gran soplo de aire fresco, buena energía y una ganas enorme de seguir devorando lugares y kilómetros en Argentina. ¡Cómo me gusta este país! :-D

¡Un abrazo!

"La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.". Albert Einstein, científico alemán.

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