martes, 11 de febrero de 2014

Unos días en familia en Bucaramanga


Hasta el momento parecía que la ruta colombiana se estaba convirtiendo en continuos cambios urbanos y rurales. Desde la enorme Bogotá a la tranquila y encantadora Villa de Leyva, y desde ahí a otra gran ciudad, Bucaramanga. Y sabiendo que no somos muy amantes de las grandes ciudades, ¿por qué ir allí? Primero porque nos pillaba de camino en la ruta hacia la costa norte de Colombia, segundo porque a pesar de ser una ciudad habíamos recibido muy buenas referencias sobre ella, en plan que era muy acogedora y tranquila, y tercero porque habíamos encontrado una pareja de couchsurfers que nos darían alojamiento, y tras varias semanas sin disfrutar de la experiencia Couchsurfing ya teníamos mono, sobre todo siendo la primera en tierra colombiana.

En Bucaramanga nos esperaban Belinda y Julián, una pareja chileno-colombiano-australiana, y su cacatúa Aquiles, a la que es entrañable ver cómo cuidan, tal y como si fuese su propio hijo.

¡¡Os presento a Aquíles!!

Ellos viven en una zona que se llama Floridablanca, básicamente residencial, con grandes edificios a moo de urbanización con sus piscinitas, barbacoas... Y nuestros anfitriones no iba a ser menos, así que ya desde el primer día nos esperaba una jornada de marqués, piscinita, tomar el sol, cervecitas, comida y buena compañía con Belinda, Julián y gran parte de su familia y amigos.

Duro día de piscina...

Además, pudimos aprovechar el día, mientras fuímos a buscar la comida, para visitar el cercano municipio de Girón, con un centro histórico muy bonito, de esos con casitas pequeñas, blancas, la plaza del pueblo con la iglesia que nunca falta, ancianas acosándote para leerte la mano a cambio de unas monedas...


 En la plaza de Gerón con Casandra, Belinda y Áquiles en su mano, y Julián



Calle del centro histórico de Girón

Para el día siguiente, Domingo, y teniendo en cuenta que la noche anterior se había alargado no sabemos si por intoxicación del cloro de la piscina o por efecto cervecero, decidimos pasar otro día de piscina para salir de la duda... :-D Pero el destino nos tenía preparado otro plan, y es que uno de los lugares que nos habían recomendado visitar por la zona, el parque natural de Chicamocha, únicamente abría de Miércoles a Domingo, y como pensábamos irnos el Martes, no nos quedó otra opción que ir a verlo ese día. Así que junto con Casandra, otra couchsurfer mexicana que estaba pasando unos días con Belinda y Julián, llegamos al teleférico que te lleva hasta el parque, no sin antes tener ciertas dificultades para llegar, tomando un taxi desde Bucaramanga hasta un pueblo llamado Piedecuesta, después un bus hasta un cruce a 8 km del teléferico, y finalmente un coche que nos paró haciendo autostop, conducido por un simpatiquísimo hombre que incluso nos invitó a parar unos kilómetros antes de la llegada al teléferico para que tomáramos fotos desde un mirador, mientras él nos esperaba. En la siguiente foto tomada desde el mirador, si os fijáis bien, en la parte inferior por la derecha se pueden ver los postes blancos por los que va el teléferico para ir hasta el otro lado del cañón, donde está el parque de Chicamocha.

Mirador de Chicamocha

Respecto al resto de la visita, únicamente destacar el viaje en el teleférico, que aunque iba siempre a pocos metros del suelo, te regalaba unas vistas muy chulas del cañón.

Bajando en el teleférico de Chicamocha

En el valle del cañón de Chicamocha

Un par de días después, por recomendación del excursionista Julián, fuimos con su breve compañía a hacer una caminata por un monte cercano a su casa. Digo que su compañía fue breve porque a los 15 minutos de comenzar a andar, tuvo una llamada para hacer una entrevista de trabajo por Skype así que se tuvo que ir pitando para casa. Sobre el lugar en el que hicimos la caminata nada especial a destacar, a excepción de un pequeño riachuelo que al parecer bajaba desde lo alto, formando en algunos puntos cascaditas preciosas. Lamentablemente tuvimos algún problema al pasar las fotos de la cámara al portátil, y sólo hemos podido salvar esta...

Nuestra única foto de la excursión

Como al inicio de la excursión vimos una pequeña caída de agua, al ver al de más de una hora un riachuelo en la misma dirección pensamos que sería una buena idea seguir el curso del agua, en lugar del camino marcado, y así volver al punto inicial de la caminata. A buena hora tuvimos esta brillante idea... Al principio no os negaré que la aventura fue muy chula, sintiéndonos como niños aventureros bajando por rocas, viendo bonitos paisajes, e incluso teniendo que atravesar pozos de agua botas en mano. Sin embargo, llegamos a un punto en el que había una caída de agua y parecía bastante arriesgado intentar bordearlo, ya que si tropezábamos por la ladera la caída era grande. Volver por el camino hecho tampoco sería fácil, ya que era cuesta arriba y como muchos tramos era de roca mojada, sería difícil subirlas. ¿Qué hicimos? Creo que la peor opción de todas... meternos por la ladera del tupido bosque pensando que en pocos metros llegaríamos al camino. Después de unos 15 minutos subiendo, arrastrándonos, agarrándonos a raíces que si partían nos íbamos ladera abajo, arañazos por todos lados... nos dimos por vencidos, y vimos que la única opción que teníamos era volver al riachuelo, y deshacer el camino andando. De nuevo, 15 minutos bajando, arrastrándonos, de nuevo las fuertes raíces salvándonos en más de una ocasión, más arañazos... Finalmente, pudimos llegar al riachuelo, deshacer el camino hecho, aunque con consecuencias en forma de botas y calcetines totalmente mojados por un par de resbalones, y tener que hacer el camino que nos quedaba hasta el pueblo más cercano descalzos. Sé que no es una aventura digna de una película de Indiana Jones, ni que Fran de la Jungla nos fichará para ser sus ayudantes. Pero creednos que hubo momentos bastante tensos en los que ya nos veíamos pasando la noche en el bosque...

Después de la aventurilla, tocó hacer de nuevo las mochilas y mentalizarnos para otra apasionante noche de bus, esta vez para viajar desde Bucaramanga hasta Santa Marta, en la costa norte caribeña de Colombia. La idea de hacer la excursión ese día fue precisamente para así estar cansaditos y dormir mejor en el bus, ¡creo que no nos pudo salir más redondo añadiendo nuestra incursión por la más peligrosa jungla sudamericana! jeje.

Así que para el siguiente post ya sabéis, os esperan lindas fotos de atardeceres en el mar Caribe, playitas, buceo... Pero para ello esperad un par de días, ¡que aún estamos disfrutándolo!

"Sólo mediante una existencia feliz podemos proporcionar felicidad a quienes nos rodean". Albert Casals

2 comentarios:

  1. Pero para la próxima mejor nos ponemos a correr en círculos que es menos peligroso!jeje

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  2. Pues la verdad que esto es lo que se quiere y lo que se espera cada ves que se puede ir a un viaje, Yo espero visitar con ansias la super licoreras Bucaramanga y mi familia también por que somos muy boncheros jaja

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