Hasta el momento
parecía que la ruta colombiana se estaba convirtiendo en continuos
cambios urbanos y rurales. Desde la enorme Bogotá a la tranquila y
encantadora Villa de Leyva, y desde ahí a otra gran ciudad,
Bucaramanga. Y sabiendo que no somos muy amantes de las grandes
ciudades, ¿por qué ir allí? Primero porque nos pillaba de camino
en la ruta hacia la costa norte de Colombia, segundo porque a pesar
de ser una ciudad habíamos recibido muy buenas referencias sobre
ella, en plan que era muy acogedora y tranquila, y tercero porque
habíamos encontrado una pareja de couchsurfers que nos darían
alojamiento, y tras varias semanas sin disfrutar de la experiencia
Couchsurfing ya teníamos mono, sobre todo siendo la primera en
tierra colombiana.
En Bucaramanga nos
esperaban Belinda y Julián, una pareja
chileno-colombiano-australiana, y su cacatúa Aquiles, a la que es
entrañable ver cómo cuidan, tal y como si fuese su propio hijo.
Ellos viven en una
zona que se llama Floridablanca, básicamente residencial, con
grandes edificios a moo de urbanización con sus piscinitas,
barbacoas... Y nuestros anfitriones no iba a ser menos, así que ya
desde el primer día nos esperaba una jornada de marqués, piscinita,
tomar el sol, cervecitas, comida y buena compañía con Belinda,
Julián y gran parte de su familia y amigos.
Duro día de piscina...
Además, pudimos
aprovechar el día, mientras fuímos a buscar la comida, para visitar
el cercano municipio de Girón, con un centro histórico muy bonito,
de esos con casitas pequeñas, blancas, la plaza del pueblo con la
iglesia que nunca falta, ancianas acosándote para leerte la mano a
cambio de unas monedas...
En la plaza de Gerón con Casandra, Belinda y Áquiles en su mano, y Julián
Calle del centro histórico de Girón
Para el día
siguiente, Domingo, y teniendo en cuenta que la noche anterior se
había alargado no sabemos si por intoxicación del cloro de la
piscina o por efecto cervecero, decidimos pasar otro día de piscina
para salir de la duda... :-D Pero el destino nos tenía preparado
otro plan, y es que uno de los lugares que nos habían recomendado
visitar por la zona, el parque natural de Chicamocha, únicamente
abría de Miércoles a Domingo, y como pensábamos irnos el Martes,
no nos quedó otra opción que ir a verlo ese día. Así que junto
con Casandra, otra couchsurfer mexicana que estaba pasando unos días
con Belinda y Julián, llegamos al teleférico que te lleva hasta el
parque, no sin antes tener ciertas dificultades para llegar, tomando
un taxi desde Bucaramanga hasta un pueblo llamado Piedecuesta,
después un bus hasta un cruce a 8 km del teléferico, y finalmente
un coche que nos paró haciendo autostop, conducido por un
simpatiquísimo hombre que incluso nos invitó a parar unos
kilómetros antes de la llegada al teléferico para que tomáramos
fotos desde un mirador, mientras él nos esperaba. En la siguiente
foto tomada desde el mirador, si os fijáis bien, en la parte
inferior por la derecha se pueden ver los postes blancos por los que
va el teléferico para ir hasta el otro lado del cañón, donde está
el parque de Chicamocha.
Respecto al resto
de la visita, únicamente destacar el viaje en el teleférico, que
aunque iba siempre a pocos metros del suelo, te regalaba unas vistas
muy chulas del cañón.
En el valle del cañón de Chicamocha
Un par de días
después, por recomendación del excursionista Julián, fuimos con su
breve compañía a hacer una caminata por un monte cercano a su casa.
Digo que su compañía fue breve porque a los 15 minutos de comenzar
a andar, tuvo una llamada para hacer una entrevista de trabajo por
Skype así que se tuvo que ir pitando para casa. Sobre el lugar en el
que hicimos la caminata nada especial a destacar, a excepción de un
pequeño riachuelo que al parecer bajaba desde lo alto, formando en
algunos puntos cascaditas preciosas. Lamentablemente tuvimos algún problema al pasar las fotos de la cámara al portátil, y sólo hemos podido salvar esta...
Como al inicio de la excursión vimos una pequeña
caída de agua, al ver
al de más de una hora un riachuelo en la misma dirección pensamos
que sería una buena idea seguir el curso del agua, en lugar del
camino marcado, y así volver al punto inicial de la caminata. A buena hora tuvimos esta brillante idea... Al
principio no os negaré que la aventura fue muy chula, sintiéndonos
como niños aventureros bajando por rocas, viendo bonitos paisajes, e
incluso teniendo que atravesar pozos de agua botas en mano. Sin embargo,
llegamos a un punto en el que había una caída de agua y parecía
bastante arriesgado intentar bordearlo, ya que si tropezábamos por
la ladera la caída era grande. Volver por el camino hecho tampoco
sería fácil, ya que era cuesta arriba y como muchos tramos era de
roca mojada, sería difícil subirlas. ¿Qué hicimos? Creo que la
peor opción de todas... meternos por la ladera del tupido bosque
pensando que en pocos metros llegaríamos al camino. Después de unos
15 minutos subiendo, arrastrándonos, agarrándonos a raíces que si
partían nos íbamos ladera abajo, arañazos por todos lados... nos
dimos por vencidos, y vimos que la única opción que teníamos era
volver al riachuelo, y deshacer el camino andando. De nuevo, 15
minutos bajando, arrastrándonos, de nuevo las fuertes raíces
salvándonos en más de una ocasión, más arañazos... Finalmente,
pudimos llegar al riachuelo, deshacer el camino hecho, aunque con
consecuencias en forma de botas y calcetines totalmente mojados por
un par de resbalones, y tener que hacer el camino que nos quedaba
hasta el pueblo más cercano descalzos. Sé que no es una aventura
digna de una película de Indiana Jones, ni que Fran de la Jungla nos
fichará para ser sus ayudantes. Pero creednos que hubo momentos
bastante tensos en los que ya nos veíamos pasando la noche en el
bosque...
Después de la
aventurilla, tocó hacer de nuevo las mochilas y mentalizarnos para
otra apasionante noche de bus, esta vez para viajar desde Bucaramanga
hasta Santa Marta, en la costa norte caribeña de Colombia. La idea
de hacer la excursión ese día fue precisamente para así estar cansaditos y dormir
mejor en el bus, ¡creo que no nos pudo salir más redondo añadiendo nuestra
incursión por la más peligrosa jungla sudamericana! jeje.
Así que para el
siguiente post ya sabéis, os esperan lindas fotos de atardeceres en
el mar Caribe, playitas, buceo... Pero para ello esperad un par de
días, ¡que aún estamos disfrutándolo!
"Sólo
mediante una existencia feliz podemos proporcionar felicidad a
quienes nos rodean". Albert Casals
Pero para la próxima mejor nos ponemos a correr en círculos que es menos peligroso!jeje
ResponderEliminarPues la verdad que esto es lo que se quiere y lo que se espera cada ves que se puede ir a un viaje, Yo espero visitar con ansias la super licoreras Bucaramanga y mi familia también por que somos muy boncheros jaja
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