Desde la ciudad de Santa Marta, con interminables ofertas turísticas de buceo, excursiones, tours a islas paradisíacas; a la pequeña población de Taganga, un pueblito pesquero destino habitual de mochileros y buceadores; la desconocida zona del Cabo de Vela, desde la que ya se puede sentir el aroma de la tierra venezolana, con una comunidad de costumbres ancestrales, con playas inacabables... Fue difícil elegir entre un catálogo tan atractivo, pero finalmente nos decidimos por trasladarnos a Taganga, con muy buenas referencias como lugar acogedor, auténtico, y las mejores ofertas de buceo de Colombia.
Playa de Taganga al anochecer
Como era demasiado para nuestros cuerpecitos, bueno, sobre todo para Ewe empezar el curso de buceo ese mismo día, preferimos pasar el día en Taganga y dormir en un hostal antes de ir al día siguiente hacia la cabaña en el parque Tayrona. Taganga es un pueblo pequeñito pesquero con gente super amable y super feliz a pesar de contar con servicios muy básicos, o al menos, básicos para gente occidental como nosotros. Históricamente, está situado en una zona en la que la escasa lluvia es un verdadero problema para la población, lo cual pudimos comprobar nada más llegar. En el hostal donde dormimos aquella noche, nos comentaron que desde Octubre de 2013 que no llovía, y las provisiones de agua tenían que conseguirlas con proveedores que venían desde Santa Marta o Cartagena, los cuales en algunos casos se aprovechaban del "poder" que tenían al depender de ellos las reservas de agua, y su seriedad a la hora de las entregas podía ser bastante lamentable, existiendo hostales, viviendas, restaurantes, que llevaban sin agua dulce más de 5 días.
Taganga, pescadores acabando la jornada
Aparte de estas condiciones, a nivel turístico, Taganga es un destino básicamene mochilero, con viajeros jovencillos de todas partes del mundo, comida para todos los bolsillos, bares con ambiente por las noches, viajeros artesanos vendiendo bisutería en el paseo de la playa... Pero con esta comunidad de viajeros se mezcla la vida diaria de los habitantes de Taganga, saliendo a pescar en sus pequeñas barcas a primera hora de la mañana, y volviendo al atardecer a la playa, momento en el que la gente del pueblo se acerca para comenzar el show de compra-venta de fresquísimo pescado aún en las redes.
Taganga, jornada pesquera
Tras pasar ese primer día en el pueblo, compramos algunos víveres, y a la mañana siguiente, según lo acordado, nos presentamos bien prontito en el centro de buceo con nuestras posesiones, y a viajar en lanchita hasta la cabaña en el parque Tayrona. Al llegar, pudimos comprobar que lo que nos habían contado del lugar no se quedaba corto. Una pequeña cabaña, con una zona de hamacas, una cocina, un espacio para comer... de cara al mar Caribe en donde se preveían unos atardeceres para recordar.
El pequeño mirador de la cabaña
Vistas desde la habitación de la cabaña
Pero antes de eso, a Ewe le esperaba su curso de buceo con su inseparable instructor durante los próximos días, Omar. A pesar de que hubo momentos algo estresantes durante las prácticas, poco a poco fue cogiendo confianza con tanto chaleco, regulador, botella, infla por aquí, desinfla por allá, ¡finalmente ya tenemos una buceadora más en el mundo! Aquí la tenéis toda profesional durante algunos de los ejercicios en aguas confinadas junto a Omar y otra chica que hacía el curso.
Ejercicio de rescate
¿Y yo que hacía de mientras durante los 3 días del curso? Aparte de pasar una envidia increíble viendo buceadores de diferentes países yendo y viniendo del agua, aproveché para tomarme unos días de esos que aprovechas para sumergirte en el más absoluto relax, disfrutando de buenas lecturas tumbado en la hamaca, interesantes conversaciones con los viajeros que íbamos conociendo, poniendo al día el blog... Y es que en el lugar donde estábamos poco más se podía hacer, alguna visita a una playita cercana en la más absoluta intimidad, intentar aguantar la tentación de rascar las picaduras de los mosquitos nocturnos, conocer divertídisimas anécdotas en forma de hongos testiculares sufridos por un viajero inglés, y por supuesto, disfrutar cada tarde de los atardeceres desde una tribuna privilegiada.
Atardecer desde la cabaña
Pero eso sí, una vez que Ewe acabó el curso, también llegó mi momento y pude disfrutar de las maravillas subacuáticas del mar Caribe, algunas de ellas yo sólo y una úĺtima con Ewe, estrenándonos así como pareja de las profundidades marinas. Pudimos ver infinidad de corales, peces mariposa, peces loro, morenas, pulpos, peces trompeta, y algo que aunque no vimos con nuestros propios ojos, unos compañeros nos comentaron, ¡una parteja de buceadores dando rienda suelta a la pasión a 5 metros de profundidad! Así me gusta, ¡echando imaginación a las relaciones!!jeje
Parece una pedida de mano acuática, ¡pero no lo es! :-D
En pleno paseo acuático
Bajo el agua es un entorno ideal para meditar
Tras 4 días en ese pequeño paraíso, tocó de nuevo tomar la lancha de regreso a Taganga, una vuelta a la civilización después de unos días en los que pudimos olvidarnos que existe una sociedad moviéndose al ritmo de la electricidad, el dinero... En Taganga pasamos un día más para que Ewe hiciese el examen teórico del curso, dormir decentemente tras varios días en compañía de mosquitos y pulgas, e ir preparando la visita a nuestro próximo destino, ¡Cartagena de Indias!
Ewe con su instructor de buceo Omar
Y con esto acabó la aventura por el lugar más mochilero, auténtico, salvaje y paradisíaco que habíamos encontrado hasta ahora. Para nuestro recuerdo siempre quedarían esos atardeceres, las anécdotas vividas durante el curso de buceo, los viajeros que fuimos conociendo, las ajetreadas noches intentando dormir, las horas pasadas en la hamaca, y la sensación de que al menos durante unos días, la felicidad sólo puede depender de las personas que nos rodean y el lugar en el que te encuentres.
"Si siembras un pensamiento cosecharás una acción. Si siembras una acción cosecharás un hábito. Si siembras un hábito cosecharás un carácter. Si siembras un carácter cosecharás un destino". Charles Reade
vessss como ibas a poner imagenes tuyas subacuaticas, que bien, merecio la pena esperar para meteros juntos e??? que bien ya me pegaba yo unos dias por alli, por ese mismo mirador y esas aguas.
ResponderEliminarUn Abrazo.
Siii!La espera mereció muuuucho la pena, aunque ya te digo que la espera en un lugar así se lleva de maravilla! un abrazoooo
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