Los últimos días en la acogedora Luxor los dediqué a visitar un par de templos cercanos. El primero el templo de Denderah, a unos 60 km al norte de Luxor. Aunque quizás penséis que visitar tanto templo, tanta tumba... puede llegar a aburrir, la verdad que el hecho de que cada lugar tenga sus características propias, aunque sean detallitos, hace que merezca la pena cada visita. En el caso del templo de Denderah, dedicado a la diosa de la feminidad, el amor, la diversión y la música, Hathor. ¡Ya sólo por lo que representa la diosa a la que está dedicada el templo hace que sea una delicia la visita!
En el templo, destaca su sala hipostólica formada por magníficas columnas con muy detallados dibujos y jeroglíficos, coronadas con el rostro de Hathor, aunque como suele ser habitual, todas las caras han sido destruidas por posteriores ocupantes pertenecientes a otras religiones.
Templo de Denderah, diosa Hathor.
Templo de Denderah, sala hipostólica
Templo de Denderah, columna de la sala hipostólica
Otra de las características que más llama la atención de Denderah, es el techo de la sala hipostólica, increíblemente conservado, lleno de color, de detalles de la cultura egipcia, creo que por ello acabé que un ligero dolor de cuello... :-D
Templo de Denderah, techo de la sala hipostólica
Aparte, por una pequeñita propina, como suele ser habitual, el guarda del templo se ofrece muy amablemente a abrirte el acceso cerrado a la cripta y al tejado del templo, por 5 LE (unos 0,55 €), merece la pena sumergirte en las profundidades de la cripta (no apto para claustrofóbicos), y cautivarte con el ambiente de misterio que envuelve las escaleras para subir hacia el tejado.
Templo de Denderah, escaleras
Templo de Denderah, cripta
Ya como último templo, y no por ello menos bonito, el templo de Edfu. Suele ser destino habitual durante los viajes en barco que son muy populares entre Luxor y Aswan, pero el presupuesto no da para esos lujos... Así que a la manera local, cogí el tren y en menos de 2 horitas hacia el sur de Luxor ya estaba en Edfu. Y es que viajando de esta manera, intentando coger trenes locales, buses... personalmente no sólo disfruto de la experiencia de visitar un templo, sino la experiencia de arreglármelas para conseguir un billete, saber qué tren coger, saber orientarme una vez llegado al destino... Ya sé que por unos 10€ que me podría costar un taxi, que incluso me esperaría mientras hago la visita al templo, me ahorraría todas esas "molestias", ¡pero la verdad es que me encantan! De esta manera cada día tienes nuevas incertidumbres: "¿Será este el tren correcto? ¿A qué hora será el tren de vuelta? ¿Habrá tren de vuelta? ¿Seguro que esta calle por la que sólo hay basura y un par de perros vagabundos es la correcta para llegar al templo?"...jiji
Bueno, dediquémonos al templo en sí...En este caso está dedicado al dios halcón Horus, dios de la guerra.
Templo Edfu, patio principal
Como en la mayoría de sitios que estoy visitando, estoy teniendo el privilegio por una parte de ser prácticamente el único turista, lo que te permite disfrutar con total tranquilidad del lugar, que en las fotos no salga otra gente y tener esa sensación de autenticidad al ser la única persona. Aunque por otro lado, es triste ver como la mayoría de tiendas que rodean los templos están cerradas, con la consiguiente falta de trabajo para muchísimas gente...
Sobre el templo de Edfu, más que comentar los detalles del edificio, me gustaría centrarme en un hecho que me pasó mientras lo visitaba. Como ya os he comentado, en la mayoría de sitios turísticos de Egipto, necesitas grandes dosis de paciencia para llevar de buena manera las continuas ofertas de los locales, intentando venderte cosas o explicarte cualquier cosa del lugar que estás visitando para ganarse una propina. Además, si eres el único turista en el lugar, todas las miradas y acosos se centran en tí. En Edfu, aparte de un par de señores intentando explicarme cosillas del templo en árabe para ganarse la propina, había una niña que continuamente me ofrecía unas pulsera para vender. Durante el viaje intento no comprar este tipo de cosas, porque sino poco a poco el peso de la mochila hará que la incliniación de mi espalda sea antinatural... Después de varias negativas a esta niña sobre comprar una pulsera, mientras me senté a comer algo, le regalé un paquete de galletas, el cual aceptó con una gran cara de alegría y asombro a la vez. A los 5 minutos, se me acercó de nuevo la niña, me ofreció una pulsera, y me dijo: "Para ti, te la regalo por haberme regalado las galletas que están muy buenas.". No fue sólo un gesto de intercambio de objetos, para mí fue algo mucho mayor, un intercambio de sinceridad, de unión, de amor. En un país en el que ves que hasta muchos niños están corrompidos por intentar aprovecharse de los turistas, un gesto así te hace ver que dentro de cada persona nunca se apaga esa luz que nos une a todos de forma incondicional, esa luz que nos hace a todos únicos, pero a la vez parte de un todo en el que todos jugamos un gran papel.
Tras este inciso que quería compartir con vosotros, se acabó la gran etapa por Luxor. Podría haberme quedado varios días más, simplemente estando, rodeado de buena gente y un gran ambiente, pero nuevos lugares y nuevas personas esperaban por el camino. Así que después de 8 inolvidables días por Luxor, me despedí de María y Sayid, los dueños del hostal, y puse rumbo a Aswan, al sur de Egipto.
María me había comentado que Aswan no merecía mucho la pena, que es sucia, no tratan muy bien al turista... Pero soy de la opinión que la mejor manera de formarse una opinión es viendo la cosas con tus propios ojos, de lo contrario ni habría venido a Egipto y me estaría perdiendo todas las grandes experiencias que me está regalando el país. Así que al llegar a Aswan, la sensación fue todo lo contrario, aunque evidentemente también hay gente intentando sacarte el dinero como turista, el agobio en ese sentido es mucho menor que en Luxor. El paseo a lo largo del rio Nilo es una delicia, los atardeceres son cada día un espectáculo de colores, el bazar es una aventura de olores, sabores, sonrisas... Y si además desde la habitación del hostal tienes unas vistas así, ¡está claro que la estancia en Aswan promete!
Atardecer en Aswan desde el hotel Memnon
Pero dedicaremos otro post para centrarnos en Aswan, ya que la ciudad da mucho de sí como para compartirlo con Denderah y Edfu...jeje. Como final de post, os dejo una foto que saqué en Edfu mientras esperaba al tren, toda una expresión de dulzura, ternura, paz...
Niña dormida en Edfu
No hagas a nadie responsable de tu felicidad, simplemente sé feliz dando amor.
Precioso vuestro gesto. :)
ResponderEliminarLaureta
Siii! Al final personalmente me quedan en la memoria mejor estos momentos que muchos lugares conocidos que visito. Siempre hay que estar con los ojos y la mente bien abiertos, nunca sabes dónde te ocurrirá un momento inolvidable.
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