miércoles, 9 de abril de 2014

¡Hola de nuevo Ecuador! La fiesta de los colores en Otavalo

Habían pasado casi 5 años desde la que había sioo hasta ahora mi primera y única experiencia en Sudamérica. Habían pasado casi 5 años desde que se me ocurrió presentarme en Ecuador, concretamente en Ambato, para aprovechar las 3 semanas de vacaciones en el trabajo para ayudar como voluntario en una escuela y un centro de acogida. Y mira por donde, ¡ahora nos volvemos a ver las caras Ecuador!

Ya nada más pasar la frontera entre Colombia y Ecuador los recuerdos empezaron a aparecer, a lo que ayudaba detalles como comenzar a pagar con dólares, un ligero descenso en la estatura media, el acento ecuatoriano de los agentes de inmigración, la habilidad necesaria para subir a los buses mientras están en marcha, o el desfile de vendedores ambulantes en el bus de camino a Otavalo, que aunque esto último es algo común en Sudamérica, en cada desfile se muestran los productos típicos de cada región, como si fuesen verdaderos desfiles de moda en los que te vas enterando de las tendencias en ropa de cada zona...


Entrada a Ecuador desde Colombia

Como primer destino ecuatoriano habíamos elegido yo creo el más común entre viajeros que comienzan la aventura por el país por la zona norte, Otavalo, super conocido por su mercado artesanal lleno de color y ambiente indígena, y del que en mi primera visita a Ecuador me quedé con muchísimas ganas de visitar. Aunque no pudimos conseguir que algún couchsurfer nos alojara, sí que pudimos contactar con Paul, un couchsurfer que gestiona un hostal, el Flying Donkey, y nos hizo un buen precio , lo cual siempre se agradece teniendo en cuenta que comparado con otros paises sudamericanos, Ecuador no es lo que se puede decir barato, sobre todo por usar la moneda estadounidense.

Y mira por donde, el día que llegamos a Otavalo era Viernes, por lo que como primer plato en nuestra estancia, teníamos para la jornada siguiente el día grande del famoso mercado, con la Plaza de los Ponchos abarrotada de puestitos de colorida ropa como cada día, y las calles del centro ocupadas por tenderetes en los que podías comprar prácticamente de todo, más ropa, bisutería "fina", hierbas medicinales, los manjares más auténticos de la región...


Ewe comprando maní tostado 

 Mercado de Otavalo



Os podéis imaginar, tras más de 5 meses viajando entre Oriente y América Latina, echando imaginación para combinar nuestras ropas prácticamente ausentes de color, propio del estilo Decathlon... Fue llegar a la Plaza de Los Ponchos, y nuestras pupilas comenzaron a dilatarse ante aquel festival de colores en forma de pantalones, chompas (chaquetas) de alpaca, camisetas, alfombras, cuadros, ponchos, tapetes... e igualmente nuestro presupuesto comenzó a peligrar...jeje


Mercado de Otavalo en la Plaza de Los Ponchos

Así que tras duros regateos, y tras mirar un par de puestos para Ewe, y prácticamente todo el mercado para mí, aquel día nos dimos un merecido homenaje e hicimos una ligera renovación de nuestro vestuario, que de verdad os digo, tras tanto tiempo se agradece el verse a unos mismo con un poquito más de color en la ropa. Aunque menos mal que las mochilas nos limitan en cuanto a espacio, porque sino me parece que nos hubiésemos tenido que volver directamente del viaje desde Otavalo por falta de liquidez.


Pasarela Otavalo primavera-verano 2014, tonos turquesas y verdes... :-D

Aparte del mercado, Otavalo es lindo para darse una vueltecita por la zona del centro, sobre todo para disfrutar de la plaza central y su catedral, tanto por el día como por la noche, con la típica iluminación colorida de las iglesias, común en Ecuador.

Catedral de Otavalo con busto de Rumiñahui

Pero no sólo de artesanías e iglesias se puede disfrutar en Otavalo. En las cercanías, hay muy bonitas excursiones para hacer, tanto para los más relajados domingueros como para los más exigentes aficionados a poner a pruebas sus piernas. En nuestra caso, más de lo primero y algo acercándose a lo segundo. Entre las supuestas excursiones relajadas, está la de la visita al Lechero, un árbol milenario en la cima de una colina, utilizado ancestralmente por los indígenas en rituales de purificación, y religiosamente realizando ofrendas para la llegada de las lluvias. Por cierto, lo de "supuesta excursión relajada" es porque aunque la caminata no es muy exigente, de apenas 1 hora desde Otavalo, una vez en la colina, unas curiosas y pequeñitas "moscas", que luego resultaron ser mosquitos típicos de la zona, cogieron cariño a nuestra piel, sobre todo a las piernas de Ewe, dejando como recuerdo en cuestión de segundos un montón de picaduras que os puedo asegurar no eran como las que podemos estar acostumbrados de los mosquitos.


El árbol Lechero

Las piernas de Ewe tras el ataque mosquitero

Otras de las excursiones facilitas por la zona, es la cascada de Peguche. Y claro, en Ecuador, país en el que las cascadas son casi Patrimonio Natural, no podíamos faltar a la cita. La verdad que el paseillo merece la pena, no tanto por llegar hasta la zona de bosque de la cascada, porque vas por calles desérticas de las afueras de Otavalo, sino por la zona más verde, en el que tienen muy bien montado un paseo  para llegar hasta la cascada, con zonas de acampada, más puestitos de artesanía, la nunca ausente comida ambulante... La cascada así es muy bonita, eso sí, recomendable llevar chubasquero si te quieres acercar, algo evidente, ¡verdad? Bueno, para mí la evidencia apareció demasiado tarde...jeje


Cascada Peguche 

 Puente colgante en el camino a la cascada


Y como plato final dentro de la etapa en Otavalo, visita a otro de los símbolos de Ecuador, ¡un volcán! Tranquilos... como la mayoría de volcanes en Ecuador, el volcán Cuicocha lleva dormidito muchísimos años, permitiendo que incluso en uno de su cráters actualmente haya una laguna muy linda con dos islotes que sobresalen desde la base del cráter. Para llegar hasta esta zona hay que tomar un bus hasta el pueblo de Quiroga, y desde allí un taxi a la laguna. El entorno es precioso, para alguien como a mí que disfruta en contacto con la naturaleza, es una delicia poder caminar durante 5 horas alrededor del cráter de un volcán, disfrutando de especies vegetales exclusivas del suelo volcánico.



 Laguna de Cuitacocha


En este caso la excursión fue más durilla para mis delicadas piernecitas, teniendo en cuenta que después de tirarme 4 horas para dar la vuelta al cráter, me perdí y tras otra hora andando sin rumbo fijo por la carretera, no me quedó más remedio que levantar el dedito gordo y que un alma caritativa en forma de viajera austríaca me llevase hasta el pueblo más cercano para tomar el bus. Pero al final aventurillas como esta son las que le dan un toque aún más especial al increíble sueño que vamos viviendo cada día.

Después de estar 5 días en Otavalo, tocaba ir poniéndose en marcha de nuevo, rumbo a la capital, Quito, que aunque por ser una gran ciudad no nos hacía demasiada ilusión para por allí, la fama de su centro histórico picó demasiado nuestra curiosidad...jiji. Eso sí, para agregar una nueva experiencia al viaje, en el trayecto desde Otavalo a Quito tuvimos una no muy agradavble sorpresita, pero eso tendrá que esperar al siguiente post. :-P

¡Un abrazo!

"¿Qué puede pasarme peor que no realizar mis sueños?". Carlos González Pérez, "23 maestros, de corazón."

2 comentarios:

  1. Hola Pareja no sabía que habias estado antes en Ecuador.... por cierto lo de Ewe pase pero lo tuyo oarece que vas en pijama jajajajaj..... que va que estais muy guapos. Un abrazo... y espero pronto el post de Quito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si hombre! Hace unos 5 años, que me vine a hacer un voluntariado en una escuela durante las vacaciones del trabajo... Sobre el pantaloncito, es lo último en Ecuador chaval!!jajaja. Un abrazo! (el post de Quito ya anda cocinándose, que hemos estado bastante liadillos últimamente)

      Eliminar