martes, 23 de septiembre de 2014

Último días por la maravillosa Córdoba, visitando la mística Capilla del Monte, La Falda y el bullicio de la capital

Cuando empecé a escribir acerca de nuestra llegada a la provincia de Córdoba pensé: "Estas dos semanas recorriendo la región las resumo en un post y listo..." Bueno, este es el 3º post sobre la provincia de Córdoba, la intención es que sea el último, pero nunca se sabe, uno se pone a escribir y para cuando acabas de redactar la información sobre un sólo día ya llevas líneas y líneas, los que hayáis escrito un blog de viaje seguro que me entederéis...

Pero vayamos al tema central del blog y del post en concreto, nuestro último días por la región de Córdoba. En el último artículo lo dejamos en que habíamos cambiado de asentamiento base, pasando del sur al norte de Córdoba, concretamente nos alojamos en el pueblito de La Falda en compañía de Sebastian, que aún nos acompañaría un par de días más antes de volverse a su Bahía Blanca natal.

La Falda es un pueblo situado en medio de otro de los focos turísticos de la zona, el Valle de Punilla, a lo largo del cual se encuentran pueblitos como Villa Carlos Paz, La Cumbre, Capilla del Monte...  La Falda es conocido a nivel turístico especialmente por el Hotel Eden, atractivo turístico que dio origen a la localidad, y que alojó en sus lujosas habitaciones a personalidad como varios presidentes argentinos, Rubén Darío, el Duque de Saboya... Y tuvo también el honor de recibir la visita de albert Einstein y Ernesto Che Guevara. Fue construido a finales del siglo XIX, contando ya con todas las comodidades "imprescindibles" para la alta sociedad de la época, como casi 40 baños, piscina, campo de golf, caballerizas, una entidad bancaria... El hotel desde sus inicios vivió el paso de mano en mano debido a las grandes deudas que implicaron su construcción, llegando incluso a permanecer cerrado y utilizado como cárcel durante la II Guerra Mundial, ya que uno de los dueños de aquel entonces era cercano al movimiento nazi y Argentina se mostró en contra del Eje, (alianza entre Alemania, Japón e Italia).

Actualmente, el hotel no es más que un museo por el día y "casa del terror" por la noche, que aunque no tuvimos la inquietud por asistir a ninguna de las dos opciones, es interesante conocer la historia del hotel, que incluye no sólo la historia del desarrollo de La Falda, sino parte de la historia europea y argentina del siglo XX.

El hotel Eden en la actualidad. Fuente Wikipedia.

Aparte de este emblemático hotel, en La Falda uno puede aprovechar para darse un paseito por la zona centro, y admirar algunas figuras de bailarines de tango, signo inequívoco de Argentina, en memoria al festival de tango que se celebra cada año en la localidad; o un precioso reloj de cuco gigante, que no sé si es que no funcionaba, o que en Argentina hacen salir a los cucos en horas que desconocemos...

Escultura de pareja de tango en La Falda 

 Reloj de cuco en La Falda

Aunque también aprovechamos para hacer alguna excursioncilla por los alrededores. Primero con el objetivo de hacer un circuito que nos habían recomendado, pero que nuestra limitada habilidad de orientación hizo que acabásemos en algún sitio remoto y tuviésemos que improvisar el itinerario. Eso sí, bien mereció la pena perderse un poquito, ya que nos dio la oportunidad de que 3 peludos amiguitos nos hiciesen compañía durante toda la ruta, en el mismo punto donde nos conocimos, se quedaron una vez que volvíamos hacia el alojamiento.

Ewe y Sebastian con dos de los nuevos amigos durante la excursión 

Nuestros 3 amigos exhaustos tras la excursión, ¡gracias por guiarnos! 

 Merecido premio gastronómico tras la excursión

Pero la principal atracción que pudimos disfrutar en las cercanías fue la excursión al complejo de Las 7 Cascadas. Apenas a 40 minutos caminando del centro de La Falda, algún visionario descubrió un paraje increíble formado por 7 cascadas con el que vio claro que se podría hacer de oro, como suele pasar siempre que se descubre un lugar natural o arqueológico excepcional. Fue una delicia pasar la mañana en aquel lugar, para aquellos más inquietos y que les cueste permanecer más de 5 minutos sentado, seguro que lo verían poca diversión, para aquellos que el ruido del fluir del agua les sumerge en un estado de meditación y tranquilidad que hace que se pare el tiempo, seguro que como a nosotros os tendría atrapados durante varias horas. ¡Ojo! Ya sé que hace poco publicamos el post sobre Iguazú, así que por favor, eliminad de vuestra mente toda referencia de las cataratas más famosas de argentina, porque a espectaculridad y tamaño no hay nada que las gane por estas tierras. Se trata más bien de percibir el toque especial que posee cada lugar, lo que cada experiencia te puede aportar en ese momento.

Entrada al complejo de las 7 Cascadas 

Las tranquilizadoras 7 cascadas 

La naturaleza nos da todo lo que necesitamos 

 Vistas de La Falda al volver de las 7 cascadas

Aparte de lo visitado en La Falda, por su cercanía al gran destino turístico de la zona, la misteriosa Capilla del Monte, no podíamos perdernos el gastar un par de días en este místico pueblo, (sí, es un pueblo con ese nombre, no una capilla...jeje). ¿Y místico por qué? Principalmente por la montaña que vigila día y noche el pueblo, el Cerro Uritorco, a casi 2000 metros de altura, en la cual desde 1986 se han registrado avistamientos de OVNIs, dimensiones paralelas, visitas extraterrestres... Lo cual ha sido por un lado excusa suficiente para crear alrededor de la montaña cierto misticismo y fama de propiedades energéticas que juegan con la sugestión, y por otro excusa también perfecta para crear a partir de esa fama un negocio turístico en Capilla del Monte que gira alrededor del fenomeno "New Age", con tiendas de artesanías con símbolos misticos, duendes, librerías de medicina alternativa, religión...  Sean o no ciertos los orígenes de todas esta fama, lo cierto es que la gente que visita Capilla del Monte y el tipo de comercio generado han conseguido que se respire un ambiente especial en el pueblo. Según nos dijeron algunos, un ambiente de hippies, según percibimos nosotros, un ambiente de personas que buscan en su vida algo más que lo que podemos percibir a través de los sentidos físicos, que sin embargo, como pasa con todo, dependiendo la actitud de cada uno ante ello puede resultar en actitudes extremas y que siguen una moda, o en experiencias muy satisfactorias que te despiertan del humo que impregna el mundo y nos adormece si no estamos atentos.

Ewe y Sebastian con el Uritorco al fondo

Los 3 niños disfrutando de los lindo en el tobogán 

Sebi y el caracol contagiándonos de la magia del ambiente 

 Y Ewe ya contagiada del ambiente alienígena...

Y con todo este pusimos fin a la etapa alojados en La Falda, de aquí el siguiente destino sería la ciudad de Córdoba, donde más que el lugar, lo que nos enamoró fueron dos personajillos que nos abrieron la puerta de su casa y de sus vidas. Pero esto ya lo haríamos de nuevo los dos caracoles solitos, porque el 3º caracol temporal, el bueno de Sebastian, lamentablemente tenía que poner rumbo de nuevo a Bahía Blanca. Fueron con el 4 días escasos en tiempo, pero super intensos en cuanto a lo que aprendimos los unos de los otros, hablando del futuro, del pasado, de los sueños, de ser responsables por cumplirlos, de ser responsables por no cumplirlos... ¡Muchísimas gracias Sebi por tu luz!

¡Un abrazo!

"La vida es como un espejo: si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí. El que quiera ser amado, que ame." Mahatma Gandhi.


domingo, 21 de septiembre de 2014

Visitamos al Ché en Alta Gracia y el paraíso natural de La Cumbrecita

En la mini-etapa del viaje que protagoniza este post, os encontraréis un poco de todo. Desde un recorrido por la vida del Ché Guevara, hasta la visita a un pueblo encantador en medio de la naturaleza,   o un nuevo destino durante unos días en La Falda, desde la que hicimos excursiones preciosas para ver cascadas.


Pero como siempre, la mejor manera de comenzar es haciendo recordatorio del último post. Nos habíamos quedado en la colonia alemana de Villa General Belgrano, y aprovechando que estábamos bien a gustito ahí, decidimos hacer una excursión de ida y vuelta a la localidad de Alta Gracia. Se trata de una ciudad que durante la época colonial sirvió como estancia jesuítica, lo que en la actualidad se aprovecha como reclamo turística gracias al Museo Nacional de Estancia Jesuítica, el cual no tuvimos el placer de visitar ya que los Lunes está cerrado, (sobra decir qué día era el que elegimos para ir a Alta Gracia...) Precisamente esta faceta turística ha supuesto para Alta Gracia su principal fuente de ingresos desde hace ya varias décadas, debido sobre todo a su buen clima prácticamente durante todo el año y a su aire fácil de respirar. ¿Eing? ¿Aire fácil de respirar? Bueno, digamos que de alguna manera tenía que crear un enlace entre lo que estaba contando y nuestro motivo para visitar Alta Gracia, la visita a la Casa Museo del Che Guevara. Porque precisamente el aire fue la principal razón por la que la familia del entonces Ernesto Guevara (Ernestín para diferenciarlo de su padre), decidió mudarse a esta localidad. El tema es que Ernestín padeció de asma desde bien pequeño, y los clima húmedos de Misiones y Buenos Aires, donde la familia fue alternando su vivienda durante la infancia de Ernestín, no es que le sentasen demasiado bien. Así que finalmente cuando Ernestín enía 4 años se trasladaron a Alta Gracia, donde el aire resultaba más seco y más adecuado para los bronquios del niño, y donde la familia vivió hasta que Ernestín tenía 15 años.

Entrada a la Casa Museo del Che en Alta Gracia

Ernesto Guevara, ya desde pequeño mostró gran interés por la lectura, la filosofía y el ajedrez, seguro todas estas facetas le fueron marcando el camino del pequeño revolucionario que se iba formando en su interior. Pero lo que más influyó en Ernesto a la hora de desarrollar esa actitud de revolución ante las desigualdades existentes en su querida América, fueron los viajes que desde jovencillo se pegó a lo largo y ancho del continente. Primero a los 21 años a bordo de una bici con un pequeño motor acoplado, con la que recorrió más de 4000 kilómetros argentinos en los que empezó a observar las diferencias sociales que existían en el país.

Habitación de Ernestín 

 Foto del que por entonces aún era Ernestín

Su segundo viaje fue a los 23 años, junto con su amigo Alberto Granado a bordo de "La poderosa II", una motod de 500 cc, con la que recorrieron la Patagonia argentina, Chile, Perú, y ya sin moto, navegaron por el Amazona para finalmente llegar a Venezuela. Para los que no la hayáis visto aún, os recomiendo encarecidamente que veáis la película "Diarios de una motocicleta", película basada en este segundo viaje del Che. Tras volver a Argentina para finalizar sus estudios de Medicina, Ernesto realiza su tercer y último viaje "tranquilo", junto con su amigo "Calica" Ferrer, Ernesto llegó hasta Guatemala, donde conoció a su futura esposa, al cubano Ñico López, el cual le apodó "Che". Ya durante este tercer viaje fue entrando en contacto con miembros de diferentes movimientos revolucionarios, hasta que en México conoce a Fidel Castro, y se une a él como médico en su futura expedición guerrillera para eliminar de Cuba el gobierno de Batista.

Réplica de "La Poderosa II", con la que Ernesto hizo su segundo viaje 

Foto histórica de Ernesto y Alberto en la balsa con la que navegaron por el Amazonas

Con la victoria del ejército guerrillero de Castro por hacerse con el poder en Cuba, quedaron patentes las habilidades estratégicas, filosóficas y revolucionarias del Che, lo que le valieron una profunda amistad con Fidel Castro, consiguiendo la nacionalidad cubana, y ejerciendo diferentes cargos públicos. Pero Ernestín, que había sido y nunca dejo de ser un culo inquieto, sentía que su lugar estaba en el campo de batalla, por lo que a los 37 años decidió viajar al Congo durante 7 meses para colaborar con la guerrilla local en los movimientos de liberación utilizando su experiencia en Cuba. Pero la falta de organización e indisciplina de los guerrilleros hicieron que el movimiento liberal no tuviese mucho éxito, provocando finalmente el regreso del Che a Cuba. Pero pocos meses después, volvió de nuevo a la acción y se infiltró en Bolivia para dirigir la revolución en el país contra las fuerzas militares bolivianas, las cuales consiguieron atrapar al Che y ejecutarle.

El Che durante su estancia en el Congo

Foto de Fidel Castro y el Che, disfrazado para su incursión en Bolivia

En definitiv, existen tantas opiniones acerca del Che casi como kilómetros recorrió. No se puede negar que fue una persona con unos ideales en favor de los más débiles, en favor de la libertad del pueblo oprimido, en favor de la igualdad de la sociedad. Sus métodos pueden ser más o menos discutibles, pero su principal aporte a este loco mundo, más que los tiros o las banderas con su cara, son sus declaraciones de justicia, igualdad, ética, coherencia y dignidad. Está claro que es más fácil hablar que ejecutar, pero su pensamiento ha servido como inspiración a miles de personas para defender sus principios, eso sí, espero que con métodos más pacíficos que en aquella época revolucionaria.

Ewe con su nuevo amigo revolucionario

Si alguno os acercáis a Alta Gracia, no os perdáis un par de horas sumergidos en la vida y pensamiento de este gran personaje visitando su casa de la infancia. Es un museo con muchísima documentación, muy bien organizado, en el que seguro que se os contagia cierto espíritu revolucionario. Pero por favor, que toda revolución empiece primero por uno mismo, no se puede arreglar nada fuera mientras no consigamos el equilibrio por dentro.

Tras la visita al museo, hacer un nuevo amigo canino y recuperar energías en una deliciosa cafetería de la ciudad, pusimos rumbo de nuevo a nuestro alojamiento en Villa General Belgrano, donde nos esperaba el 3º caracol temporal durante los próximos días, Sebastian. Desde un punto de vista morboso, el ex-novio argentino de Ewe de hace 10 años, desde un punto de vista real y provechoso, una persona que durante los siguientes días supuso maravillosas conversaciones sobre la madurez, el sentido de la vida, la sinceridad con uno mismo, con los demás, y lo bonita que podemos lograr que sea la vida siendo fieles a nuestro más profundo interior.

En nuestro último día en Villa General Belgrano, aprovechamos para visitar con Sebastian una de las joyas de la región, el delicioso pueblecito de La Cumbrecita, en pleno Valle de Calamuchita. Es un pequeño pueblo de orígen alemán, lo que se nota en la mayoría de sus casitas. Al estar ubicado en lo alto de un cerro, la naturaleza es la protagonista del entorno, eso y la paz y sentimiento acogedor que transmite pasear por sus calles peatonales adoquinadas.

Reloj de cuco en La Cumbrecita 

Calle peatonal de La Cumbrecita

Aprovechamos para hacer una excursioncilla de un par de horas en la que pudimos pasear entre árboles que han presenciado el desarrollo del lugar, sentarnos a meditar ayudados por el sonido de una cascada, y dar rienda suelta a la imaginación con las casitas de veraneo que nos íbamos encontrado por el camino, cada una con su huequito en medio de la montaña.

Sebastian y el caracol disfrutando de la excursión 

 Alfombra a base de raíces

Los caracoles en la cascada en las cercanías de La Cumbrecita 

 Los caracoles disfrutando de la conexión con el entorno

Fue una pena justo olvidarnos las cámaras en la excursión a uno de los lugares más especiales, acogedores y bonitos que hemos visto durante todos estos 10 meses de viaje. Menos mal que el amigo Sebi había llegado a tiempo para que pudiéseis ser testigos de nuestra visita con su cámara del móvil. Así que...¡muchas gracias Sebi por las fotos! :-D

Tras quedarnos completamente hechizados por el encanto de la ya inolvidable Cumbrecita, tocaba realizar nueva mudanza, desde la zona sur de la región de Córdoba hacia la zona norte, donde nos habían comentado que para amantes de la naturaleza como nosotros era una parada obligada. Teníamos varios lugares recomendados en los que hacer base, y como contábamos durante unos días con el lujo de un vehículo propio gracias a Sebstian, pudimos ir pasando por varios hasta decidir dónde quedarnos. ¡Qué gusto es viajar en coche propio, sin destino fijo, dando rienda suelta a la improvisación! Pero mejor no acostumbrarnos demasiado...jeje. Finalmente decidimos por alojarnos en la localidad de La Falda, a unos 80 km al norte de la ciudad de Córdoba. Durante los siguientes 4 días sería el punto base desde el que visitaríamos una pueblecito lleno de misticismo y haríamos excursiones a una familia de cascadas. Pero para no saturaros con tanto viajecito, mejor lo dejamos para el próximo post, ¡que lo bueno si es en pequeñas raciones se disfruta más! :-D

¡Un abrazo!

"Seamos realistas y hagamos lo imposible". "Podrán morir las personas, pero jamás sus ideas". Ernesto "Che" Guevara, revolucionario argentino-cubano.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Sur de la provincia de Córdoba, paisajes idílicos, viajes a colonias suizo-alemanas, ¡y nos colamos en la casa del Ché!

Cuando vives en un país del tamaño de España, no suele ser común que te venga una idea del tipo: "Vivo en Barcelona, ¿por qué no nos vamos a pasar el día a Pamplona y volvemos en el mismo día?". Pero estando en Argentina, un país en el que de punta a punta prácticamente es como recorrer ir desde Cádiz a Moscú, uno no tiene otro remedio que relativizar las distancia. En este sentido, el viaje desde Puerto Iguazú hasta la provincia de Córdoba, en el que nos tiramos unas 22 horas, supone algo impensable en Europa, (teniendo en cuenta además los precios de los vuelos europeos), pero el pan de cada día en esta etapa del viaje. Eso sí, la calidad de los buses argentinos, lo cual se nota también en el precio, hace que un viaje de estos no sea tanto como pueda parecer.

En fin, que en apenas un día a otro, pasamos de la puntita norte de Argentina, a la zona central, la provincia de Córdoba, de la que sólo habíamos oído hablar maravillas en cuanto a sus paisajes y la tranquilidad de los pueblos situados a los pies de la sierra de Calamuchita en la zona sur de la región. Además, la llegada a esta región suponía la llegada de la segunda celebración cumpleañera de la pareja de caracoles, si la primera fue de Ewelina allá por Mayo, es fácil adivinar a quién le tocaba ahora, ¿no? :-D Bueno, el primer destino en la zona cordobesa era tan desconocido para mi como lo está siendo hasta ahora para vosotros. Ya véis, para una pareja aficionada a las sorpresitas como nosotros, Ewe no podía dejar pasar una ocasión como la de mi 31º cumpleaños. La duda quedó resuelta al llegar a la terminal de bus, (u omnibús en versión argentina), y comprar nada más llegar los billetes para el siguiente destino, Embalse. Sí, me quedé igual que la mayoría de vosotros, no me decía mucho. Durante el viaje hacia el misterioso Embalse, el paisaje me iba dando las primeras pistas. Zona más o menos montañosa, con pinta de  tener bastante vegetación en otras épocas, pero en ese momento, pleno invierno argentino, el panorama más bien seco. Madre mía... dónde me está llevando esta chica... :-D A medida que íbamos consumiendo kilómetros el panorama iba mejorando, pasábamos por pueblitos formados por casitas de madera estilo suizo, en los que la vegetación ya empezaba a asomarse.

Hasta que en una carretera que sería la delicia de cualquier motero por sus paisajes y sus curvas, apareció de repente un embalse del que no se veía límites, el cual daba el nombre al pueblito que significaría nuestro primer destino en esta zona.

Laguna de Embalse 

 Vistas desde el mirador de Embalse

El pueblo de Embalse representa la localidad que mayor electricidad produce en todo Argentina, gracias a las diversas centrales hidroeléctricas que contiene, las cuales sacan gran provecho del mayor lago artificial existente en el país. Ello hizo que la ciudad se desarrollara económicamente, y que hoy en día sea un foco turístico en Argentina, sobre todo en cuanto a deportes acuáticos aprovechando las tranquilas aguas del lago. Como podréis imaginar, para la época que estábamos, poco turismo se veía, ya que la media de 10º durante al día no daban muchas ganas de meterse al agua. ¡Mejor! Todo Embalse para nosotros...jeje. Al llegar al pueblo, tocaba la segunda sorpresa cumpleañera, el alojamiento que Ewe nos había buscado para pasar una fecha tan especial. Quién me iba a decir que una de esas cabañitas estilo David el gnomo que habíamos ido pasando en el viaje en bus hasta Embalse sería nuestro nidito de amor durante los próximos días.

Nuestras cabañita en Embalse

¡Y qué cabañita! Vale, no era una habitación del Hilton, pero como todo es relativo en la vida, uno que está acostumbrado a varios meses de hostales con habitaciones minimalistas y olores y sonidos varios, llegar a una cabañita así, con su cocinita, y con un dormitorio con "modo romántico" ON, te saca una sonrisilla por debajo de la nariz de tonto imposible de disimular...jeje

Habitación estilo princesa 

 Interior de la cabaña

Aún con el subidón de nuestra nueva casita los próximos días, tocaba el siguiente paso del protocolo habitual de llegada a nuevo destino, comenzar a explorar la zona. Pero esta vez, con el aliciente de que me esperaba la sorpresa final de este cumpleaños tan bonito, vivido en un continente diferente. La primera toma de contacto paseando por el bonito pueblo de Embalse fue confirmando los mejores presagios y lo visto desde el bus a la llegada. Un entorno precioso creado a partir del lago artificial, con interminables espacios verdes y pequeños puertos improvisados con los barquitos que servirán de juguete a muchos jubilados y ese niño que llevan dentro, que daban un toque artístico al paisaje.

Vistas de Embalse desde la cabaña de nuestros caseros

Puertecito de Embalse

Dique de Embalse

Y bueno, que supongo que much@s estaréis leyendo todo esto al estilo diagonal sólo por enteraros cuál era la última sorpresita que Ewe había preparado por mi cumple. Pero para ello os tengo que poner en antecedentes sobre mi oscuro pasado...jeje. Aquí el que escribe desde que tenía 6 años ha sido un enamorado del baloncesto, jugando desde los 6 hasta los 24 años siempre en el mismo club del colegio, casi siempre con los mismos compis, que poco a poco se fueron convirtiendo en mi cuadrilla inseparable, y cuando me mudé a Barcelona, apenas aguanté un año sin jugar, y me apunté a un club de Badalona en el que satisfacer el mono baloncestístico. Bien, como imaginaréis, durante el tiempo que hemos estado viajando, muy a mi pesar el tema de jugar a baloncesto ha quedado un poco apartado, nada preocupante a mi parecer. Pero en los último meses, cada vez más habituales sueños nocturnos relacionados con el baloncesto me daban señales de que... ¡echaba mucho de menos el baloncesto! Y ahí la polaquita tenía un muy buen recurso para hacerme un gran regalo. Además, el generoso destino había planificado todo para que justamente en el publito de Embalse, se celebrase durante aquellos días el campeonato sub-19 de baloncesto de selecciones regionales de Argentina. ¿En ese pueblito en medio de la nada se celebraba un campeonato de basquet estatal? ¡Pues sí! Así que allí me veía, entrando al pabellón deportivo, como un niño al que llevan a Eurodisney, con la sonrisa de oreja a oreja, el sonido de zapatillas deportivas sobre el parquet de la cancha, el sonido del balón botando, los gritos de ánimo... ¡Qué recuerdos! Estoy seguro que los que habéis jugado a este deporte sabéis a lo que me refiero... En total, fueron casi 3 partidos seguidos de basquet que disfruté como un enano, e incluso Ewe, que no se puede decir que el baloncesto haya estado presente en su vida, se lo pasó en grande, ¡tanto que ni siguiera le hizo falta utilizar el ebook como recurso en caso de sobredosis baloncestística! jeje

Exteriores del pabellón 

 El caracol disfrutando de su sorpresita de cumpleaños

Al final pasamos 3 maravillosos días en Embalse, dándonos el capricho de disfrutar de nuestra cabañita privada, empapándonos de la tranquilidad del entorno, viviendo la cercanía y amabilidad de los cordobeses... Y como os comentaba al principio del post, el siguiente destino fue algo improvisado, resultado de una de las ventajas de viajar en bus, que de vez en cuando en el caminos descubres desde el otro lado de la ventanilla un lugar o pueblito que sientes que merece la pena dedicarle unos días. Eso nos pasó mientras viajábamos hacia Embalse al pasar por el pueblo de Villa General Belgrano. Ya durante ese viaje en bus, descubrimos de forma fugaz un pueblito con casa de estilo alemán, suizo... De esas que ves en los dibujos de Heidi. Y ya buscando algo más de información del lugar, vimos que se trataba de una colonia suizo-alemana principalmente, producto de la inmigración, lo cual había dado protagonismo a la arquitectura bávara en la localidad. Y de verdad que al estar en Villa General Belgrano, si no es por el acento argentino que oyes, bien que te podría parecer que has viajado a un pueblecito tirolés. Desde las casitas ya comentadas de estilo bávaro, hasta las tiendas de souvenirs con nombres alemanes, restaurantes donde hay tantas variedades de salchicas y platos acabados en "-wurst" como puedas imaginar, hasta chocolaterías haciendo fama del chocolate suizo. Y como no, la celebración en Octubre de una de las fiestas más famosas del mundo, la Oktoberfest, que en el caso de Villa General Belgrano, supone cada Octubre la visita de más de 100.000 personas sedientas del líquido dorado. A lo que se unen en otras fechas otras celebraciones como la Fiesta de la Masa Vienesa o la Fiesta del Chocolate Alpino. En definitiva, un lugar muy acogedor, muy bonito, muy curioso estar ahí sabiendo que en realidad estás en Argentina, y por supuesto, muy caro ya que con las costumbres y gastronomía europeas, los precios iban de la mano.

 Calle principal de Villa General Belgrano

Calle principal de Villa General Belgrano 

Detallitos tiroleses en Villa General Belgrano 

 Entrada a la plaza principal de Villa General Belgrano

Y si ya sólo pasear por el centro del pueblo era toda una delicia para los sentidos, alejarte unas pocas cuadras y buscar la soledad y tranquilidad de la naturaleza hacían la combinación perfecta. Un arroyo que divide el pueblo en la zona más turística con la zona más urbana, completa la magia del lugar con un paseo a lo largo de una alfombra de césped, acompañado por la banda sonora del fluir del agua en el fondo. ¿No os encanta escuchar el sonido del fluir del agua? Yo creo que a la mayoría de gente nos tranquiliza tanto porque inconscientemente nos recuerda ese fluir interno que todos llevamos dentro, nos recuerda que al igual que el río nunca es igual con ese fluir continuo, nosotros a cada segundo somos seres nuevos., ni mejores ni peores, simplemente diferentes de hace un segundo.




Distintas perspectivas del paseo a lo largo del arroyo de Villa General Belgrano

Y ya para ir finalizando el post, simplemente adelantaros en los último días en Villa General Belgrano nos esperaba una nueva sorpresita, esta vez en forma de compañía de la que disfrutaríamos los días siguientes. Una compañía que estoy seguro que a más de uno le causaría sorpresa o incomodidad, pero que en nuestro caso, fue una experiencia enriquecedora, cercana, que dejó en todos nosotros una semilla de madurez, respeto, comprensión y empatía. Pero... ¡tendréis que esperar unos días para saber más detalles en el siguiente post! Tranquilos, os prometo que no serán tantos días de espera como para este post, pero el final del viaje se va acercando, y con ello parece que cuesta un poquito más ponerse a escribir. Quizá sea la sensación de que cada con post que vaya escribiendo, al igual que cada día que va pasando, se acerca más el final de este gran sueño...

¡Un abrazo!

"Vacía tu mente, se amorfo, moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza se convierte en la taza. Si pones agua en una botella se convierte en la botella. Si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o puede golpear. Sé agua amigo mío." Bruce Lee, artista y filósofo.