domingo, 27 de julio de 2014

Siguiente joya boliviana, la histórica Potosí, pero a veces la historia sigue tristemente presente

Nuestra última parada por Bolivia había sido en Sucre, la capital, la historia de Bolivia en forma de ciudad, la mayor expresión del colonialismo que hasta entonces habíamos presenciado en el país andino. Pero como muchos sabréis, no se puede hablar completamente de la historia de Bolivia, y de América en general, sin hablar de Potosí, una ciudad creada gracias al descubrimiento de un tesoro, un tesoro en forma de montaña, el emblemático Cerro Rico, protagonista de la explosión económica de América, pero a la vez, como dijo Eduardo Galeano, "Potosí, la ciudad que más ha dado al mundo y la que menos tiene".

Llegamos a Potosí sobre las 6 de la mañana, bonita hora para tratarse del invierno andino, y sobre todo para ser la ciudad con más de 100000 habitantes más alta del mundo, a un promedio de 3900 msnm, ¡vaya frío! De ese que se te mete hasta los huesitos... Bueno, paciencia, a tomar un taxi y rumbo a un hostal del que teníamos buenas referencias, sobre todo en cuanto a la celfacción y el agua caliente. Pero el viaje de 10 minutos desde la terminal de buses hasta el hostal nos deparaba una experiencia surrealista... Un "taxista" borracho llevando de copiloto a su compañero de parranda en el mismo o peor estado, que por suerte lo que es la conducción no fue del todo mala para cómo iban, pero la orientción ya era otra cosa... Menos mal que tras pasar varias veces por el mismi lugar, echamos mano del GPS del móvil, y les fuímos dirigiendo hacia el hostal, eso sí, oyendo cada 5 segundos: "ustedes tranquilos que les dejamos en la puerta misma del hostal", "ustedes no desconfíen, que sabemos cómo llegar". La paciencia es una de las virtudes que más está disfrutando de este viaje...jeje.

 Calle de Potosí

Bueno, ya que hemos llegado a Potosí y estamos sanos y calentitos en el hostal, hablemos un poco de su interesante historia, protagonista del pasado y presente de toda América Latina. Concretamente, hablar de la historia y origen de Potosí es hablar de la montaña que ha sido testigo y razón  de la existencia de esta ciudad. el Cerro Rico, en quechúa Sumaj Orcko.

Plaza de Potosí, con el Cerro Rico al fondo

¿Os acordáis allá cuando andábamos por Perú que hablábamos mucho de los incas, su historia, su desaparición...? Pues los amigos incas llegaron incluso hasta estas tierras del sur de Bolivia, (y mucha más allá), donde uno de los principales  reyes incas que conquistaron estas tierras fue Huayna Capac. El rey inca, al llegar a la zona que luego sería Potosí y ver el majestuoso cerro, comentó muy acertadamente: "Este sin duda tendrá en sus entrañas mucha plata", ¡buen ojo eh!

Así que haciendo caso de su intuición, mandó a un grupo de hombres hacia la montaña para comenzar a extraer el preciado metal. Sin embargo, en el momento en que los incas iban a empezar a excavar el cerro, oyeron un gran estruendo seguido de una voz que les dijo: "No saquéis la plata de este Cerro, porque es para otros dueños". Pasado el susto, los incas que habían presenciado la llamada divina se fueron rápidamente al encuentro de Huayna Capac para avisarle de lo sucedido, mientras le contaban la anécdota, expresaron la palabra "Potocsi", que en quechúa significa "dio un gran estruendo", palabra que con la habitual costumbre de los españoles, incluso hoy en día, de adaptar todo a su idioma, se convirtió finalmente en el nombre de la localidad, Potosí. Tal advertencia procedente según ellos creyeron de la propia Pacha Mama, la Madre Tierra, no podía ser ignorada, así que a pesar de tener al alcance de la mano ese suculento caramelo, prefirieron hacer casoy dejar la montaña intacta hasta que llegasen sus "verdaderos dueños". Para lo cual no hubo que esperar mucho, ya que 83 años después, los colonizadores españoles descubrieron el cerro, y para estos ni voces divines ni Pacha Mamas que les detenga, la vocecita de la ambición, el ego y el poder era mucho más dominante para ello.

La base del Cerro Rico

Gracias a la plata extraída del Cerro Rico, Potosí se convirtió en el centro económico de los virreinatos de Perú y Río La Plata, lo que provocó a su vez un crecimiento caótico de la ciudad a pies de la montaña, la cual experimentó un aumento rapidísimo de la población, llegando incluso a tener más habitantes que la ciudad española de Sevilla. Tal fue la importancia que adquirió Potosí, que en 1572 se comenzó con la construcción de la Primera Casa de la Moneda de Potosí, abastecedoraa principal de monedas para el reindado español. Esta Casa de la Moneda, no escapó a la dualidad reinante hasta hoy en día, y aunque supuso suculentos beneficios para algunos, también supuso la desgracia para otros. Ya que la mano de obra necesaria en la Casa de la Monedaa supuso la llegada de esclavos negros procedentes de África, que junto a esclavos indígenas sufrieron las inhumanas condiciones del trabajo de acuñación entre ardientes hornos, tóxicos gases y esfuerzos sobrehumanos. Estas condiciones, provocaban que junto con el gélido clima de la zona, la mayoría de esclavos apenas durasen unos años de trabajo.


 Representaciones de esclavos trabajando en la Casa de la Moneda

A mediados del siglo XVIII, se produjo una gran crisis de la corona española, en gran parte causada por una nobleza de lujos e improductiva y guerras inútiles, (mmhh... parece una prueba más que la historia no parece tan historia). Como solución, se intentó impulsar de nuevo la plata de Potosí, y entre las medidas se proyectó la construcción de una Segunda Casa de la Moneda, con técnicas e infraestructura más modernas, no escatimando en gastos. Hasta extremos en que al finalizar la construcción de la nueva Casa de la Moneda, el rey español Carlos III, comentó al enterarse de los costos de la obra: "¡todo el edificio debe estar hecho de plata pura!".

Fachada de la Segunda Casa de la Moneda 

Patio principal de la Casa de la Moneda

De esta forma, hasta 1825, la cosa siguió más o menos estable, los españoles seguían sangrando la montaña y las personas, y se frotaban las patitas antes tal fuente inagotable de metal precioso. Pero ese mismo año, con la creación de la República Independiente de Bolivia, se pasa de la fabricación de moneda española a la moneda republicana, hasta 1953, cuando finalizó el trabajo de producción de la Casa de la Moneda para posteriormente pasar a ser el actual museo. Se cerró así una época de 400 años que marcó no sólo la historia de Bolivia, sino de todo América.

O quizá esta historia no esté del todo cerrada para algunos... Actualmente, el trabajo minero en el Cerro Rico sigue siendo la principal actividad económica de Potosí. Evidentemente los españoles ya se encargaron de prácticamente agotar las reservas de plata, pero aún hoy en día se puede estrujar un poquito más a la agotada montaña, y seguir sacando minerales como zinc, estaño y plata de baja calidad. Pero aunque parezca mentira, aún se puede explotar un poquito más al famoso Cerro Rico, aunque no a través de sus entrañas, sino a través de su historia y su presente, a través de voraces turistas deseosos de en su camino ver cuanto más cosas emocionantes mejor, lo cual evidentemente es aprovechado por decenas de agencias de turismo, que ofrecen infinitos números de tours para visitar una mina y hacer las delicias de cámaras fotográficas sin escrúpulos.

El formato de los tours, prácticamente en todas las agencias es lo mismo. Pagas entre 60 y 150 bolivianos, (unos 7 a 16 €), de los que supuestamente 10 van para los mineros de la mina a visitar. Tras comentarte que vivirás una experiencia única e inolvidable, de lo cual no les falta razón, te llevan hacia la primera parada, el barrio de los mineros, concretamente al mercado minero, donde te aconsejan comprar agún regalo para los mineros que te puedas ir encontrando en la mina. Los productos estrella: hojas de coca, la inseparable amigo de los mineros y bolivianos en general, que ayuda con el mal de altura y según dicen con la inhalación de los gases del interior de la mina; botellas de refrescos gaseosos, para calmar el sofocante calor de las minas y de paso meter un poco de azúcar al cuerpo para aguantar el trabajo; cartuchos de dinamita con los que los trabajadores puedan seguir sangrando la montaña, y con suerte para el turista más intrépido, podrá presenciar cómo detonan el explosivo delante de tus ojos.

Vendedora de coca en el mercado minero

Tras comprar los regalitos, toca el turno de los disfraces. Mono de trabajo, casco, botas, luz frontal y una mochila-saco donde proteger la caḿara de que se golpee o ensucie dentro de la mina, yendo más protegida que incluso la mayoría de los mineros. Una vez enfundado el disfraz de turista-minero, toca subir al colectivo para dirigirse hacia la entrada a la mina, transporte en el que los turistas-mineros nos juntamos con los trabajadores-mineros. A simple vista, apenas hay diferencias, aparte de claro está las cámaras de fotos y las diferencias de rasgos físicos. Pero mirando bien las caras, en los turistas-mineros se observa esa chispa de emoción, esa ilusión por descubrir un nuevo mundo, que se convertirá en su propio mundo durante un par de horas. En los trabajadores-mineros, sin embargo, no se percibe chispa alguna, quizá en algunos la provocada por las hojas de coca y el alcohol ingerido como preparativos para la jornada laboral, no hay sonrisas, apenas hay intercambio de palabras, en ellos no hay ilusión por descubrir un mundo nuevo, ya que ese mundo lo conocen de sobra, ese mundo es el que día a día les sumerge más y más en la oscuridad, no sólo física, sino también interior.

Mineros y turista australiano, ¿Oberváis quién es el único que sonríe en la foto?

Ya llegados a la entrada de la mina, empiezan las explicaciones sobre la situación del trabajo minero en el Cerro Rico. Básicamente existen 3 tipos de minas: privadas, estatales y las cooperativas. Según me contaron, en las privadas es en las que un minero consigue una mayor estabilidad laboral y mejores condiciones de seguridad, mientras que en las cooperativas, las más comunes, existe un persona o personas propietarios de los derechos de explotación de un trozo de mina, es decir, cuanto más mineral saques más dinerito para el bolsillo. Un cuchillo de doble filo, no hay regulaciones en cuanto a los límites de tiempo que un minero puede trabajar al día o a la semana, cuanto más trabajas más ganas, lo que hace que la mayoría de cooperativistas dediquen la mayor parte de su vida a la oscuridad de la mina. Así podrán algún día comprar la deseada casa, o dar una buena educación a sus hijos, ya que desgraciadamente sigue existiendo ese prejuicio económico en la educación. Pero... ¿a costa de qué estos mineros pretende dar una "buena" vida a su familia? Prácticamente de la vida.

Minero en plena faena sin apenas espacio

Evidentemente, para saber todo esto que os estoy contando sobre las penurias que pasa un minero, no es para nada necesario hacer un tour a las minas. Tanto Ewe como yo hablamos bastante del asunto, leímos diferentes blogs y foros de viajeros sobre experiencias en la visita a las minas de Potosí, en todo lo que leímos, una impresión común, del tipo: "no te puedes ir de Potosí sin visitar las minas", "una experiencia increíble y extrema", bla, bla, bla... Ya durante el viaje nos hemos encontrado atracciones turísticas que ponen en evidencia el interés humano por sentirse vivo a través de la adrenalina, atracciones que nos cuesta bastante entender dicho emoción de jugarse la vida. Pero en este caso, estamos hablando de todo un circo con el ser humano como centro de atención. Tras hablar del tema, llegamos a la conclusión que es vergonzoso que actividades así se realicen. Que miles de turistas, con la adrenalina a tope por entrar en ese mundo desconocido, lleno de gases y calor asfixiante, con sus cámaras en plena acción, asistan al trabajo diario de las minas, regalen hojas de coca y gaseosas a los mineros como si fuesen animales en la jaula de un zoo, e incluso pidan que les dejen una pala para sacarse una foto en modo minero para hacer las delicias de su perfil de Facebook.

A pesar de llegar a estas conclusiones, por mi parte decidí participar en uno de los tours. ¿El motivo después de todo lo que he dicho hasta ahora? Básicamente que nos pareció sorprendente que entre tantos viajeros que habían visitado las minas, prácticamente ninguno se hiciese eco de las implicaciones sociales y humanas que todo este negocio envuelve, y a través de mis propios ojos y experiencia queríamos contar en el blog la realidad que viví dentro de la mina. No tanto una realidad sobre el calor que hacía o la sensación de agobio, sino una realidad humana, a través de preguntas hechas al guía relacionadas con la dignidad y valores humanos.

Como era de esperar, ante varias preguntas que fui haciendo sobre el tema, tanto el propio guía como otros turistas con los que hice el tour, reaccionaron como era de esperar. "Estos mineros tienen una familia, y necesitan ganar dinero como sea para dar de comer a sus hijos", "tú eres europeo, y es fácil decir que ninguna persona debería realizar un trabajo así habiendo crecido en las condiciones que tú has hecho". Mirad, no soy padre, pero igual que todos vosotros, soy hijo. Y como tal, si tengo que escoger entre un padre que me paga un colegio privado de lujo, y me proporciona un hogar y comida cada día, pero a costa de apenas verle durante todo el día, y el poco tiempo que le veo es con ese aliento a alcohol, y ese rostro cabizbajo que apenas se atreve a mirar a las personas a la cara; o un padre que quizá no gane tanto dinero, quizá pase algo de frio en la casa donde vivimos, quizá tenga que comer lo mismo la mayoría de días, pero a cambio disfruto de su compañía cada día y puedo contarle cada día como me fue en el colegio. Yo al menos tengo clara mi elección.

Porque con todo esto no estoy hablando de mineros, ni de bolivianos, ni de gente que nace en Potosí, sino que estoy hablando de algo universal. Como es el hecho de responsabilizarnos de nuestra vida, todos creamos la vida que tenemos a través de nuestras decisiones. Por supuesto que factores como el lugar donde nacemos o nuestra familia hacen el camino diferente, pero no son una excusa para decir que no tenemos otra opción. No me creo que TODAS las personas nacidas en Potosí en una familia económicamente humilde, no hayan tenido otra opción que la de trabajar en la mina. Mientras haya una sola persona de Potosí que haya conseguido ganarse la vida de forma digna, saludable, que le permita desarrollarse como persona y como padre de familia, querrá decir que siempre hay otra opción.

¡Un abrazo!

 La disposición a aceptar la responsabilidad de nuestra propia vida, es el origen de donde surge el autorespeto.. Joan Didion, escritora y periodista estadounidense.

lunes, 21 de julio de 2014

Crónica de una excursión por las comunidades Jalq'a, ¿quién dijo miedo?

Durante nuestra muy agradable estancia de 7 días en Sucre, la capital de Bolivia, tuvimos la opotunidad de visitar el más que recomendable Museo de Arte Indígena, gestionado por la organización ASUR, cuya misión es preservar las tradiciones y cultura de las comunidades indígenas de la región de Chuquisaca, principalmente las comunidades Jalq'a y Tarabuco. Estas comunidades, son conocidas sobre todo por sus danzas y trajes en la época de carnaval, pero especialmente por la creación de un tipo de textiles que van más allá del mero uso estético. Representan además una cultura, en muchos casos una determinada etnia, un determinado nivel social, e incluso las visiones que sus creadoras poseen acerca de los mundos que forman el todo en la cultura andina.

Entrada al Museo de Arte Indígena ASUR


La organización ASUR, está llevando a cabo un programa de desarrollo del arte textil entre estas comunidades, no sólo como preservación de una tradición milenario, sino además como un recurso económico para estos pueblos marcados por una pobreza extrema, y como una forma de posicionar el papel de la mujer, ya que estos textiles son exclusivos de manos femeninas, (últimamente los hombres se están aventurando también en este arte, alterados al ver que las mujeres iban cobrando protagonismo, pero creedme que los ejemplos que vimos de textiles de manos femeninas y masculinas no tienen comparación).

Durante la visita al museo, visitas diferentes salas, cada una dedicada a las diferentes comunidades en las que se intenta preservar el arte del textil. Así, se puede aprender las diferencias entre los textiles de cada zona. Como por ejemplo en la región Jalq'a, donde los textiles (piezas rectangulares conocidas como "aqsus"), están dedicados a representaciones del inframundo, del mundo que nos es perceptible de forma directa, del mundo caótico que no sigue los leyes de la sociedad ni la naturaleza. Así, utilizando lana de oveja y alpaca, las mujeres jalq'a crean dibujos que evocan desorden, caos, animales imaginarios habitantes de ese inframundo, también conocidos como khurus, usando básicamente el color rojo para los símbolos y el negro para el fondo representado la oscuridad del mundo inferior.

Dibujo de textil tipo Jalq'a

Y por el lado de la comunidad de Tarabuco, sus aqsus de lana de oveja y algodón, representan el mundo intermedio, el mundo en el que nos encontramos. Para ello, emplean una distribución simétrica y ordenada, con colores más claros, y utilizando símbolos que van desde llamas, a pájaros, burros o personas, según palabras de las propias tejedoras, en sus piezas evocan "todo lo que vemos".

Dibujo de textil tipo Tarabuco

La verdad que durante la visita al museo, en el que te ofrecen decenas de textiles, de gran belleza, creatividad y trabajo, y muy buenas explicaciones, te sumerges en estas comunidades, y genera en tu interior una agradable sensación al saber que tradiciones tan bellas, creativas y espirituales se están intentado preservar como medio económico, social y creativo en pueblos con muy pocos recursos. O... ¿quizá todo esto era demasiado bonito para ser verdad? Durante el viaje hemos visitado muchos museo, hablado con muchas personas, que nos cuentan sobre comunidades que hace tal o cual cosa. En la mayoría de casos, nos quedamos con la impresión generada por las palabras de estas personas o explicaciones de los museos, pero en este caso, la curiosidad había entrado más profundamente. De forma que aprovechando que una pareja de viajeros franceses que conocimos en Cochabamba nos recomendó ir a visitar varias comunidades Jalq'a, y que el gusanillo de la curiosidad por comprobar si todo lo visto en el museo era cierto, me reservé un par de días para perderme por las montañas del altiplano y visitar varias comunidades Jalq'a. Pero para contaros esta experiencia, no lo haré al estilo habitual del blog, sino que os lo narraré de forma secuencial, como una crónica. ¿Por qué? Básicamente porque mientras viví esta experiencia de dos días me iba imaginando el contarlo de esta manera, así que de la mente al teclado, ahí va la crónica:

¿El plan para los dos próximos días? Visitar tres comunidades Jalq'a: Chaunaca,  Maragua y Potolo, a unos 50 km de Sucre, perdidas en medio de las montañas. Para ello primero había de tomar un transporte hasta una ermita en medio de la nada, llamada ermita de Chantaquila. Desde ahí comienza un camino inca que baja por la montaña hasta el pueblo de Chaunaca, de Chaunaca caminata por las montañas hasta Maragua. Pernoctar en el pueblo, y al día siguiente nueva pateada hasta Potolo, donde podría tomar el transporte de regreso a Sucre.
Así que llega el Martes por la mañana, arriba bien prontito que según la información más exigente, el transporte hacia la ermita de Chantaquila salía de Sucre sobre las 8:30 de la mañana, aunque a decir verdad, a cada persona que pregunté sobre ello me dijo una hora diferente, algo habitual en Bolivia al pedir información, pero en estos casos mejor hacer caso de la hora más temprana. Mochila lista, guantes, gorro, mallas para el frio, que estamos en invierno en esta zonas, algunos bocadillos y fruta, que yendo a pueblos remotos, y siendo vegetariano, la alimentación no estará para nada asegurada. De manera que salgo del hostal, tomo el bus número 1 que por 1,5 bolivianos me lleva hasta el paradero del transporte hacia Chantaquila. Llego a las 8:25, buena hora para satisfacer las previsiones de horario más pesimistas. Por si no habíamos probado ya suficientes tipos de transporte durante el viaje, hoy apuntaría uno más a la lista, el camión. Ya estaba avisado de ello, así que tampoco fue una sorpresa. Pregunto por el camión para ir hacia Chantaquila, me señalan un viejo trasto que en ese momento llevaba cargadas en la parte trasera unas 8 cholitas, (mujeres mestizas vestidas con trajes tradicionales), con sus sacos de patatas o de ropa. Bueno, no es el la forma de viajar más cómoda, pero al menos podré tener espacio e ir sentadito en la parte de atrás del camión. ¡Primer error!

 El camión en plena fiesta

¿Conocéis el chiste de "¿cómo se mete a 20 vascos en un Seat 600? Diciéndoles que no pueden." Bueno, pues algo así viví durante las casi 2 horas que estuve dentro de aquel camión antes de que arrancase. Sube una familia con sus 3 hijos, 2 sacos de patatas de unos 20 litros, y un cordero entre los brazos de uno de los niños, suben un par más de cholitas, con sacos enormes de ropa, sube un matrimonio, suben 10 barriles de no sé qué... Y así durante 2 horas, un no parar de subir personas y mercancía. No os exagero si estaríamos ahí metidos unas 100 personas, evidentemente, la mayoría subidas a los sacos de mercancía ya que no quedaba apenas un centímetro cuadrado libre en el suelo. En fin, parecía que el viaje iba a ser algo más incómodo de los previsto, ¡pero se puede con eso y más!

Después de 30 minutos de viaje por carretera asfaltada, abandonamos el paraíso de cemento para pasar a un camino de tierra, y así empezar a literalmente comer tierra a medida que avanzábamos. ¡Mierda! Se me empieza a dormir un pie, pero imposible moverlo, intento usar el comodín de mi musculatura para tratar de mover a una cholita que tenía atrapada mi pierna, misión imposible. Una cadera y unas piernas que han vivido seguramente más de 6 partos son demasiado para mí... Por fin después de mas de hora y media de calambres, posturas inverosímiles, y presenciar como la gente tiraba la basura de lo que iba comiendo a la carretera, algo habitual en sudamérica, un señor local que me hizo más ameno el viaje con su charla, me avisa que ya estamos llegando a la ermita de Chantaquila. Como parece que alguien se olvidó de instalar el botón de parada en el camión, tras varios golpes en la pared y la mano dormida, el conductor para, le pago los 10 bolivianos por el viaje, y me despido de la gran y fugaz familia con la que conviví tan estrechamente durante el viaje.

Ok, ya estoy en el inicio de la ruta, la ermita de Chantaquila, literalmente en medio de la nada. Cuando me dijeron que donde debía bajarme habría una ermita no mintieron, había una ermita y nada más.

 La solitaria ermita de Chantaquila

Se supone que junto a la ermita debía comenzar el camino inca que me llevaría hasta Chaunaca, la primera comunidad Jalq'a, pero ni rastro del camino. Así que como "experimentado" montañero y explorador, decido subir a una colina que había al lado para intentar encontrar el camino desde lo alto. ¡Bingo! A unos 10 metros siguiendo el camino en el que me había dejado el camión parecía que comenzaba un camino empedrado. Así que ya con la tranquilidad de encontrar la ruta que me llevaría montaña abajo durante dos horas hasta Chaunaca, recargo energías con un bocadillo y algo de fruta, y comienza la caminata.

La ruta por el camino inca se hace muy agradable, con una senda restaurada muy cómoda, y unos paisajes típicos del altiplano boliviano, con poca vegetación, pero un horizonte interminable de montañas.


 Diferentes momentos del camino inca

Después de casi dos horas bajando y bajando, y sin cruzarme con ningún alma, a lo lejos ya empiezo a percibir algunas casitas que deben ser el pueblo de Chaunaca. Eso sí, 1 km antes de llegar al pueblo, tocó pagar el peaje por el uso del camino inca, peaje en forma de cholita que gustosamente cogió los 10 bolivianos de los que no había manera de librarse. Llegando a Chaunaca, mi imaginación ya empieza a dar rienda suelta con las primeras mujeres locales tejiendo los famosos textiles Jalq'a en la puerta de sus casas. Nada más lejos de la realidad, todos los textiles que pude ver en Chaunaca fueron los de mi mente. En el "centro" del pueblo había unas 4 casas, un colegio-centro de salud-dentista en el mismo edificio, y por supuesto, la sede de la mayor empresa mundial, la iglesia. Pregunto a un par de hombres que están realizando una obra en la entrada al pueblo a ver si no hay nadie viviendo por allí, me dicen que la gente está en el campo trabajando, y que hasta el atardecer no vuelven. Por supuesto, nada de esperar ver a tejedoras en plena acción. Bueno, no pasa nada, las comunidades más famosas por sus textiles son las otras dos que quedan por visitar, ¡a positivismo no me gana nadie!

Prácticamente todo el pueblo de Chaunaca

De forma que tras otro bocadillo y un plátano para seguir el camino, en pie y a seguir pateando hacia el siguiente destino en el que pasaría la noche, Maragua. Según la información que tenía, me esperaba una caminata de unas 3 horas, casi siempre subiendo por las laderas de las montañas del altiplano. Así que vamos para allá, cuanto antes empiece antes acabaré. Pero... algo va mal... un retortijón repentino hace que un escalofrío recorra todo mi cuerpo. ¿Las causas? En un viaje como este pueden ser varias, desde el queso de los bocadillos que ya cuando los preparé el día anterior desprendían un olor cuiroso, hasta los plátanos hechos papilla tras el acogedor viaje en camión. Aunque en esos momentos el elemento causante es lo de menos, lo principal es buscar un rinconcillo donde dejar marcadas las montañas bolivianas. Tras pasar la urgencia, ahora sí, ¡rumbo a Maragua!


 Paisajes en el camino a Maragua

El camino como era de esperar, se trataba de una carretera de tierra que bordeaba las montañas, sin apenas una sombra en la que protegerse, y subidas continuas que ponían a prueba la resistencia. Todo ello, teniendo en cuenta que lo poco que había comido durante el día se había quedado como abono unos metros más atrás, hicieron bastante durillo el ejercicio. Al igual que al inicio del día, ni un alma con la que cruzarme en todo el camino.¡Espera! Allí al fondo parece que hay una pareja de locales con una niña pequeña que van en dirección a Maragua, ¡a intentar alcanzarle! Un poco de compañía no va mal en estos lugares tan remotos. Y casualidades de la vida, resulta que era el matrimonio que románticamente habían ido pegaditos a mi durante el viaje en el camión. Tras unos metros charlando sobre el sentido de la vida, y al ver que llevaban un ritmo tranquilito, me despido de ellos y sigo con la solitaria excursión. Eso sí, parece que la niña que iba con ellos tenía el espíritu competitivo bastante desarrollado y aceleró el paso para ir detrás mío. ¡Y en qué momento!... ¡Nuevo retortijón! Y esta vez, con una niña que cual Fernando Alonso no dejaba de ir a mi rebufo. No me quedó otra que apretar nalga contra nalga, echar mano de las últimas reservas de energía, y meter un esprint que dejase claro a la simpática niñita que a un vasco yéndose por la pata abajo no se le sigue por las montañas.

Así que después de varios metros que ni Usain Bolt me hubiese visto, parece que el camino está despejado, unos metros ladera arriba, y a volver a abonar el terreno. Por suerte, parecía que la niñita y la pareja o bien habían tomado una ruta alterna, o habían percibido al acercarse las nuevas fragancias del altiplano boliviano y habían dado media vuelta, porque no les volví a ver. Sea como fuere, de nuevo la urgencia pasó, y ya me encontraba a apenas 30 minutos de Maragua, donde seguro que esta vez sí podría ver satisfechas mis ansias por descubrir los secretos de la elaboración de los textiles Jalq'a. Sin embargo, mis esperanzas empezaron a verse truncadas al ver el panorama que me presentaba el pueblo...

La desértica calle de Maragua

 Taller de textiles Jalq'a de Maragua

Pero antes de desanimarme del todo, lo primero era lo primero, encontrar un lugar donde pasar la noche. Según me habían comentado en Sucre, en Maragua existen unas cabañas turísticas, gestionadas por la comunidad, pero a un precio algo alto para tratarse de un pueblo que te recorres de punta a punta en 2 minutos. Aparte de estas cabañas, había leído que si preguntabas a la gente del pueblo, era probable que alguien te ofreciese alojamiento sencillito en su casa, con cena, desayuno, a buen precio, y con suerte quizá hasta presenciando la labor de una tejedora. Bueno, lo primero para probar esta última atractiva opción, era encontrar gente a la que preguntar, algo que parecía iba a ser difícil, ya que no había nadie en todo el pueblo, excepto una niña que casualmente era la hija de quien gestionaba las cabañas turísticas, y me dijo que si quería podría alojarme en ellas, pero al oir el precio se me quitaron las ganas. Al preguntarle por el resto de la gente del pueblo, me contestó que estaban trabajando en los cultivos, y que hasta dentro de 2 horas no volverían. Vaya, parece que los pueblos fantasma hasta el atardecer era algo común por la zona. Bueno, no quedaba otra que esperar, y viendo que se habían olvidado de construir el bar del pueblo o un misero banco en el que sentarse a pasar el rato, pasé las dos horas charlando con la niña sobre su vida en la escuela del pueblo, la cual a su vez sirve de internado para los niños que acuden a ella desde los pueblos "cercanos", a los que no les queda otra que dormir entre semana en la escuela, ya que sus casa están a varias horas de camino.

Tras algo más de hora y media, parecía que la vida social comenzaba en Maragua. Por el fondo se asomaban las primeras ovejas, seguidas de su protector perro y el dueño, el cual justamente era el padre de la niña, y gestor de las cabañas. Le pregunto por la posibilidad de encontrar alojamiento alternativo, pero me dice que las cabañas están gestionadas por la comunidad, y que actualmente ya nadie aloja en su casa a turistas, ya que iría en contra del negocio de las cabañas. Como por estas tierras es mejor tener información de varias fuentes, prefiero esperar a preguntar a alguna otra personas. Sin embargo, la información es confirmada, así que no me queda otra que tragarme el monopolio hotelero del pueblo, y pagar por una cabaña. Debo decir que la cabaña estaba en muy buenas condiciones, y que en el precio de 50 bolivianos (tras un duro regateo), me incluyeron la cena y el desayuno, pero aún así, un viajero que llegue al pueblo con el presupuesto bastante ajustado, lo tendrá difícil ante la explotación turística de la que se aprovechan, una más durante el viaje por Sudamérica.


 Interior de la cabaña

¿Y del tema de los textiles Jalq'a? Evidentemente pregunté a varias personas sobre la posibilidad de visitar a alguna tejedora y ver los famosos textiles, pero toda respuesta llevaba un "ni idea" como protagonista. En fin, parecía que todas mis esperanzas se reducirían al último destino, Potolo, al que llegaría al día siguiente. Así que tras una revitalizante cena, tras la cual recé porque aguantase en mi cuerpo durante varias horas, a la camita y a descansar del intenso día, que al día siguiente me esperaba otra buena caminata. Pero de repente alguien toca la puerta de la cabaña, hace unas horas no había un alma en el pueblo y a las 11 de la noche alguien viene a mi cabaña... Era una cholita con su hija, que les habían dicho que un "gringo" estaba alojado en las cabañas, y venían a... ¡enseñarme sus textiles! Si la montaña no va a Mahoma... Así que sin quererlo ni beberlo, ahí estaba con una de las famosas tejedoras Jalq'a, extendiendo sobre la cama varias piezas de preciosos textiles. Estaréis pensando, "sí sí, mucha explicación pero a mí lo que me interesa son las fotos". Resulta que la cholita cobraba por el simple hecho de hacer una foto a sus tejidos, ya que me comentó que cuando un turista va a su casa a ver sus textiles y cómo trabaja, siempre cobra por la visita y las fotos. Así que finalmente hice el trato que la visitaría al día siguiente, le pagaría el precio del tour tejedor, y todos felices. "Mañana a las 8, en la casita con la puerta verde que está al cruzar el río". ¡Perfecto! Eso sí, por lo poco que hablé en ese momento con ella, me comentó que apenas quedaban dos tejedoras en la comunidad, que el trabajo de los textiles requiere de mucha paciencia y trabajo, ya que cada textil tardaban unos 2-3 meses en hacerlo, y claro, muchas mujeres teniendo la opción de ganar dinero más rápido vendiendo Coca-Colas o cervezas, habían ido abandonando la profesión.

Y digo yo, ¿dónde está ese programa de la organización ASUR para la conservación de la tradición de los textiles en las comunidades Jalq'a? ¿Dónde está ese programa que me habían comentado en el museo de Sucre para formar a jóvenes de las comunidades en el arte del textil? Seguro que en las palabras de aquellas mujer y en el edificio abandonado que vi en Maragua con un cartel que decía "Taller de textiles", no estaban esos famosos y bonitos programas para preservar la tradición y el prestigio de las mujeres Jalq'a.

A pesar de todo ello, quedaba el último cartucho, la visita al día siguiente de la comunidad de Potolo, también famosa por el arte textil. De modo que tras un energizante desayuno, y ya con los problemas estomacales olvidades, de nuevo mochila al hombro, y a comenzar la caminata hacia Potolo. Como no, al preguntar por el tiempo que me llevaría llegar hasta el pueblo, obtuve respuestas desde 3  hasta 7 horas, así que por ser precabido, comencé la excursión bien prontito. ¿Recordáis que había quedado en visitar a la mujer de los textiles en su casita de la puerta verde? ¿Vosotros habéis visto la casa? Pues yo tampoco... :-( De forma que ya asumiendo que esos días no estaba destinado a apreciar las tradiciones Jalq'a, me puse rumbo a Potolo.

En esta ocasión la caminata fue mucho más agradable que la del día anterior, por un lado porque me sentía con más fuerzas al tener alimento en la tripita, y por otro porque los paisajes eran mucho más agradecidos, comenzando por montañas de tonos amarillentos propios de la sequía de la zona, a formaciones rojizas y de tonos rosáceos que hicieron la maravilla de mis pupilas.

Inicio del camino desde Maragua a Potolo


 Paisajes en el camino a Potolo

También ayudó el hecho de encontrarme por el camino más vida humana, donde un simple "buenos días", o una simple respuesta a la pregunta: "¿es este el camino a Potolo?", lograban que me sintiese algo más acompañado en medio de la inmensidad del altiplano.

Tras algo más de 3 horas caminando, al fondo del camino empezó a aparecer la famosa Potolo, una de las principales comunidad Jalq'a, y en la que había visto muy bonitas fotos de danzas y trajes tradicionales en una publicidad. Pero al llegar, nada de danzas, nada de trajes tradicionales, nada de nada...

 La calle de Potolo

El pueblo os lo puedo describir en un línea: una plaza desértica, una calle, y un centro cultural de textiles, en el que una ancianita que apenas hablaba español, (en estas comunidades el principal idioma es el quechua), me enseñó las 4 figuras que tienen expuestas con trajes de carnaval. ¡Mhhhh! Probaré una vez más, "¿usted sabe si en Potolo hay tejedoras a las que poder visitar?", la respuesta, ya conocida, "ni idea".
 
El centro cultural de Potolo
 
Viendo como se presentaba el panorama, lo mejor era tratar de tomar el primer transporte hacia Sucre, y dar por finalizada la mini-aventura de dos días por las remotas y "tradicionales" comunidades Jalq'a. De nuevo, respecto al transporte de vuelta a Sucre, por un lado me decían que a las 14:30 llegaría un camión, por otro que a las 16:00 vendría un bus... En fin, lo mejor sería simplemente esperar hasta que cualquier tipo de vehículo apareciese. Por suerte, al de pocos minutos apareció un bus en dirección Sucre, que aunque seguro no se llevaría el primer premio en el concurso de "Miss Bus", mejor que el camión del día anterior seguro que sería.

Así que tras un entretenido viaje de algo más de 2 horas, llegamos a Sucre, aunque un par de kilómetros antes del lugar donde se supone debíamos bajarnos, ¿el motivo? Según la pequeña charla que tuve con el conductor:

- ¿Por qué hemos parado aquí?
- Porque el bus tiene un muelle roto y tengo miedo de que en cualquier momento no pueda seguir.
- ¿Y desde cuándo lleva ese muelle roto?
- Ufff, ni idea....
:-O

Bueno en estos caso bien vale el dicho, "ojos que no ven, corazón que no siente", porque no sé que habría sido de mi corazón si hubiese sabido que el bus tenía una pieza rota mientras íbamos por aquel camino de tierra lleno de curvas montaña arriba con un precipio al lado.

Y todo esto fue la excursioncilla por las comunidades Jalq'a. Podría sacarse la conclusión de que habría sido mejor quedarme tranquilito en Sucre, sin retortijones, sin largas caminatas, y sin decepciones publicitarias. Pero todo lo contrario, pude disfrutar de paisajes y entornos como nunca había visto, pude disfrutar de pequeñas charlas con habitantes de las comunidades, pude tener mucho tiempo en solitario, con los pensamientos y conocimiento interno que ello implica, y sobre todo, pude comprobar como no siempre hay que creerse lo bonito que nos pintan la preservación de tradiciones indígenas, la palabrería que muchas veces te sueltan por dar gusto a tus oídos de turista y de buscador de experiencias tradicionales. Es una pena, pero no siempre hay que creérselo...

¡Un abrazo!

"Para crear debes estar consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones debes de crear algo nuevo." Carlos Fuentes, periodista y escritor mexicano.

viernes, 18 de julio de 2014

Nos recibe una Bolivia diferente en Sucre con su calorcito y buen ambiente

En el reciente post sobre La Paz, os comentaba que las expectativas al llegar no eran demasiado altas, al tratarse de una gran ciudad, con el consiguiente bullicio, tráfico... Pero finalmente resultó ser una buena lección para evitar futuros prejuicios. En el caso de Sucre, todo lo contrario, las expectativas eran muy buenas, todos los viajeros con los que nos habíamos cruzado nos decían que con diferencia era la ciudad más bonita y agradable de Bolivia, ¡y resultó ser totalmente cierto!

Pero, ¿qué es lo que tiene Sucre comparada con el resto de Bolivia para que sea tan atractivo? En primer lugar, sobre todo siendo invierno como ahora, ¡que tiene un clima buenísimo! Calorcito por el día y un poco de fresquito por la noche.  Y segundo, que es una ciudad cuyo centro se parece más a un pueblito de estilo colonial en el que todos se conocen que a una gran ciudad, centro en el que se concentra gran parte del pasado histórico boliviano. Dudo que con esta breve descripción Sucre haya conseguido robaros el corazón, así que mejor explayarme un poco más acerca de la segunda ciudad de Bolivia declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, tras Potosí.

Ya comenté en el último post, que el camino para llegar a Sucre desde Cochabamba podría decirse que no fue del todo placentero. Sino que lo más placentero es el hecho de poder contarlo... A esto se unió el hecho de que como con el kamikaze del conductor quinceañero llegamos hora y media antes de lo previsto, ahí estábamos, a las 4 de la mañana, con la terminal aún cerrada, en la fria noche de Sucre... Por suerte, si a alguna ciudad de Bolivia tienes que llegar a esas horas sin alojamiento reservado mejor que sea Sucre, ya que nos dirigimos a un hostal que nos había recomendado una pareja francesa que conocimos en Cochabamba, y a pesar de la cara de dormido del encargado, aceptó que nos quedásemos esa misma noche a muy buen precio.

A la tarde del mismo día, ya descansaditos, duchaditos y bien alimentados, comenzamos con la exploración de la capital de Bolivia. Ya al llegar a la plaza central, conocida como 25 de Mayo, fecha en que comenzó la independencia de América Latina, pudimos comprobar que las afirmaciones que dicen que es la plaza más bonita de Bolivia tenían su punto de razón.

 
 Diferentes vistas de la plaza 25 de Mayo

Protegida por edificios coloniales, la catedral metropolitana o el palacio de Gobierno, y con su corazón palpitante de palmeras, limpiadores de zapatos, la vida social de la ciudad en pleno esplendor, y la estatua de Jose Antonio Sucre en el centro, mano derecha del libertador Simón Bolívar durante la independencia de Sudamérica, y primer presidente de Bolivia.

Tras una paradita en la oficina de turismo, (¡cuánto tiempo sin poder visitar una!), y aún con el subidón de la llegada al nuevo destino y de poder estar en la calle con menos de 3 capas de ropa, nos dirigimos a la primera visita cultural en Sucre, la imprescindible Casa de la Libertad, un importantísimo icono en la historia de este país andino, antes conocido como el "Alto Perú", ya que en este edificio fue donde tal día 6 de Agosto de 1825, se firmó el Acta de Independencia de la República de Bolivia.


 Entrada de la Casa de la Libertad

La Casa de la Libertad, está dividida en diferentes salas, como la sala virreinal, con objetos de los siglos XVI, XVII y XVIII, y con explicaciones de la historia de la actual Bolivia, desde su conquista inca hasta su independencia; la sala de los guerrilleros, como homenaje a aquellos que lucharon por la liberación del país, con objetos tan simbólicos como la espada utilizada en varias batallas por Jose Antonio Sucre o la primera bandera argentina; la sala de los diputados, en homenaje a los miembros del Senado que participaron en la Asamble de Independencia... Pero destaca por encima de todas la Sala de la Independencia, tanto por belleza, dimensiones y significado. En esta sala, ahora presidida por los retratos de Simón Bolívar, Jose Antonio Sucre y el general José Balivián, fue donde se reunió el primer Congreso Constituyente de la Nación y se firmó el Acta de la Independencia de Bolivia. Una sala en la que por su genial estado de conservación y reproducción, no es difícil viajar casi 600 años atrás, y sentir esa mezcla de alegría, orgullo y liberación al celebrar al acto de independencia.

 Sala de la Independencia en la Casa de la Libertad

Visitas históricas aparte, Sucre es de esas ciudades-pueblo que ya es una delicia simplemente pasear por las calles del centro, adornadas por bonitos edificios blancos, o alejarte unas pocas cuadras para disfrutar de las voces infantiles y la prueba de paciencia de los padres en alguno de los parques que ponen la nota verde a la ciudad.

Calle del centro de Sucre

Teatro Municipal de Sucre

Parque Bolívar en Sucre

Otra de las actividades sumamente recomendables a hacer en Sucre, es darse un pequeño paseo hasta el Museo de Arte Indígena, durante el que pondréis a prueba los glúteos subiendo las empinadas cuestas, lo que a su vez te recompensa con unas boonitas vistas de la ciudad, aparte de llegar al mencionado museo. El museo ofrece una exposición sobre las costumbres y cultura de las principales etnias de la región de Chuquisaca, como son la Jalq'a y Tarabuco, sobre todo centrado en su faceta más característica, la confección de textiles.

Plaza de la Recoleta

Vistas de Sucre

Pero de este tema ya hablaré con más profundidad en el siguiente post, en el que os contaré una trabajo de investigación exhaustivo sobre las comunidad Jalq'a...  Simplemente comentar que la visita al museo merece mucho la pena, en un primer momento por abrir nuestros ojos a nuevas etnias y nuevas esperanzas sobre el mantenimiento de bonitas costumbres, y posteriormente por abrir nuestra conciencia hacia el sentido crítico y la necesidad de experimentar todo de forma personal para poder valorarlo.

Sobre la comunidad Tarabuco, simplemente comentar que nos acercamos un día a su famoso mercado artesanal dominical. Mercado que de artesanal poco tiene, ya que está compuesto en una parte por indígenas vendiendo las típicas ropas y productos bolivianos que te encuentras en cada ciudad turísticas, seguramente fabricados en China, y por otra parte, la más local, gente vendiendo DVDs, ropa o los productos obtenidos de las cosechas.

Niños de Tarabuco con almas de modelo


Perspectivas del mercado de Tarabuco

Y como no, no podía faltar la sección gastronómica dedicada a Sucre. Sin muchas novedades en cuanto a descubrimientos de productos locales, pero grandes experiencias sobre todo en el restaurante vegetariano Condor Café, protagonista de largas horas de buena comida y conversación, y en el mercado central, en el que de nuevo, pudimos disfrutar de uno de nuestras aficiones favoritas en Bolivia, jugos y ensaladas de frutas a precios baratísimos y de calidad que daban ganas de llorar cada vez que se terminaba.

 En el paraíso frutal del mercado central de Sucre

En resumen, Sucre nos regaló unos maravillosos días de calor que ya casi habíamos olvidado, días de descanso por la altura, días de sentirnos de nuevo en un lugar como en casa. Lo prometido es deuda, así que no os perdáis el próximo post en el que os narraré las aventuras y desventuras para llegar a las comunidades Jalq'a y poder ver con mis propios ojos una realidad bien distinta a las que nos habían contado.

¡Un abrazo!

"Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad". Mario Benedetti, poeta uruguayo.

jueves, 17 de julio de 2014

De visitas educativas por Cochabamba y Sucre

¿Recordáis que cuando comencé a engendrar este lindo retoño en forma de blog, comenté que uno de los objetivos del viaje era visitar escuelas alternativas en diferentes países y así aprender e ir formando mi ideal pedagógico como futuro profesor? Bueno, si no lo recordáis no os sintáis culpables, porque ha habido mucho tiempo durante el viaje que parecía que hasta yo me había olvidado... Pero unos días de vacío existencial y motivacional lograron que este objetivo volviese a la luz, iluminando con más potencia que nunca, y me pusiese a buscar centro de educación alternativa por Bolivia. El resultado tras algunos mails y llamadas, un centro de apoyo extraescolar en Cochabamba, al sur de La Paz, y un colegio Montessori (pedagoga que fundó este método pedagógico alternativo) en Sucre, la capital de Bolivia.

Pero antes de hablar de lo que he podido observar en estos centro, quizá alguno esté pensando: "A mí el tema educativo ni me va ni me viene, esto se supone que es un blog de viaje, así que háblame un poco de Cochabamba y Sucre". Respecto a Cochabamba, en esta ocasión no gastaré muchas palabras en esta ciudad.

Pasamos en ella 3 días, en los que a nivel turístico no hicimos prácticamente nada, ya que las opciones que habían no hicieron encender en nuestro interior la chispa de la curiosidad, pero sí que nos aportó mucho a nivel emocional. Primero por la visita al mencionado centro extraescolar, ya que volvió a despertar en mí el hambre por empaparme de experiencias y conocimientos educativo que sirvan para cumplir uno de los sueños de mi vida, convertirme en profesor. Segundo, porque descubrimos un par de restaurantes vegetarianos que hicieron las delicias de nuestros exigentes paladares. Y tercero, porque conocimos a una pareja francesa de viajeros, que venían de Argentina, y con sus historias y recomendaciones activaron de una manera increíble esa chispa interior necesaria para que tras 9 meses dando vueltas por el mundo te siga apeteciendo viajar como si fuese el primer día. Respecto a Sucre, sí que merece la pena un post aparte en el que contaros sus delicias como ciudad histórica, cultural y turística, un "debe" en todo viaje a Bolivia, así que aquellos voraces por información turísticas, tranquilos que tendréis vuestra ración. :-D

Bueno, vamos al tema central del post. En primer lugar, el Centro de Educación Permanente Jaihuayco (CEPJA), de Cochabamba. Se trata de un centro extraescolar, al que niños desde 5 a 17 años acuden tras sus clases en los centros escolares para recibir apoyo en cada materia que puedan tener dificultades.  Pero en lugar de centrarme en características como cuántos alumnos tienen por aula, las instalaciones, horarios... Lo que más me aportó de este centro es la respuesta a la pregunta que seguramente os haréis algunos: "¿Qué tiene de alternativo un centro así? Para responderla, en primer lugar hay que puntualizar algunos rasgos generales de la educación pública boliviana, la cual, según palabras de los docentes del CEPJA, aún a día de hoy fomenta la desigualdad de género, con actividades concretas según el género, e incluso estableciendo la distribución del aula según el sexo del alumno; no existe apenas colaboración con las familias, primer y uno de los más importantes agentes educativos; no se profundiza en el desarrollo sensorial, basando el currículo en el desarrollo cognitivo... Aunque por desgracia, estas características de la educación no son algo exclusivo de Bolivia...

Centro CEPJA de Cochabamba

Teniendo en cuenta estos puntos, el CEPJA promueve entre sus alumnos la equidad de género, sin hacer distinciones en cuanto a tareas, distribución de la clase, e incluso yendo más allás y fomentando debates con ejemplos reales de desigualdad de género, desarrollando así el sentido crítico entre los estudiantes. Por otro lado, a pesar de ser un centro extraescolar, tratan de mantener un contacto regular con las familias, de forma que la educación no sea algo exclusivo de un centro, sino que sea extensible y coherente con la vida en el núcleo familiar. Impulsan el reciclaje, las manualidades con productos reutilizados, la producción de composta, de manera que los niños sean conscientes del proceso cíclico con su Madre Tierra, con su Pachamama, en el que todo lo que sale de ella, puede ser devuelto de forma eficiente, lo cual es algo extremadamente importante a desarrollar en los países andines que hasta hemos visitado, en los que hemos observado un alarmante falta de educación y conciencia hacia el respeto a la tierra.


 Realizan actividades con el objetivo de desarrollar los sentidos tanto exteriores como interiores, desde proponer al alumno que describa sus sensaciones ante el tacto del agua, hasta relajación al inicio de cada clase con música. Este desarrollo sensitivo es sumamente importante si se quiere apostar por una educación integral del niño, es la principal base sobre la que se sostiene la facilidad con la que construir la estructura cognitiva y creativa de toda persona. Además, regularmente realizan actividades en el exterior, como trabajos sociales, visitas a comunidades indígenas con las que los niños intercambian conocimientos, e incluso visitas a centros escolares públicos, en los que los niños del CEPJA realizan exposiciones sobre lo aprendido en cuanto a igualdad de género, respeto por el medio ambiente, interculturalidad... Experiencias imprescindibles si se quiere que el niño sea capaz de contextualizar su educación, profundizar en los valores desarrollados, y fomentar su capacidad de expresión y transmisión de conocimientos. Y como último punto a destacar, como buen ingeniero que uno es, la relación entre las nuevas tecnologías y el trabajo de valores en los alumnos, que como todo, los nuevos recursos tecnológicos, depende en manos de quien los dejes, pueden ser una herramienta que arruine todo un proceso educativo o que lo favorezca y estimule en gran medida. Como por ejemplo los proyectos que pone en marcha el CEPJA, en los que alumnos de secundaria que poseen cierta predisposición y habilidades informáticas, desarrollan materiales informáticos para los alumnos de primaria. Todo un ejemplo de que dar es igual a recibir. Creo que es muy importante en todo centro escolar que se fomenten actividades internivel como esta, en las que los alumnos mayores desarollan su capacidad de transmisión y los alumnos más pequeños tienen la oportunidad de aprender de figuras alternativas al maestro, figuras que hace no mucho tiempo tenían su misma edad y por lo tanto el nivel empático puede ser mucho mayor.

En "resumen", todo esto es lo que en mi opinión hace del CEPJA una alternativa a la educación tradicional boliviana. Sé que muchas de las características que he puesto se dan, por suerte, ya en muchos centros públicos alrededor del mundo, pero como he dicho, no olvidemos que este centro se encuentra en un contexto muy particular, en el que valores que nos puedan parecer a algunos obvios, puede que aquí no lo sean tanto.

Y como dije al principio del post, desde Cochabamba pusimos rumbo a Sucre, la capital de Bolivia. Como apunte, comentar que de los 9 meses que llevo de viaje, 7 junto a Ewe, el viaje desde Cochabamba a Sucre fue con diferencia el peor que hemos vivido. Quizá recordéis el camino que hicimos para pasar de Ecuador a Perú, en un bus viejo por un camino estrecho de tierra bordeando la ladera de montañas  a toda velocidad. Bueno, añadidle a eso más velocidad, un bus aún más viaje, y la oscuridad de la noche. Padres, hermana, sobrina, amigos, estoy seguro que aquella noche os pitaron mucho los oídos, porque mira que me acordé de todos vosotros...


Bueno, el tema es que de una u otra manera por fin llegamos a Sucre. Temas turísticos, museos, la ciudad en sí... lo dejamos para el próximo post de estilo viajero. En este, os comentaré la visita que hice al primer colegio Montessori. ¿Montessori? ¿Y eso qué es? De forma muy resumida y por lo que he podido aprender hasta ahora leyendo algunos documentos, se trata de una pedagogía desarrollada por la doctora María Montessori a finales del siglo XIX principios del XX. Sus principios más destacables son:

- Aplicable de forma universal, sin importar raza, estatus económico, nivel académico...
- Libertad del alumno para escoger sus trabajos, duración, ritmo... Siempre obviamente con la atención, guía y consejo del profesor.
- Disciplina que surge desde el propio interior del niño, evitando el clásico sistema de premios-castigos.
- Descubrimiento de los propios errores por parte del niño.
- Actividades para fomentar el cuidado propio y del entorno.
- Grupos de diferente edad.
- Ayuda entre compañeros.

Bueno, esta es la teoría, que dependiendo cada centro la adptará a su manera, sobre todo teniendo en cuenta cada contexto y que esta pedagogía fue desarrollada hace más de 100 años, y toda pedagogía requiera cierta evolución temporal y cultural. Aún así, para los ideales pedagógicos que he podido desarrollo hasta ahora, es una pedagogía que me llama mucho la atención, y por ello la visita a un centro Montessori fue algo que me tomé con mucho interés. ¿Sería tan bonita la teoría como la práctica de la educación Montessori? ¿Cómo lograr principios tan complicados?

 Doctora María Montessori

La visita al centro Montessori de Sucre consistió en una entrevista con su director, Wilmer Pérez, teólogo y filósofo que con gran pasión comenzó el gran proyecto de la escuela Montessori hace unos años. En toda visita a un centro educativo, lo ideal es no sólo entrevistarte con el director, sino además tener la oportunidad de visitar las aulas mientras dan clase, ver el centro en plena actividad, sin embargo en esta ocasión no fue posible ya que coincidió con las vacaciones de invierno...

Lo primero destacable a título personal al hablar con Wilmer, el director del centro, es que es una persona apasionada por su centro, sus niños y la educación. Prácticamente vive por y para hacer realidad su ideal educativo, para conocer lo máximo posible a cada uno de los más de 600 alumnos del centro, lo que se refleja en que le gusta a dirigirse a cada alumno por su nombre, conocer su situación familiar, sus sueños, inquietudes, siempre con la puerta de su despacho abierta antes cualquier consulta, ya que no existen preguntas tontas, sino silencios que hacen que se escape la oportunidad de aprender.

Respecto a la metodología del centro, en mi opinión los puntos más destacables en cuanto a la propuesta alternativa del centro sería por un lado el hecho de que el trabajo de los alumnos está basado en lo que en el centro llaman "proyectos de investigación", los cuales consisten en que siempre que sea conveniente, no simplemente transmitir ciertos contenidos, sino tratar de profundizar en ellos conociendo su origen, su aplicabilidad al contexto cultural, su integración con otro contenidos interdisciplinarios... Todo ello intentando que sea el propio alumno el que llegue a las conclusiones finales. En este sentido, para lograr el principio de libertad que apoya la educación Montessori, cada Viernes se realizan asambleas con los alumnos en cada aula, en las que se discuten y planifican las tareas para la semana siguiente, al igual que se exponen necesidades de las clase, incluso teniendo libertad para cuestionar decisiones tomadas por el profesor, creando así un ambiente en el que todos aprende de todos, y no como suele pasar, que el profesor es la figura de autoridad cuya palabra es incuestionable. En consecuencia a estas asambleas, se nombran comisiones de responsabilidad compuestas por los alumnos para hacer frente a dichas necesidades. Vamos, las tutorías de toda la vida, pero con un mayor poder de decisión estudiantel y siendo ellos mismo los que se ocupen, siempre que sea posible, de encontrar y poner en práctica las soluciones.

Respecto a la disciplina en el aula, siempre procuran hace uso del lenguaje positivo, y en caso de algun acto de indisciplina, primero conversar con el alumno para intentar llegar a una solución, y en casos extremos, se llegan a imponer sanciones en forma de trabajo social. Me encanta algo así, la filosofía de que de toda acción, según tu actitud ante ella, puede surgir una oportunidad para crear algo bueno. Además, otra cosa que para mí es esencial en todo centro educativo, es que existe una gran interacción entre alumnos de diferentes cursos, ya que realizan programas en los que alumnos con especial interés y habilidad en alguna materia, tienen la oportunidad de preparar y dar clases de dicha materia para alumnos más pequeños, incluso hay alumnos que ejercen cargo de cuidadores del recreo de los pequeños, e incluso programas de clases particulares entre los propios alumnos. Es muy importante no cerrar la capacidad de la transmisión de conocimientos a la figura del profesor, cada persona, incluyendo profesor y alumnos, utiliza un lenguaje diferente, una metodología diferente. Es imposible que las prácticas educativas de un profesor sean las ideales para todos los alumnos de la clase, por lo que iniciativas en las que los propios alumnos tienen la oportunidad de ejercer de profesores, cosa que siempre son, me parecen interesantísimas para lograr una educación para todos.



En cuanto a la evaluación en el centro, evidentemente existen ciertas pautas marcadas por la ley que se deben cumplir, pero leyes aparte, los centros siempre tienen cierta autonomía, y en este caso la utilizan para no dar tanto paso al resultado final en forma de nota, sino al proceso para llegar a esa nota, es decir, lo importante no es llegar a la cima de la montaña, sino disfrutar del camino que has hecho para llegar hasta ella. Por lo que en el centro tratan de individualizar al máximo posible las evaluaciones, y con una política muy abierta en cuanto a la posibilidad de re-evaluación. ¿Quién no ha tenido un mal día en el que cualquier cosa que hace le sale mal? Pues un niño no es menos, y no es justo basar la mayor parte de una evaluación en la nota de un examen, por lo que tratando de forma personal cada caso, las re-evaluaciones sin tener en cuenta resultados anteriores son una práctica común en el centro.

Y por último en cuanto a cosillas positivas que despertaron en mí aún más ese sueño de dedicarme a la educación, es la estrecha relación existente entre el centro y los padres de los alumnos, organizando incluso salida con las familias, cenas, y todo tipo de actividades lúdicas. Como he comentado antes, ya no debe existir la antigua idea de que la educación empieza y termina entre las 4 paredes del aula. Hoy en día existen múltiples agentes educativos. Sobre algunos de ellos no tenemos mucho poder para cambiarlos, como la sociedad, medios de comunicación... Pero sobre otros sí que tenemos total responsabilidad, como el centro escolar y la familia, y cuanto más cercana y coherente sea la relación entre ambos, más beneficioso para el protagonista de todo esto que estamos hablando, el niño.

Pero no creáis que cuando voy de visita a un centro lo veo todo bonito y maravilloso, ya que no sólo es importante saber qué es lo que se quiere en la vida, sino también lo que no se quiere tanto. A grandes rasgos, existían dos factores del centro, que según había vista en su Web, no me eran muy coherentes con una educación Montessori, como es en primer lugar el hecho de que el centro realice pruebas de acceso a los alumnos, teniendo ciertos criterios académicos a la hora de aceptar a un alumno, lo cual no  concuerda con la idea de aplicación universal Montessori. Y por otro lado, el centro es conocido por su participación y grandes resultados en olimpiadas de diferentes ámbitos: deportes, Matemáticas, Física, Lenguaje... Lo cual, en mi opinión, fomenta una educación basada en el resultado, y alimenta ese espíritu competitivo que hoy en día alimenta a una sociedad hambrienta por destacar a toda costa por encima de los demás. Cuando planteé ambas cuestiones al director, no sé si por las prisas que tenía ante gente que le estaba esperando o por una maniobra de evasión, no me respondió claramente. En el caso de la competitividad que fomentan actividades como unas olimpiadas, me dijo que siempre tratan de alentar en los alumnos una competitividad sana, pero sin llegar a profundizar sobre este término.


En definitiva, la propuesta del centro me resultó muy interesante, aunque por desgracia, un colegio de este estilo es de ámbito privado, lo que impide un acceso universal en el sentido económico, pero una cosa es conseguir una educación alternativa porque personas con una visión diferente y pasión por la pedagogía ponen sus esfuerzos en el desarrollo integral de los niños, y otra es que aquellos que están en el poder y se encargan de redactar cada 4 años nuevas leyes de educación, algún día despierten de la nube de ego en la que cómodamente están dormiditos.

La verdad que no me importaría para nada establecer mi futuro profesional en un centro como el Montessori de Sucre, pero primero, queda mucha América del Sur por ver, muchos centros por visitar, muchas estilos pedagógicos por aprender, para así seguir formando mi estilo pedagógico que me ayude a cumplir mi sueño, y ayude a muchos a niños a aprender a descubrir los suyos.

¡Un abrazo!

Un problema nunca puede ser solucionado con la misma mentalidad con la que se originó. Un sistema educativo no puede seguir siendo el mismo que hace 30 años, cuando la sociedad cambia a pasos agigantados cada día.

Un mercado de brujas, el paraíso de los músicos, frío... ¡Esto y mucho más en La Paz!

Después de pasar nuestro primeros días en Bolivia, acostumbrándonos al nuevo clima frío y a la altitud, el siguiente destino era claro, sobre todo porque desde Copacabana no hay muchas más opciones a las que ir hacia el sur, La Paz, que aunque muchos lo creáis, entre los que me incluyo, no es la capital de Bolivia, sino que alberga la sede gubernamental del país y los poderes legislativos y ejecutivos.

Se avecinaba una nueva gran ciudad, tráfico, mucha gente, impersonalidad, otro lugar en el que hace mucho frío, ya que estamos en la época invernal de la zona, otro lugar a más de 3600 metros de altitud, la verdad que ante este panorama no nos apetecía quedarnos a priori muchos días, pero mira, una vez más, se demostró que mejor valorar las cosas una vez experimentadas, ya que finalmente nos acabamos quedando más tiempo del previsto.

Tras unas 4 horas de un sorprendente viaje en bus, llegamos desde Copabana a La Paz, sorprendente porque según lo vivido en Perú viajando en latas a través de caminos de tierra, música cumbia a tope y conductores locos; nos esperábamos algo mucho peor en Bolivia, por suerte la primera experiencia fue bastante positiva, aunque os aseguro que no sería la tendencia general del país...

Para descubrir de la mejor manera una ciudad, hoy en día existen recursos maravillosos como los tours "gratuitos", los cuales descubrí viajando por Europa. Se tratan de tour de unas 3 horas, generalmente con guías jovencillos y con bastante gracia y entusiasmo, que tras el tour piden una propina, la cual en todos los tours de este estilo que he hecho he dado muuuuy gustosamente. Y mira por donde, en La Paz también existen este tipo de cosas. Así que el primer día, como introducción al nuevo lugar, disfrutamos de uno de estos tour en el que pudimos aprender muchísimas cosas de La Paz y Bolivia en general.

Por ejemplo aprendimos acerca de la historia y fundación de la ciudad. Fue fundada en 1548 por el capitán español Alonso de Mendoza, pero no en su ubicación actual, sino a unos kilómetros, en lo que hoy es la localidad de Laja. Pero parece ser que por esa zona el frío era cosa seria, y el capitán Alonsito apenas duró allí 3 días, tras los cuales trasladó la ciudad de La Paz a su ubicación actual.

Vista del centro de La Paz, lado indígena, con el barrio de El Alto al fondo


Vista de La Paz, lado español, con la montaña Huayna Potosí al fondo

Durante los años de mandato español sobre la ciudad, el río que aún hoy la divide, aunque actualmente de forma subterránea, dividía la ciudad en dos partes bien diferenciadas, la parte indígena, donde se ubica el actual centro turístico y la basílica menor de San Francisco de Asís, (ya sabéis, evangelización a toda costa); y por el otro lado la parte española, donde hoy se pueden encontrar la mayoría de iglesias y casas de tipo colonial, sobre todo estas última en la famosa calle Jaén.


Calle Jaén en La Paz

Durante finales del siglo XVII y principios del XIX, La Paz se vió envueltas en continuas luchas entre los españoles por mantener su control, y los indígenas por lograr su liberación. Las tropas indígenas, lideradas por Pedro Domingo Murillo, militar mestizo, llegaron a hacerse con la ciudad e incluso instaurar el primer Gobierno Libre de Hispanoamérica, marcando el comienzo de la liberación de América del Sur de España. Sin embargo, al poco tiempo los realistas españoles volvieron a tomar La Paz, y ahorcaron a Murillo en la plaza que ahora lleva su nombre, donde antes de morir diría su famosas frase: "Compatriotas, yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la podrá apagar, ¡viva la libertad!".

Plaza Murillo, con la estatua del militar

Pero no sólo de historia te están hablando durante las 3 horas del tour, aunque con la pasión con la que lo cuentan tampoco habría pasado nada... También nos hablaron de la cultura boliviana, donde uno de sus mayores exponente es la figura de la "cholita". Las cholitas son mujeres indígenas que se dedican principalmente a la venta de alimentos en el mercado, aunque últimamente muchas se han decantado por el jugoso dinero de la venta de souvenirs a turistas. Son fáciles de identificar, con sus largas y gruesas faldas, sus grandes traseros, y su sombrero, que si está recto no hay nada que hacer, está casada, mientras que si está de lado tienes vía libre. Pero no os penséis que esto de decir que tienen grandes traseros les ofendería, todo lo contrario, el canon de belleza entre los indígenas es una mujer con anchas caderas, cuanto más mejor, resultado de numerosos embarazos y demostración de la feminidad y fortaleza de la mujer. ¡Imaginaros que hasta se celebran campeonatos de lucha libres entre cholitas!

Reunión de cholitas en el Mercado de las Brujas

Me gustaría ver a estas personas presenciando un desfile de moda europeo, a ver qué cara pondrían ante las casi-sin-sombra modelos... Un ejemplo de que no hay un prototipo ideal físico de hombre o mujer, bueno, para las empresas de ropa y productos estéticos occidentales sí, pero no nos olvidemos que ellos muestran un ideal físico para hacer negocio, cada uno de nosotros simplemente debemos aceptarnos tal y como somos, y cada día dar gracias por el cuerpo que tenemos, el cual nos permite hacer tantas y tantas cosas.

Otro de los punto que tocaron durante el tour fue el mandato del actual presidente de Bolivia, Evo Morales, el primer indígena que ha llegado a la presidencia del país. Según palabras de la guía del tour, Evo ha hecho, sobre todo durante sus primeros años de mandato, grandes cosas por los derechos del pueblo indígena, convirtiendo lo que antes era una discriminación en protagonismo e igualdad.Pero como nunca llueve a gusto de todos, también parece que ha tenido sus puntos débiles, como favorecer a través de incentivos el aumento de la tasa de la natalidad del país, con el objetivo de crecer en pobalción tanto como China, lo cual según Evo es la clave del desarrollo económico del gigante oriental, en fin... Y otra idea muy curioso que se le ocurrió al bueno de Evo y que llevó a la práctica, fue cambiar el nombre del país, pasando de "República de Bolivia" a "Estado Plurinacional de Bolivia". ¿Y esto que tiene de emocionante? Pues básicamente que según la constitución boliviana, un presidente no puede presentarse a la reeleción más de una vez. Como buen político, Evo quería presidir el país cuanto más tiempo mejor, así que... ¿de qué manera se puede cambiar esto? Pues cambiando la constitución, ¿y cuál es la manera más fácil y menos laboriosa de cambiar la constitución de un país? Tic tac tic tac.... ¡Efectivamente! ¡Cambiando su nombre! De esta manera Evo se dio el lujo de tener la posibilidad de presentarse de nuevo a la reelección para la presidencia, la cual por supuesto consiguió. Listo el tipo eh...

Ok, ya hemos repasado muy brevemente algo de la historia de La Paz, su cultura a través de las cholitas, hemos hablado un poco de su presidente... ¡No puede faltar hablar de la gastronomía! Por supuesto desde el punto de vista de un vegetariano, lo siento por los amantes de la carne... En La Paz, bueno, en los países andinos en general, hay siempre un lugar donde degustar las especialidad locales a muy buen precio, el mercado. Nada recomendable en cuanto a platos cocinados a base de carne o pescado, ya que las condiciones higiénicas suelen dejar bastante que desear, pero si en el caso de La Paz, y Bolivia en general, en cuanto a jugos, ensaladas de frutas, y productos locales como el api (bebida a base de maíz), las empanadas de queso, las jawitas yungueñas (parecido a las empanadas, pero más esponjosas y con un queso dentro super sabroso). Así que os podéis imaginar que para amantes de las frutas como nosotros, no fueron pocas las visitas al mercado para deleitar nuestras panchitas con deliciosos jugos y enormes ensaladas de frutas, con precios de entre 5 y 12 bolivianos (0,5 a 1,2 € aproximadamente).

Ensalada de frutas "light", en el mercado de La Paz

Empanada de queso

Jawitas yungueñas

Puesto de jugos en el mercado

Y como último punto a resaltar dentro de todo lo que pudimos conocer durante el tour, una de las estrellas turísticas de La Paz, el Mercado de las Brujas. Se trata de un mercado al aire libre, ubicado en un par de calles del centro de La Paz, abarrotadas de tiendecitas gestionadas por mujeres indígenas en las que puedas encontrar absolutamente cualquier tipo de "pócima" que te puedas imaginar, desde la versión andina del Viagra, hasta los polvos "Síguema, sígueme", con los que conquistar al más duro corazón, o incluso fetos de llama utilizados en rituales de inauguración de casas. La verdad que es toda una experiencia cultural pasear y fijarte en los productos que venden, aunque ciertos objetos no dejan de ser desagradables para nuestros ojos occidentales y humanos.

 
Puestos curiosos en el Mercado de las Brujas

Pero no penséis que no sólo del tour podemos hablar acerca de La Paz, también dedicamos una fría mañana a visitar la basílica menor de San Francisco de Asís, en la que lo más destacable en mi opinión, aparte de su precioso claustro, es la combinación de motivos indígenas y cristianos en su fachada, como consecuencia de los listillos constructores indígenas del templo, que aprovechando que estaban bajo el dominio español y obligados a trabajar en la obra, dejaron su granito de arena.

Fachada de la Basílica de San Francisco

Fachada de la basílica, con figuras católica e indígenas

Otras de las actividades de las que disfrutamos como enanos en La Paz, fue un concierto de charango y quena (instrumentos andinos), en el Museo de Intrumentos. Si ya el simple hecho de pasear por la calle Linares, donde más de 10 tiendas de instrumentos a buenísimos precios te tientan a cada paso con charangos, quenas, guitarras, percusiones..., después de asistir al concierto del maestro Cavour y colaboradores, en el que hicieron viajar al cielo a nuestro oídos a través de los dulces sonidos andinos, no pudimos resistir la tentación de que los músicos que llevamos dentro nos dominasen por unos instantes, y acabásemos comprándonos una quena para Ewe, y para servidor un charango. ¡El primer paso para formar el primer grupo polaco-español de música andina ya está dado! jeje.

 Concierto de charango, con el maestro Cavour a la izquierda al charango

Tienda de instrumentos en la calle Linares

Y creo que poco más que contaros sobre La Paz, una ciudad que nos sorprendió muy agradablemente, en la que a pesar del frío y la altura, quisimos pasar unos cuantos días en los que simplemente pasear tranquilamente, visitar de nuevo los puestos de frutas, reponer ropa de abrigo aprovechando los bajos precios, ¡e incluso ir al cine! No os podríais creer los que se puede echar de menos una actividad tan "normal", cuando viajas durante tantos meses...jiji.

Próximo destino, Cochabamba, pero debo deciros que no esperéis un post turístico de esta ciudad, sino más bien un post de reencuentro de motivaciones perdidas, de sueños un poco dejados de lado, que en gran parte experiencias vividas en Cochabamba volvieron a traer a la luz.

¡Un abrazo!

"Si puedes soñarlo puedes hacerlo, recuerda que todo esto comenzó con un ratón". Walt Disney