martes, 21 de enero de 2014

Seguimos a los mayas por Palenque y a la naturaleza en las cascadas de Agua Azul

Llegaba el turno de una nueva ciudad maya, y para llegar a ella, nuestra primera experiencia nocturna viajando en bus, recurso habitual entre viajeros de grande recorrido con necesidad de ahorrarse unas pelillas en alojamiento y de paso ir haciendo kilómetros.

Llegamos a la ciudad de Palenque sobre las 7 de la mañana, y como en el hostal que habíamos reservado no podíamos entrar hasta las 12, teníamos todo el día por delante para ir a visitar las famosas ruina arqueológicas. La verdad que mejor que el plan se fuese formando de esa manera, si llegamos a entrar al hostal la idea de echarnos a dormir habría sido muuuuy tentadora tras las noche busera. Así que tras pegarnos un merecido desayuno, tomamos un colectivo que por 20 pesos cada uno (unos 1,2 €), nos llevó hasta la entrada a las ruinas.

La ciudad maya de Palenque está situada en las profundidades de la selva chiapanenca, incluso se cree que apenas se ha descubierto el 10% de las estructuras que formaron la ciudad, quedando el resto ocultas por la selva. Ya simplemente sabiendo esto, vas caminando por la selva de la ciudad y cada montículo que ves deja volar a tu imaginación.

Palenque, entrada a las ruinas

A modo de curiosidad comentar que el nombre de Palenque proviene del catalán, de la palabra palenc, que significa fortificación, nombre que escogió para el lugar fray Pedro Lorenzo de la Nada, primer europeo en llegar a la zona.

Al igual que nos pasó con Uxmal, una de las características que más nos gustó de Palenque fue el entorno natural en el que se encuentra la ciudad arqueológica, con la selva de Chiapas rodeándote a medida que recorres el lugar, e incluso pudiéndote adentrar en sus profundidades, observando cómo la naturaleza va ganando terreno a la historia, y disfrutando de la compañía de inmensos árboles y el sonido intimidante de monos aulladores, que para quien no los conozca, como nos pasó a nosotros, para defender su territorio emiten un grito muy parecido al rugido de un jaguar, por lo que al oírlos las primeras veces os podréis imaginar lo pequeñito que se hizo algún agujerito corporal... :-P

Palenque, ruinas en el interior de la selva

 Entre los principales edificios de la ciudad maya de Palenque, destacan el Templo de las Inscripciones, una pirámide escalonada conocida así porque en su interior se encontraron tres placas con inscripciones jerogíflicas, que relatan los detalles de la eṕoca de gobernanza de la ciudad por parte de Pacal el Grande. Además, en este mismo templo se descubrió una losa que ocultaba un pasadizo subterráneo que descendía la pirámide para llegar a la tumba de Pacal, cubierta por una sustancia venenosa al tacto para evitar saqueos y profanaciones.


 Palenque, Templo de las Inscripciones

Junto al Templo de las Inscripciones, el edificio más emblemático y más extenso de Palenque es El Palacio. No tanto porque impresione sobremanera al verlo, sino por la variedad de estructuras por las que está formado: escalinatas, una torre de observación, patios, pasillos, arcos... Una estupenda ocasión para recorrerlo e introducirte con la imaginación en la vida de los gobernantes que allí habitaron. Destaca a nivel personal dentro del Palacio el patio de los cautivos, un pequeño espacio rodeado de muros con placas grabadas en muy buen estado, representando a diferentes gobernantes de otras ciudades mayas, rindiendo culto a la ciudad de Palenque.

 Palenque, el Palacio con la torre de observación




 Palenque, inscripción del patio de los cautivos

Además del Templo de las Inscripciones, en Palenque hay un conjunto de 3 pirámides escalonadas, destacando el Templo de la Cruz. No os penséis que tiene algun motivo católico, los españoles aún estaban intentando recuperar el país de mano musulmanas por aquellos tiempos, la cruz representaba para los mayas el árbol de la vida, situado en el nivel central del mundo, acompañado en la parte superior por el "cielo" y en la parte inferior por el inframundo.

Palenque, Templo de la Cruz

Palenque, vistas desde el Templo de la Cruz 

La verdad que Palenque bien nos dio para pasar más de 3 horas divertidas y variadas, con posibilidad de subir a la mayoría de templos e incluso disfrutar de uno de los paisejaes naturales más bonitos que habíamos descubierto hasta ese momento durante todo el viaje.

Palenque y la bailarina maya

Espectáculo natural en Palenque


Después de la bien aprovecha visita disfrutando de las delicias que nos regalaron los mayas y la naturaleza, lo único que ocupaba nuestra mente era meternos entre pecho y espalda una buena comida y después premiarnos con una buena siesta, que tras la noche en el bus apenas habíamos descansado y comido. Además, durante la comida tuvimos una compañera inesperada, al parecer recién aficionada a la fotografía y profesional en llegar al corazón con su sonrisa.

No regalo como una sonrisa sincera, expresa felicidad y regala felicidad

Al día siguiente por la tarde teníamos previsto tomar un bus hacia Tuxtla Gutiérrez, capital de la región de Chiapas. Así que como teníamos toda la mañana y parte de la tarde disponibles, aprovechamos para dejar las mochilas en el hostal, e ir a visitar las conocidas cascadas de Agua Azul. 

Dicho y hecho, tomamos un colectivo en el que acompañados de gente local y algún que otro animal de granja, en algo menos de 2 horas nos dejó en un cruce para acceder a las cascadas, eso sí, después de caminar unos 40 minutos para desgracia de los taxistas que hacen el negocio por esa zona.

A medida que te vas acercando a las cascadas, el sonido del agua demostrando su fuerza empieza a envolverte, y a medida que empiezas a ver el espectáculo que te ofrece la naturaleza no te queda más que observar, disfrutar y aplaudir con el corazón.

Cascadas de Agua Azul

Cascadas de Agua Azul

Disfrutando como niños bajo la cascada


Aunque las cascadas se llaman Agua Azul, porque la mayor parte del año los descansos de agua que forman las cascadas tienen ese color, creando un efecto muy bonito, las lluvias de los últimos días nos privaron de disfrutar del espectáculo. Aún así, es mágico el simple hecho de observar el curso del agua, el tener cascadas de diferentes estilos, para todos los gustos, desde cascadas caudalosas que a nada que te acercas te empapan enterito, como las de las fotos anteriores, de lo cual podemos dar fe. Y cascadas en forma de pequeños hilos de agua, que todos juntos acompañados del entorno que los rodea forman un cuadro propio del más talentoso artista.

Cascadas de Agua Azul

 Cascadas de Agua Azul


Después de la excursioncilla y de sentir esa sensación increíble y característica que surge cuando estás rodeado de naturaleza, nos pusimos en camino de vuelta, no sin antes meter para el cuerpo un poco de alimento en forma de quesadillas riquísimas con un par de micheladas para digerirlas mejor. (Las micheladas son muy populares en México, es cerveza mezclada con una salsa que lleva limón, sal, salsa inglesa y tabasco, ¡una delicia!)

Mimando el paladar

Y es que aunque en México, país extremadamente carnívoro, no es fácil probar la comida local para dos vegetarianos como nosotros, algún capricho de vez en cuando nos podemos dar en forma de quesadillas,  huarache, nachos, guacamole...

Ya de vuelta en el pueblo de Palenque, a coger las mochilas en el hostal, y de nuevo en movimiento hacia un nuevo destino. En este caso Tuxtla Gutiérrez, donde nos esperaba Benjamin, otro viajero que conocí durante la etapa por Jordania, cuando fuí al desierto con los beduinos. ¿Os acordáis? jeje. Me encantan estas cosas, un día conoces a un mexicano yendo al desierto con unos beduinos en Jordania, y dos meses después estás yendo a la ciudad donde vive ese mexicano para alojarte en su casa. ¡I love this game! Pero los detalles del encuentro con Benjamin, su increíble familia y las delicias que descubrimos por Chiapas tendrán que esperar a los próximos post, ¡sed pacientes!

 "En la cárcel del miedo, el prisionero tiene la llave y no lo sabe". Anthony de Mello

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