jueves, 30 de enero de 2014

Llegamos a Tulum, con la magia del mar Caribe y experiencias surrealistas

Tras pasar aquellos inolvidables días sumergidos en la selva de Calakmul entre arañas y monitos, pusimos rumbo hacia una naturaleza diferente, de los animales salvajes y la humedad de la vegetación, a las aguas cristalinas, playas de arena blanca que se escapa entre lo dedos, pero eso sí, con muchas humedad igualmente, hablamos de una de las joyas de la Riviera Maya, ¡Tulum!

Para ir desde Calakmul hasta Tulum, tomamos un bus que salía de Xpujil, un pueblito cercano a la reserva de Calakmul, y viajando por la noche llegamos a Tulum sobre las 4 AM. En esta ocasión no habíamos podido reservar alojamiento, ya que Tulum es un lugar bastante turístico, y para viajeros como nosotros que vamos improvisando más o menos los destinos y las fechas, se hace difícil reservar los hostales de calidad y a buen precio. Así que tras esperar un par de horas pasando frío en la estación de bus para que se hiciese de día, cogimos las mochilas y nos pusimos en faena para buscar alojamiento.

Teníamos referencias de un hostal de mochileros llamado Weary Traveler, fuimos hacia allí y nos dijeron que en ese momento no había habitaciones, pero que si esperábamos hasta las 11 seguro que alguna se quedaba libre. Como eran aún las 7 y estábamos bastante cansados del viaje en bus, lo dejamos como opción pero seguimos buscando. Aunque eso sí, el personal de este hostal fue muy amable y nos guardaron las mochilas mientras buscábamos, lo cual es todo un alivio y mucho más cómodo. Tras preguntar en varios hostales y siempre con respuesta de que estaban llenos, llegamos al Hotel Tulum, original el nombre...jeje. Tenían habitaciones libres, y si reservábamos por 3 noches nos hacian descuento. Echamos un vistazo al hotel, un jardín chulo, la habitación amplia con baño decente, un poco de olor a humedad pero con las ganas de descansar que teníamos era lo de menos, cocina para poder usar, la chica chilena que nos atendió amable... ¡Nos lo quedamos! Y esta decisión marcó en gran medida la calidad de nuestra estancia en Tulum...

  
Entrada del Hotel Tulum

Los que seguís el blog, sabréis que nunca me he  quejado por el alojamiento, tanto Ewe como yo somos bastante conformistas con las condiciones de los hostales, no porque aguantemos cualquier tipo de alojamiento, sino porque no necesitamos mucho para sentirnos a gusto. Pero en este caso el hotel sobrepasó los límites, llegando al punto que por primera vez cambiamos de alojamiento dentro del mismo lugar. Por desgracia habíamos pagado al llegar 3 noches de reserva, y pensándolo ya en la distancia, lo mejor habría sido independientemente de haber pagado habernos ido de ahí pitando. Las instalaciones del hotel aparentemente están muy bien, un amplio jardín, comedor al aire libre, posibilidad de usar una cocina, habitaciones amplias... La realidad, habitaciones con un olor a humedad que 2 semanas después aún sufrimos en nuestro equipaje, toallas y sábanas super húmedas, cucaracha en el baño, promesa de café gratis por la mañana que nunca vimos, la cocina que se podía usar estaba echa una auténtica mierda (más cucarachas), el personal continuamente incordiándonos por cosas como dejar las sábanas fuera de la habitación para ventilar, que si no podemos usar platos de la cocina, y por supuesto con excusas para todas nuestras quejas. Y aunque suene a coña, cuando el último día les dijimos que nos íbamos a otro hostal de Tulum que además era más barato, nos dicen que el precio no lo es todo, que aunque ellos nos cobraban un poco más a ver dónde encontrábamos un lugar así... ¡Nosotros flipando! Preferimos no decir mucho porque estábamos bastante calentitos... Además, no sé si la humedad nos afectó al cerebro o fue por el cúmulo de circunstancias, durante los días que estuvimos ahí alojados nos afectó bastante al humor... En fin, no me gusta hablar mal de nadie ni de nada, pero creo que es justo contar las cosas tal y como se viven sobre todo por el bien de otros viajeros. Por suerte, tras la experiencia nos lo hemos tomado como una lección más de la que aprender a la hora de buscar alojamiento, por muy desesperado que se esté.

Pero a pesar de todo esto, Tulum tiene demasiado encanto como para que hasta el peor de los hoteles no te deje disfrutar de sus playas de postal y el buen ambiente del pueblo. El pueblo de Tulum está dividido en 2 partes, la zona urbana donde están los alojamientos y restaurantes más baratos (evidentemente nosotros estuvimos ahí), pero también donde hay más vidilla y más opciones para comer, hacer tours... Y la zona de las playas, a unos 30 minutos andando de la zona urbana.

El primer día alquilamos unas bicis y nos fuimos a recorrer las playas, a pesar de que no hacía muy buen tiempo, sólo por sentir en tus pies esa arena tan fina, tan blanca, y notar en tu piel como te envuelve el agua cálida,transparente y con ese efecto turquesa del mar Caribe, la experiencia es única.

Primera toma de contacto con la playita


Playas de Tulum

Para el segundo día, hicimos una de las visitas obligatorias al estar en Tulum, las ruinas mayas. ¡Sí, más ruinas mayas! jeje Ya sé que siempre digo lo mismo, pero estas son diferentes, no tanto por su arquitectura, la cual la verdad notábamos que ya no le prestábamos tanto interés después de recorrernos varios sitios arqueológicos, sino por su situación, en plena costa del mar Caribe. Los mayas que vivían en esa ciudad serían como los ricachones que tienen hoy en día sus chalets en primera línea de playa.


Preciosa vista desde la ciudad maya de Tulum

La localización de la ciudad, la distribución de los edificios, el misticismo que te envuelve mientras recorres el lugar mientras sientes de fondo el olor y sonido del mar, junto con los irreproducibles tonos turquesas del agua, hicieron que las ruinas de Tulum se colocasen entre nuestras favoritas durante la visita mexicana.

Ciudad maya de Tulum

Tras la visita a la ciudad maya, como al comprar la entrada habíamos cogido un pack que incluía un viajecito en lancha para visitar las ruinas desde el mar y hacer snorkel en el arrecife de coral, hacia la playa que nos fuimos. El ver la ciudad maya desde el mar tiene su encanto, además de poder presenciar una de las imágenes más famosas y bellas de México, combinando dos de sus principales atractivos, el mar Caribe y la cultura maya.

 Palacio de Tulum
La Torre del Adivino

Respecto al snorkel, apenas pudimos ver mucha cosa ya que el mar estaba un poco revuelto. Apenas algún coral y un par de cañones sumergidos según dicen procedentes de algún barco en el que llegaron los colonizadores españoles a la península de Yucatán. Pero no creáis que nos quedamos con mal sabor de boca por no poder ver mucho durante este snorkel, porque al día siguiente nos esperaba una de las experiencias acuáticas más auténticas que hemos tenido nunca, y que creo que se puede tener en todo el mundo, ¡bucear en un cenote!

¿Un quéeeeeeee? Un cenote es una cueva natural subterránea inundada muy común en la península del Yucatán y que incluso los mayas utilizaban para realizar sacrificios.. Debido a la composición calcárea del suelo de la península, gran cantidad de agua se filtra en la tierra, creando poco a poco pequeños túneles acuáticos. A veces, se forma tal cantidad de filtraciones que el peso de la tierra provoca que se derrumbe y se forma un agujero que sirve de acceso al sistema de túneles subterráneos creado por dichas filtraciones. Hablando claro, unos agujeros enormes en el suelo con agua en el fondo desde el que accedes a túneles acuáticos para pasarlo pipa haciendo snorkel o buceando.

Cenote visto desde arriba

En nuestro caso fuimos  al cenote Dos Ojos, a unos 20 km de Tulum con un centro de submarinismo que nos llevó allí en furgoneta, junto con un guía y otros turistas neozelandeses. Aunque es posible hacer submarinismo en el cenote, optamos por snorkelear primero porque Ewe no tiene la licencia de buceo, segundo porque el tema del submarinismo es carillo y todo no se puede, y tercero porque la experiencia de buceo nos la reservábamos para el siguiente destino en México. :-D

De la experiencia haciendo snorkel en el cenote qué decir, ¡espectacular! Imaginaros ir nadando por un túnel con agua cristalina, linterna en mano, con zonas en las que no llegas a ver el fondo, con decenas de columnas formadas por la unión de estalactitas y estalagmitas, y zonas en las que el techo está a escasos centímetros de tu cabeza, poniendo atención para ir esquivando las estalactitas, ¡algo no apto para claustrofóbicos! Y aunque parezca mentira, el hecho de ir nadando y ver de repente agujeros debajo tuyo de los que no puedes ver el fin acojona, ¡y sino que se lo digan a Ewe! jeje. Como no teníamos cámara acuática, os pongo algunas fotos sacadas de Internet del cenote.




De verdad os digo, que las fotos no son exageradas. Antes de entrar, ya te quedas alucinado con el efecto de color del agua, con diferentes tonos turquesas, y totalmente transparente. Y una vez que estás dentro, las zonas más abiertas en las que se filtran los rayos del sol crean un espectáculo increíble, algo que no olvidaremos jamás. Al igual que la sensación de ir nadando por un túnel subterráneo, con apenas espacio para el tubo de snorkel, mirando hacia arriba cientos de estalactitas, y mirando hacia abajo profundos agujeros y columnas.

Después de ver todo esto sobre Tulum comprenderéis que ni el peor hotel que te puedas encontrar podría hacer que los días en Tulum  no sean maravillosos, e incluso nos quedamos con ganas de haber hecho muchas más cosas, como visitar el parque natural de Sian Ka'an, bucear en la barrera de coral, visitar otros cenotes... pero el viaje debía continuar.

El siguiente post ya será el último sobre nuestra aventura mexicana, pero no por ser el último es el menos atractivo, ya que para el final habíamos dejado uno de los puntos fuertes de la etapa, la isla de Cozumel, el paraíso de los submarinistas y la vida de relax en la playita.

¡Nos vemos!

"Cuando sales del papel de víctima ya no te preocupas de lo que la vida te pueda dar, sino de lo que tú puedas dar a la vida". Jorge Iván Carvajal

3 comentarios:

  1. Hola Ivan!!!

    Es agradable lo que transmites y quiero enviarte un saludo desde Galdakao y darte las gracias por esas "ventanitas" que nos permiten ver las zonas que visitas.

    El libro " 23 maestros, de corazón " lo leere!! :)

    Un abrazo...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No hay manera mejor de disfrutar la felicidad que compartiéndola! Te recomiendo mucho el libro de 23 maestros de corazón, muy inspirador, y además usando una historia educativa, qué más puedo pedir!!jeje. un abrazo enormeeee

      Eliminar
  2. Se ve que la inspiración para las fotos es cosa de familia!! jeje. El día que vuelvas a México tienes una asignatura pendiente haciendo snorkel en un cenote!! impresionanteeee

    ResponderEliminar