Estás viajando durante varios meses por diferentes países, conociendo lugares increíbles, diferentes culturas, gastronomías, personas... A priori el plan parece perfecto, un disfrute continuo, sin embargo, también hay momentos duros. Los hay físicamente, como cuando viajas durante un día entero en incómodos transportes y luego toca buscar alojamiento con la mochila a cuestas, y los hay emocionalmente, para nosotros los más duros, como cuando nos toca despedirnos de unas personas que han sido nuestros ángeles, nuestros mejores amigos, nuestra familia durante unos días. Momentos de estos ya hemos tenido varios durante el viaje, uno de los más intensos fue al despedirnos de Lucía y John Alex tras un par de semanas en Medellín. Pero quién nos iba a decir que apenas con tiempo para volver a la tranquilidad emocional, el destino nos llevaría a Manizales, donde nos encontraríamos con dos almas gemelas que nos harían plantearnos seriamente no abandonarlas para nunca.
No me malinterpretéis, no me lamento por vivir momentos así, todo lo contrario, ojalá la vida estuviese llena de este tipo de emociones. Como predica la filosofía budista, nada en esta vida es permanente, y durante este viaje estamos asistiendo a un curso intensivo sobre ello. Y si vivimos despedidas tan sentidas, es porque la experiencia con esas personas ha sido especial, tan auténtica que mentalizarte de esa impermanencia se hace bastante duro. Pero antes de presentaros a estos dos protagonistas del post y de nuestras vidas, mejor presentaros la ciudad de Manizales.
Desde Medellín pusimos rumbo a Manizales, donde habíamos contactado con Mauro, un couchsurfer dueño de un café en el centro de la ciudad que se ofreció a alojarnos. Manizales se encuentra en la región conocida como el “eje cafetero”, donde como os imaginaréis es donde se encuentran las plantaciones productoras del famoso café colombiano. Al llegar a la terminal de bus de Manizales, tomamos el telecable hasta el centro, y llegamos al café de Mauro donde nos dio la bienvenida al nuevo clima frío con una deliciosa y calentita agua panela con queso, después del café, la bebida estrella de la zona. (La panela es azúcar de caña sin refinar, muy popular en Colombia)
Aguapanela con queso
No tuvimos que esperar mucho más para encontrarnos la primera sorpresa de nuestra estancia en Manizales, la cual marcaría en gran medida los días siguientes, conocer a John y Jhonatan, dos amigos de Mauro. En cuanto nos presentaron y supieron que éramos dos mochileros recién llegados, nos ofrecieron dar una vuelta en coche por Manizales y así nos iban introduciendo en la ciudad. Durante el mini-tour, nuestras cabezas no eran capaces de absorber tanta información y planes que nos ofrecían para los siguientes días: “les vamos a llevar a las termales, un sitio super chévere que les encantará”, “deben ir a la zona de Chipre, unos amaneceres increíbles”, “vendrán a mi casa un día y haremos un cena polaco-española”, “¿son vegetarianos? Mañana les llevaremos al templo Hare Krishna a comer un menú vegetariano delicioso”... ¡La aventura por Manizales empezaba con muuuuy buena pinta! Ya desde el primer momento notamos una conexión especial con ellos, esa sensación de encontrarte con alguien que te resulta familiar y con quien te sientes natural desde el primer momento, además, Jhonatan era vegetariano como nosotros, (John en proceso de conversión...jeje), lo cual es todo un alivio para nosotros para así compartir esta filosofía de vida y tener información de primera mano sobre restaurantes.
Nuestros queridos John y Jhonatan
El primer día en Manizales lo aprovechamos para visitar el centro. Bueno... aprovechar no sería el mejor verbo en esta ocasión, ya que el frío de la ciudad nos hizo ser bastante perezosos y levantarnos bastante tarde, entre eso y que apenas llegamos al centro, dimos una vueltecita, y cuando fuimos a comer al templo Hare Krishna nos encontramos con John y Jhonatan y ya nos quedamos charlando con ellos. De todas formas, de lo poco que pudimos ver, el centro de Manizales nos pareció muy acogedor, ameno, con mucha vida. No tan tranquilo como un pueblito, pero sin llegar al ajetreo y grandes edificios de una gran ciudad.
Centro de Manizales
Para el día siguiente Mauro nos recomendó ir a visitar el Recinto del Pensamiento, a las afueras de Manizales. Se trata de un lugar que alberga un mariposario, un bosque de orquídeas, un jardín oriental con bonsais y una zona de avistamiento de colibrís. En resumen, un lugar en el que estar en contacto con la naturaleza, y disfrutar con el sonido del increíble aleteo de los colibrís, la energía del jardín oriental o la belleza de las orquídeas y las mariposas.
Colibrí
Colibrí
Orquídea
Jardín oriental
Y como este día si que nos habíamos levantado a una hora más decente, aprovechamos la tarde para ir a dar un paseito por la zona de Chipre, en una de las zonas altas de Manizales. A pesar de que este barrio es famoso por los bonitos atardeceres que regala, la bruma que sería compañera habitual de aquellos días no nos dejó asistir al espectáculo, pero sí a unas bonitas vistas.
Vista de Manizales desde Chipre
Monumento a los colonizadores en Chipre
Para acabar el día, hicimos uso de uno de nuestros recursos gastronómicos favoritos, ¡la pizza! Pero al ir a pagar... ¡sorpresa! ¡Hemos perdido la cartera!, con todo el dinero que justo habíamos sacado ese día, la tarjeta con la que sacábamos dinero sin tener que pagar comisiones, y algunos carnets varios de menor importancia. Así que estábamos en la pizzería, sin un peso, y con la factura por pagar. Por suerte sí que teníamos el móvil, y pudimos contactar a nuestros ángeles de la guarda John y Jhonatan, que acudieron en nuestro rescate para pagar la cuenta y llevarnos a casa. Eso sí, antes de ir a casa, nos invitaron a un delicioso juguito para recuperarnos del susto...jeje ¡Qué haríamos sin ellos!
Y por si ya el tour que nos hicieron el primer día y el favor de venir a buscarnos y pagar la cuenta no fuese poco, al día siguiente nos llevaron a las aguas termales que hay a las afueras de la ciudad. Un lugar idílico, rodeado de verdes montañas, escenario del que disfrutar mientras tu cuerpo se relaja en la calentitas aguas sulfúricas que nos regalaba la tierra. ¡No vivimos mal eh! :-P
"Sufriendo" en las aguas termales
¡Y atención! Ahora llega uno de los momentos más especiales de los vividos hasta ahora en el viaje, sin desmerecer al resto. ¡La primera y seguro que no última actuación como cantante de Ewelina en América Latina! Sí amigos sí, si ya la gente que estábamos conociendo estaba haciendo de nuestra estancia en Manizales algo único, a ello se unió Joaquín, un mochilero argentino que también estaba alojado en casa de Mauro. Resulta que Joaquín también era músico, y justo el Viernes de esa semana actuaría en el café de Mauro, cantando varias canciones en solitario y algunas acompañado de conocidos, entre los que se unió Ewe para colaborar con un par de temas. Imagináos, un chica polaca, cantando con un argentino en Colombia canciones argentinas, parece un chiste...jeje. Así que Ewe estuvo entretenida durante un par de días aprendiendo y ensayando las canciones, lo que sirvió para que el resultado fuese una actuación genial, con el público que llenó el café alucinando con su voz y haciendo que supiese a muy poco el escaso tiempo de las dos canciones. Sí, ya sé que soy su novio y soy poco objetivo, pero no fuí el único que estaba con la boca abierta durante la actuación. Y para muestra, aquí os dejo un vídeo con parte de una de las canciones. La canción se llama "Un pacto para vivir", del grupo argentino Bersuit Vergarabat, un tema precioso. Disculpad por la calidad del vídeo, aparte de haber ruido por las voces de la gente, la simpática camarera buscó sus segundos de gloria...
Tras este día memorable y que ya hizo que Ewe fuese conocida en todo Manizales como la dulce voz polaca, nos esperaba al día siguiente una invitación por parte de Jhonatan al festival que su templo de Hare Krishna celebra todos los Sábados. A modo muy resumido, comentar que Hare Krishna es una comunidad de personas que comparten una filosofía de vida proveniente de la religión hindú, donde defienden principios como el vegetarianismo, evitar los juegos de azar, el sexo ilícito y las drogas y alcohol; en definitiva, tratar de no introducir en nosotros elementos perjudiciales, tanto física como espiritualmente. Durante el festival, pudimos asistir a cánticos en honor a sus líderes espirituales en lengua bengalí, danzas, una improvisada e increíble sesión de hip-hop de uno de los devotos, y por supuesto, aprovecharon la ocasión para pedir a la sensación del momento en Manizales, la cantante polaca, que hiciese una pequeña actuación, ¡a este ritmo ya nos veo de gira! Jeje
Ewe cantando en el templo
Del resto de los días en Manizales os podemos contar pocas cosas sobre lugares, fotos, paisajes... Y muchísimo sobre experiencias, relaciones especiales, conversaciones profundas, amistad, compañerismo. Todo ello gracias a los dos protagonistas que os mencioné al inicio del post, John y Jhonatan. Aquella conexión que percibimos desde el primer momento no hizo más que aumentar hasta niveles que jamás habríamos creído posible en tan poco tiempo, compartiendo experiencias e inquietudes muy personales, tratando de ayudarnos unos a otros tanto material como espiritualmente. En definitiva, creando un vínculo entre nosotros de esos que sientes que durará para siempre. Vínculo que no sólo se creó con ellos, sino con la ciudad de Manizales. Un lugar repleto de gente cercana, maravillosa, hospitalaria. Un lugar lleno de cultura, orden, limpieza, en el que te sientes acogido desde que pones un pie en ella, lo cual de verdad nos hizo plantearnos en un futuro apuntarlo como destino al que volver, quién sabe si para pasar una temporada o toda una vida, eso el tiempo lo dirá.
Para acabar el post, y por segunda vez desde que empecé esta aventura, quisiera dedicarlo a esas dos almas que ya forman parte de nosotros, esas dos almas de las que tuvimos que despedirnos entre lágrimas, esas dos almas a las que estaremos esperando siempre para reencontrarnos de nuevo tal y como hemos hecho en Manizales. ¡Gracias chicos!d
Los caracoles con sus nuevas almas compañeras
"Ahora os puedo contemplar en paz, puesto que ya no os como más." Franz Kafka al observar peces en un acuario.
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