viernes, 20 de junio de 2014

Y llegó el gran día, la joya arqueológica de Perú, ¡Machu Picchu!

Quizá muchos pensáseis: "Ok, ya habéis llegado a Perú, que básicamente es Machu Picchu. Así que cuando publiques el post sobre Machu Pichu ya le echaré un vistazo, quizá hasta vaya más allá de ver sólo las fotos." Los fieles seguidores del post ya os habréis dado cuenta que Perú es muchísimo más que Machu Picchu, selva amazónica, cascadas impresionantes, arqueología pre-inca... Pero bueno, tampoco vamos a ser tan anti-sistema, y os contaré no sólo las impresiones de la visita a Machu Pichu, sino además la aventura que hay que correr para llegar hasta Aguas Calientes, el pueblo a pie de Machu Pichu, si quieres evitar los robos que realizan hacia los turistas con los precios de los transportes hasta allí.

Para llegar a Aguas Calientes, existen varias formas, como en muchas ocasiones, desde la más cómoda y cara, hasta la no tan cómoda y barata, teniendo en cuenta que a Aguas Calientes sólo se llega o en tren o a pata.

- Opción 1: cara y cómoda. Desde Cusco u Ollantaytambo, sale un tren para turistas no peruanos que llega hasta Aguas Calientes. El precio es de 110$ ida y vuelta, 8 veces más que el precio del tren para peruanos. Parece ser que por el hecho de ser extranjero y poder viajar a Perú ya naciste con un lingote de oro bajo el brazo...

- Opción 2: muy cara y emocionante. Hace el famoso camino inca, que dura unos 3-4 días. Sin embargo, para esta opción o lo reervas con varios meses de antelación pagando una pasta, o lo reservas unos días antes pagando muchísima más pasta aún...

- Opción 3: muy barata, peligrosa y muy cansada. Es ir desde Cusco hasta Ollantaytambo, y desde la estación de tren del pueblo, mochila al hombro, y a patear al costado de la vía durante 35 km, durante los cuales tienes que atravesar túneles en los que si da la casualidad que pasa el tren, hay que arrimarse bien a la pared. A ver, no os penséis que es el tren de alta velocidad, pero tampoco creo que sería muy agradable estar delante por muy despacito que vaya.

- Opción 4: barata y menos cómoda. Desde Cusco, tomar un bus hasta el pueblo de Santa María, el cual se tiró 6 horas para llegar, subiendo y bajando puertos de más de 4000 msnm. En Santa María, hay que tomar un colectivo que te lleve hasta el pueblo de Santa Teresa. En San Teresa tomar otro colectivo que te lleva hasta una central hidroeléctrica que está al lado de las vías del tren que van hacia Aguas Calientes. Tanto el trayecto desde Santa María a Santa Teresa, como de ahí a la hidroeléctrica es para mear y no echar gota. Un camino de tierra, de unos 5 metros de ancho, que bordea las montañas de un valle, y en el que cada vez que aparecía un coche o camión de frente se te paraba el corazón. Una pena no tener fotos del camino para demostrarlo, pero teníamos las manos ocupadas en la puerta del coche, para saltar en cualquier momento... Una vez estás en la hidroeléctrica, comienza la caminta al costado de las vías del tren. Aunque parezca mentira, es un paseo muy agradable, siempre bien marcado y sin peligro al lado de la vía, entre árboles, cruzando puentes, y bordeando impresionantes montañas que en algunos puntos incluso ya te dejan ver allá en lo alto Machu Picchu. Para finalmente después de unas 2 horas caminando, ya comienzas a ver las luces de Aguas Calientes, ¡Machu Picchu ya estaba muy cerca!

De camino hacia Aguas Calientes, el tren local 

 Crrzando un puente en el camino hacia Aguas Calientes

Así que tras pasar todo un día de transporte en transporte, y caminar un ratillo por fin llegamos a Aguas Calientes, también conocido como "Machu Picchu pueblo", bien entrada la noche. Del pueblo poco que decir, está construido por y para Machu Picchu. El pueblo está dividido en 2 partes por el río Urubamba, la parte local, y la parte turística, muuuy turística, llena de alojamiento de todos los gustos y restaurantes. Aún así, el Aguas Caliente tiene bastante encanto, con el tren pasando por la mitad del pueblo, cual Far West, y sobre todo por la noche, cuando las luces iluminan el frio lugar, y el rio Urubamba pone la banda sonora a un pueblo en el que se respira el nerviosismo y las ganas de cientos de turistas que esperan unas horas para comenzar la caminata hacia Machu Picchu.

 Plaza de Aguas Calientes

 Estación de tren de Aguas Calientes

De modo que con las entradas ya compradas con anterioridad, (¡¡más de 40€!!), la alarma del móvil a las 5 AM, y para las 5:30 ya de camino hacia el puente de acceso a la subida hacia Machu Picchu. ¿Que por qué levantarnos a esas horas cuando Machu Picchu está ahí quietecito todo el día? Pues primero porque la subida son cerca de 2 horas sin parar de subir escalones, y mejor sufrirlo de noche que hace más fresquito. Y segundo, vivir el amanecer mientras llegas a Machu Picchu es una experiencia inolvidable.

Después de casi 2 horas subiendo y subiendo como un tonto, llegas a la entrada del recinto, empieza la emoción, intuyes que a pocos metros de donde estás se esconde la panorámica que tantas veces ha visto en foto. Pasas el control, subes unas pocas escaleras más que a esas alturas son matadoras, y de repente... ahí está, ¡la mágica y mística ciuda de Machu Picchu!

 Primera vista de Machu Picchu recién empezada la mañan

Pero antes de seguir con las típicas fotos, un poco de historia de Machu Picchu... :-P El nombre quechua de Machu Picchu significa Montaña Vieja. Lo que es la ciudad arqueológica, se encuentra situada entre la montaña del mismo nombre y el Huayna Picchu, famosa por las vistas que se tiene desde ella de Machu Picchu, aunque para conseguir subir, has de comprar las entradas al menos con un mes de antelación, y evidentemente no era nuestro caso. Se cree que la ciudad fue utilizada como lugar ceremonial, además de como residencia del gran Pachacutec durante varios años, que el hombre no era tonto, y viendo los paisajes que tenía desde allí le gustó el sitio. Poco antes de la llegada de los españoles, comenzó una guerra civil entre diferentes regione incas, lo que ya inició el despoblamiento de Machu Picchu. Y ya con la llegada de los conquitadores hispanos, a pesar de que algunos incas siguieron viviendo en Picchu, por su ubicación los españoles no le dieron demasiado valor, así que finalmente cayó en el olvido. Para que en el año 1911, el profesor norteamericano Hiram Bingham, oyó historias sobre cusqueños que conocían la existencia de una gran ciudad inca, y comenzó una investigación con la que finalmente puso pie en Machu Picchu, descubriendo que un par de familia vivían allí approvechando las terrazas de cultivo construidas por los incas y los canales de agua. Actualmente, a este evento se le atribuye el "redescubrimiento de Machu Picchu".

La ciudad está dividida principalmente en dos partes, la zona agrícola, con las típicas terrazas, y la zona urbana, con los edificios de viviendas y templos.

Machu Picchu, terrazas de cultivo 

 Machu Picchu, zona urbana con Huayna Pichu al fondo

Evidentemente, la zona más significativa, al menos a nivel religioso y cultural, es la parte urbana, con edificios como el Templo del Sol, la Plaza Sagrada, la Roca Sagrada... Y da para pensar, como una ciudad construida entre dos montañas, a más de 2500 metros de altura, sobre una falla que convierte la zona en muy vulnerable a terremotos, se ha mantenido en pie durante tanto años. Según las teorías, el 60% del trabajo de construcción de Machu Picchu estuvo dedicado a los cimientos, con un avanzadísimo sistema de drenaje que evita el empozamiento del agua de lluvia y la erosión de la tierra. A pesar de esta información, a día de hoy muchos arquitectos se siguen dando cabezazos sobre la mesa para descubrir el secreto arquitectónico de los incas.

Datos técnicos aparte, ¿qué impresiones provocan Machu Picchu?  Embriaguez, asombro, respeto, paz, conexión. No parar de sacar fotos desde cualquier ángulo, a pesar de que eres consciente de que estás haciendo la misma foto desde el mismo lugar por 5ª vez, no cansarte de recorrer arriba y abajo sus instalaciones, las terrazas de cultivo, subir a los altos para tener vistas increíbles, bajar a la plaza sagrada y sentirte rodeado por la cultura inca a través del Templo de Sol, el Templo Sagrado, las viviendas, la roca sagrada, la Casa del Guardián que te vigila sin quitarte ojo...

Machu Picchu, Casa del Guardián 

 Machu Picchu, viviendas restauradas

Machu Picchu, Plaza Sagrada

Asimismo, Machu Picchu no representa sólo una joya arquitectónica y cultural, sino que debido a la alineación de varias de sus edificaciones teniendo en cuenta factores astronómicos, como el solsticio de verano, se ha convertido en un lugar lleno de misterior, al que no la faltan teorías extraterrestres, y peregrinaciones de místicos que buscan algo más del mundo material en forma de energía. Sea como sea, y seas el tipo de persona que seas, está claro que no deja indiferentes a nadie. Como por ejemplo, la famosa forma de la cara de un inca que forma la montaña Huayna Pichu y los picos de al lado. A ver si la podéis encontrar en la foto...

 ¿Dónde está el inca?

¿La habéis encontrado? A ver si esta ayudita os aclara la vista.

  Ahora sí, ¿no?

En definitiva, a pesar de lo que costó llegar desde Cusco hasta Aguas Calientes, a pesar de no sentir las piernas tras casi dos horas subiendo escalones para llegar a Machu Picchu, a pesar de sentirlas aún menos con tanto subir y bajar por la ciudad arqueológica, a pesar de los desorbitados precios, fue una experiencia inolvidable, única, que nadie que viaje a Perú debería perderse. Seguro que después de haber oído tanto sobre Machu Picchu, y ver tantas fotos a lo largo de la vida, se genera esa sensación de lugar super especial que hay que ver. Pero en nuestro caso, intentamos dejar estas influencias externas aparte, y simplemente basarnos en nuestras más puras sensaciones interiores, y definitivamente, fue uno de los lugares más mágicos durante estos más de 8 meses caracoleando por el mundo.

 Dos símbolos de Perú, la alpaca y Machu Picchu



 Machu Picchu, no podía faltar la sesión de fotos con el fondo

¡Un abrazo!

"Si has construido castillos en el aire, tu trabajo no se pierde; ahora coloca las bases debajo de ellos." George Bernard Shaw, escritor irlandés.

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