lunes, 28 de octubre de 2013

Un día mágico, mar y montaña en Tiberias

Uno de los sitios en Israel que había estado bailando bastante en mi cabeza, sobre ir o no ir, es Tiberias. Es una ciudad al lado del Mar de Galilea (en realidad un lago), donde Jesús obró el milagro de caminar sobre sus aguas. Había leído que la ciudad es bastante turística como destino playero, en plan hoteles muy grandes y tiendas de souvenirs por todas partes, y además, que la mayoría de playas eran de pago... Así que con ese panorama no es que me atrayese mucho.

Peeero, comentándolo con el amigo Yotam, el couchsurfer que me está dando cobijo, me dijo que cerca de Tiberias está el monte Arbel, con unos acantilados muy chulos, y que para hacer una excursioncilla estaba muy bien. Además, después de la excursión, podría buscar algún rinconcillo por la costa del Mar de Galilea para darme un chapuzón, ¡así que ya había nuevo plan! La verdad que después de varios días de visitas culturales, me apetecía un plan así, algo más "salvaje"...jeje

Para llegar hasta allí cogí un bus y me bajé en el pueblo de Mitspe, un poco antes de llegar a Tiberias. Desde ahí, se pueden seguir indicaciones que marcan la ruta conocida como el Israel Trail, la cual atraviesa todo Israel de norte a sur (o al revés), con una longitud de unos 1000 km. En Israel es una ruta muy popular, durante el día me crucé con varios excursionistas que la estaban haciendo. Para seguir la ruta, las señales están formadas por tres bandas, una de color naranja, que simboliza las montañas arenosas del sur, otra blanca, que simboliza las montañas blanca del norte, y otra azul, color representativo de Israel. De modo que para seguir la ruta en sentido norte, la línea blanca debe estar más adelantada, luego la azul, y luego la naranja. Y para ir al sur, al revés, claro,¿no?



Pues aunque parece sencillo, alguna confusión ya tuve... aunque nada que no remediase 30 o 40 minutos dando vueltas...jeje

El tramo de ruta que hice no es que sea algo espectacular a nivel paisajístico, más bien paisajes secos, y además hacia un calor impresionante, lo que hizo un poquillo dura la caminata.


 Desde Mitspe, siguiendo la ruta llegué a la entrada del Parque Nacional de Mitspe, que está en lo alto del monte Arbel, tardando 1:30 horas más o menos, aunque sin una sombra en todo el camino... Había leído que para entrar el parque había que pagar 19 NIS (unos 4€), y unos 300 metros antes de llegar a la entrada, había un hueco en la verja muuuy tentador... Pero viendo que estaba en territorio desconocido no era plan de arriesgar. En la entrada me dieron un mapa con las rutas que hay para hacer en el parque, desde sencillitas simplemente para ir a unos miradores con vistas al Mar de Galilea, hasta otras más largas para descender la montaña por el otro lado.

Le comenté a la chica que mi intención era hacer una excursioncilla sencillita y luego ir al lago a pegarme un buen baño. Pues me empezó a meter el miedo en el cuerpo diciéndome que para eso tenía que bajar por el otro lado de la montaña, llegar hasta la carretera a pie de montaña, luego andar junto a la carretera hasta llegar a la costa, y luego caminar siguiendo la costa hasta que encontrase un sitio para bañarme, pero esto último no era seguro por casi toda la costa está ocupada por resorts privados. Además, la chica me dice que para hacer todo eso mínimo necesitaré ¡4 horas y unos 3 litros de agua! Vaya panorama... Pensé, yo voy tirando, y si veo que se endurece la cosa ya me daré la vuelta.

Cerca de la entrada del parque, hay un par de miradores en lo alto de la montaña con unas vistas increíble del Mar de Galilea y las montañas de alrededor.



Y ese pueblito que veis abajo en la última foto, es la super mega dura bajada que tenía que hacer para llegar a la carretera...jeje. La bajada si vas con calma es muy sueva, está muy bien preparada con apoyos para ir bajando. A mitad de bajada, justo cuando estás abajo de los cantilados, hay unas indicaciones para ver una fortaleza, que según la chica de la entrada no merecía mucho la pena, pero viendo que sus indicaciones sobre mi más que probable deshidratación no tuvieron mucha consistencia, fui hacia la fortaleza, y... ¡VAYA PASADA!

 Poneros en situación, época del Imperio Romano, hasta entonces los judíos habían vivido tranquilamente en estas tierras, pero con la llegada de los romanos, tuvieron que huir. Muchos se fueron del país, pero otros decidieron quedarse e intentar buscar sitios en los que poder defenderse. ¡Y qué mejor sitio que montar una fortaleza en medio de la pared de unos acantilados! ¡Con dos coj...!



A ver... tened en cuenta que estamos hablando de hace más de 2000 años, que incluso con las herramientas que tenemos ahora sería bastante difícil hacer algo así. Con el paso del tiempo la fortaleza se ha ido deteriorando, además, la climatología en un sitio como unos acantilados va haciendo estragos, pero os aseguro que mientras andas por los pasillos de la fortaleza, subas, bajas, entras en una sala... y te vas imaginando como sería la vida de la gente que allí vivía defendiéndose de los romanos, una vez más viajas en el tiempo.



Ya veis... lo que se presentaba como un día sencillito de excursionismo se convertía en una nueva aventura. Ahora quedaba el siguiente paso, ¡refrescante paso! Dirigirme hacia el lago y buscar un sitio en el que darme un chapuzón, que con la caminata que me estaba pegando y el solecillo acariciándome sin parar lo iba a agradecer muuucho. Bajé hasta la carretera, y empecé a andar en dirección al lago y después siguiendo la costa. La carretera no es que fuese muy transitada, vamos... que tenía que ir por la escapatoria de la carretera para poder avanzar... Poco a poco los ánimos iban decayendo, veía varios resorts seguidos, con olor a barbacoas, motos acuáticas, pero no hechos para mochileros... Pero, espera... parece que ahí adelante hay una verja con una puerta abierta. Allí que fui, y me encontré con un pequeño paraíso para mi solito.


Parecía como una especie de chiringuito privado abandonado, ¡esperando la visita de mochileros como yo!jeje Así que ahí me quede un buen rato dándome un baño, secándome al sol y disfrutando de la sensación de estar en el Mar de Galilea bañándome sin nadie alrededor.


Después de disfrutar un buen rato del tesoro encontrado, seguí la caminata en dirección sur hacia la ciudad de Tiberias. Por lo poco que ví de ella, efectivamente hoteles enormes por todas partes, turistas, veraneantes... Vamos, que no se me había perdido mucho por ahí, así que de la misma cogí un bus en dirección a Nazareth para volver a casa de Yotam.

Había sido un día fantástico, la satisfacción de hacer una excursión, descubrir una fortaleza en medio de unos acantilados, viajar en el tiempo, hacerme con una playita privada... Peeero, al llegar a casa de Yotam me tenía preparada la sorpresa de que al día siguiente ya no podría dormir en su casa, ya que al día siguiente se iría a pasar el día fuera y no dormiría en casa, así que a buscar a toda leche algún couchsurfer por Nazareth que me diese alojamiento, o en el siguiente destino que pensaba visitar, Beit She'an, o buscar un hostal... ¿El desenlace? En próximos capítulos... jiji

Pero tranquilos, a pensar de esta contratiempo inesperado, nada podía borrar el pedazo de día que había pasado, además, las cosas aunque cuando pasan puede parece que no son buenas, muchas veces las consecuencias que traen son maravillosas como podréis comprobar en el siguiente post.

Cada momento es único, no existen los instantes vacíos.


2 comentarios:

  1. Que pasada Ivan...
    Yo estoy enganchada, pendiente de tus aventuras y la de hoy ha sido muy bonita, transmites estusiamo yyyyyy a ver si nos facilitas pronto el siguiente capitulo.

    Un abrazo...Trini

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siii! De momento es lo que más me está gustando del viaje, que cada día es una aventura nueva, nunca sabes lo que te espera, qué personas conocerás, donde dormirás. Entiendo que para mucha gente algó así no sea nada apetecible, pero a mi me encanta! Un abrazo

      Eliminar