En este sentido, en Chile, concretamente en dos rinconcitos de Santiago e Isla Negra, conocimos a un personaje que aunque ya se nos había presentado hace tiempo, quizá por timidez nuestra o de él nunca nos atrevimos a acercarnos para conocerle mejor y empaparnos de su luz.
Me estoy refieriendo a ese conjunto sonoro fruto de un alma conectada a su creatividad, que como un perfume que sale del corazón pronuncia: "Me gusta cuando callas...", ese conjunto sonoro formado por un nombre y un apellido, que al oirlo en todos despierta alguna sensación, Pablo Neruda. Por supuesto, hemos de dar gracias al padre de Pablo por este nombre, no por dárselo al nacer, ya que el nombre verdadero de Pablo era Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, (poco poético y práctico), sino porque debido a la vergüenza paternal hacia el futuro artístico de su hijo, éste se vio obligado a ocultarse bajo ese nombre artístico que con los años se convertiría en uno de los nombres más conocidos del mundo.
Pero independientemente de qué nombre usara, el regalo que nunca permitirá que este artista muera, es la creatividad e imaginación de su obra, no sólo en forma de libros, sino sobre todo en forma de vida. Vida que trataré de narraros a través de este post, más que atiborraros con datos biográficos, intentaré acercaros a ese Neruda creativo, infantil, enamorado del mar... Y así conozcáis a un ejemplo de que la creatividad es la principal culpable de sacar sonrisas y eliminar cualquier tipo de barrera.
Aunque nació en Parral, con apenas 2 años se trasladó con su familia a Temuco, municipio que desde entonces y hasta ahora se convertiría en su lugar de infancia, ese pueblo en forma de recuerdo que todos y todas tenemos como testigo privilegiado de aquella época en la que la imaginación daba color a cada día. Municipio que a su vez se convirtió en el culpable de la futura inspiración poética de Pablo, gracias a una naturaleza que nunca descansa en su papel de musa inspiradora.
La juventud del poeta estuvo marcada por su precocidad artística, a la que siguieron años de protagonismo político comunista, tanto en su día a día como en su obra, lo que le valió para tener numerosas experiencias viajeras forzadas por toda América y Europa. Hasta su muerte debido a un cáncer de próstata a la edad de 69 años, Neruda no sólo creó toda una obra repleta de versos que forman una danza para el alma, sino que además nos dejó 3 casas que fielmente reflejan la personalidad de este inmortal chileno, la casa de Valparaíso, la casa de Santiago, y la casa de Isla Negra.
Precisamente estas dos últimas casas, o más bien se podría denominarlas museos, fueron las dulces culpables de presentarnos las intimidades de la vida y el espíritu del genial escritor.
Casa de Isla Negra
Entrada a "La Chascona", la casa de Santiago
Ambas casas, la de Santiago, (la Chascona) y la de Isla Negra, representan sin ningún tipo de timidez ese niño interior que Neruda nunca quiso que muriera, ese amante del mar con un pavor irremediable a sentir el tacto del bravo océano, ese apasionado de la vida social y de convertir cada momento en algo único, algo irrepetible, porque... ¿alguien duda que así es para todos? La casa de Santiago nació de un amor clandestino, de un amor habitual en aquellos tiempos, en los que los ojos y la lengua de la sociedad y la religión tenían aún más poder que hoy en día. Neruda compró La Chascona para que en ella viviese su gran y políticamente incorrecto amor, Matilde Urrutia.
Por su parte, la casa de Isla Negra, se podría decir que representó el gran sueño del poeta hecho realidad en forma de casa, todo un amor a primera vista tal y como plasman las palabras del escritor:
“…La casa … No sé cuando me nació… Era a media tarde,
llegamos a caballo por aquellas soledades … Don Eladio iba delante,
vadeando el estero de Córdoba que se había crecido …Por primera vez
sentí como una punzada este olor a invierno marino, mezcla de boldo y
arena salada, algas y cardos…Aquí, dijo don Eladio Sobrino (navegante) y
allí nos quedamos. Luego la casa fue creciendo, como la gente, como los
árboles…”
Así que ese gran sueño de Neruda de surcar océanos, capitanear tripulaciones, enfrentarse a incansables tormentas marítimas, pero que la irónica fobia al mar que padecía le obligó a echar mano de su más preciada herramienta, su imaginación, a través de la cual convirtió todas sus casas, especialmente la de Isla Negra, es un barco anclado de por vida, en las que sus bajos techos, sus crujientes suelos, sus estrechos pasillos, su inmobiliario marítimo y las continuas fiestas con el alcohol de protagonista, bien confundieron a más de uno sobre si se trataban o no de barcos reales surcando las saladas aguas del Pacífico.
Casa de Isla Negra
Ambas viviendas, según pudimos presenciar, suponen todo un paraíso decorativo, de sorpresas y secretos ocultos en cada rincón, toda una muestra de anti-homogeneidad de IKEA. Muebles y objetos cargados de significado, donde ni el más mínimo detalle carece de su historia, de su vida. Desde una pareja en forma de mascarones de proa inmersa en una escena de cortejo, a puertas secretas que permitían a Pablo ir a echarse su imperdonable siesta durante sus cenas sociales, botes de sal y pimienta con las palabras "marihuana" y "morfina", que daban ejemplo del incansable espíritu infantil de nuestro emblemático amigo chileno, o una enorme maqueta de un caballo que fue protagonista de la infancia del poeta. Caballo que, al celebrar una cena de bienvenida tras su compra, y recibir como regalo de 3 de los invitados una cola, ya que la original fue quemada en un incendio, Neruda lo bautizó como el caballo más feliz del mundo, por ser el único en el mundo que tiene el gusto de tener tres colas. ¿Alguna vez habéis visto un mejor ejemplo de integración del humor con la empatía? :-)
Comedor de la casa de Isla Negra, con los "amantes" de cortejo
Caballo en la casa de Isla Negra
“En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los
cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre
que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará
mucha falta. He edificado mi casa también como un juguete y juego en
ella de la mañana a la noche”.
Tanto la Chascona como la casa de Isla Negra, sirvieron a Neruda no sólo como juguetes con los que saciar su pasión marítima, sino como baúl en el que albergar su otra pasión, las colecciones, desde las más "normales" como barcos dentro de botellas, hasta las más extravagantes, como una serie de mascarones de proa con forma de exuberantes mujeres, a lo que Neruda aludía que le recordaban a sus antiguas amantes. Me habría gustado ver la cara de Matilde... :-D
Amante de la compañía y del buen comer, siempre dispuesto a invitar a un manjar y un buen trago a todo aquel que le compensase con una buena conversación, no fueron pocas las comidas que Pablo celebró en sus casas. Preparadas hasta el último detalle. En la mesa, copas de colores, ya que evidentemente, "el vino sabe mejor en ellas"; el baño masculino decorado con fotos de señoritas ligeras de ropa, para así hacer más motivante y entretenido ese momento personal; el menú, debidamente anunciado cual trovador haciendo las delicias de los oídos de su rey; y por supuesto, unos invitados impacientes ante la tardía comparecencia de su anfitrión, cuál obra de teatro que empieza con retraso, contribuyendo a la expectación del público, hasta que el gran e infantil Pablo aparecía por sorpresa tras una puerta secreta haciendo las delicias de sus invitados.
Comedor de "La Chascona"
Incluso esa afición por deleitar a su estomágo con los mejores obsequios, fue plasmada en poemas dedicados a sus platos e ingredientes favoritos, como el congrio o la cebolla. ¿qué puede inspirar más a un poeta que aquello que excita su alma y/o sus sentidos?
...También recordaré cómo fecunda
tu influencia el amor de la ensalada,
y parece que el cielo contribuye
dándole fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios del tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino...
tu influencia el amor de la ensalada,
y parece que el cielo contribuye
dándole fina forma de granizo
a celebrar tu claridad picada
sobre los hemisferios del tomate.
Pero al alcance
de las manos del pueblo,
regada con aceite,
espolvoreada
con un poco de sal,
matas el hambre
del jornalero en el duro camino...
ODA A LA CEBOLLA