Así que tras despedirnos de Carlos, nuestro anfitrión en Santiago, pero esta vez con un "hasta dentro de un par de días", un nuevo viaje en bus para la colección, en esta ocasión de los cortitos, ¡y rumbo a Valparaíso!
Como suele pasar con ciudades portuarias en todo el mundo, la situación geográfica de Valparaíso la convirtió desde hace ya unos cuantos siglos en protagonista de la historia chilena y de todo América Latina. A pesar de que la zona ya estuvo habitada antes de la llegada de los colonos españoles, fue el capitán Pedro de Valdivia, a las órdenes de Pizarro, quien fundó en aquella época colonial la ciudad de Valparaíso, convirtiéndose en el principal puerto del país. Sin embargo, desastres naturales como el gran terremoto de 1.730, en el que el tsunami que se originó llegó hasta Japón, y los continuos saqueos piratas, convirtieron a la ciudad en un territorio apenas habitado, y una ciudad que ha necesitado continuas reconstrucciones, en la que evidentemente, ningún rastro arquitectónico queda de la época de la conquista.
Durante los siglos siguientes, el puerto de Valparaíso fue testigo de numerosas batallas, como la guerra anglo-estadounidense, la independencia de Chile o la independencia del Alto Perú. Pero ya a finales del siglos XIX, siendo ya Chile independiente y abriéndose al mercado internacional, el puerto de Valparaíso se convirtió en protagonista del crecimiento industrial y económico de todo el país, lo que provocó un aumento increíble de su población, obligando a extender la ciudad hacia los cerros e incluso ganando terreno al mar, formando así el anfiteatro natural que es hoy en día Valparaíso, en el que la mayor parte de la población se concentra en las faldas de los cerros, ayudados por un gran número de ascensores-funicular para no hacer el camino desde el centro hasta sus casas una tortura física diaria.
Unos de los ascensores de Valparaíso
Y ya desde que fuimos entrando con el bus en Valparaíso, pudimos ser testigos de esa distribución de la ciudad en forma de anfiteatro, donde el centro de la ciudad está rodeado de superpoblados cerros, en los que se alternan impresionantes mansiones con precarias chabolas, aunque eso sí, con un colorido generalizado y muy atractivo para nuestros ojos curiosos.
Vista de uno de los cerros de Valparaíso
A la hora de visitar Valparaíso, dejando aparte el esfuerzo de subir y bajar empinadísimas cuestas, es toda una maravilla pasear durante horas por cada una de los calles y recobecos de esta ciudad-museo al aire libre. Cada pocos pasos, nos veíamos obligados a parar y alimentar nuestras tarjetas de memoria de las cámaras con instantáneas con nuevos colores, estilos arquitectónicos, incluso escaleras urbanas coloreadas, adornadas con mensajes, consiguiendo un ambiente muy bohemio y cultural, en el que no sabes qué te espera al doblar la siguiente esquina.
Colorida pendiente en Valparaíso
Parecidos, pero no iguales...
Festival de colores en el cerro Concepción
Las casas de la clase alta
Pero es que ni siquiera los perros o los restaurantes se libraban de esa acertada tendencia colorista. Para los primeros, según la impresión que nos daba, parecían sentirse bastante a gusto en sus decoradas chabolillas. Y en el caso de las cafeterías y restaurantes, el gusto y la originalidad con que estaban adornadas sus entradas, te obligaban a al menos asomar la cabecita para comprobar qué magico mundo de dibujos y luces se escondía en su interior.
Hasta los perros participan en la fiesta del color
Con esos colores y ese nombre, ¿a quién no le apetecería entrar?
En definitiva, desde nuestro humilde punto de vista, no puede haber visita a la zona centro de Chile sin una escapadita a Valparaíso, sobre todo para aquellas pupilas que se dilatan antes paisajes coloridos y dibujos engimáticos. A cada paso, en cada esquina, puedes sentir ese espíritu cultural y alternativo que envuelve la ciudad, aunque eso sí, si no fuera por los ascensores a pie de cada uno de los cerros, quizá este hechizo que Valpa nos regaló se habría visto oscurecido por unas lindas agujetas en nuestros lindos traseros... :-D
¡Un abrazo y saludos de los caracoles!
Los caracoles con el puerto de Valparaíso al fondo
"La imaginación es la fuente de todo logro humano." Ken Robinson, educador y escritor británico.