domingo, 31 de agosto de 2014

Muchas más que cataratas en Iguazú, visita al centro de rescate Guirá Oga y a la comunidad guaraní Tupa Mbae

Cuando te molestas y tienes oportunidad de dedicar un poco más de tiempo a lugares como el sur de Perú, te das cuentas que tiene mucho más que ofrecer que Machu Pichu, o que la península de Yucatán en México es mucho más que las pirámides mayas y las paradisíacas playas de la Riviera Maya. Puerto Iguazú supone un representante más de ese grupo de lugares, mundialmente famoso por las cataratas, minoritariamente disfrutado por la fauna de esta zona abundantemente selvática y por los resquicios que aún permanecen de cultura indígena guaraní.

Ya pudimos comprobar durante la visita a la selva del Amazona en Perú, que el tema de ver fauna no es como uno puede imaginarse. En plan que llegas a la selva desde algún pueblito, caminas un par de horas, y pumas, cocodrilos, anacondas, mariposas, tarántulas y serpientes varias aparecen a cada paso para hacer las delicias de tus ojos y de tu cámara. A los animales salvajes, que por algo son salvajes, no les gusta la presencia humana, no formamos parte de su hábitat natural, y al igual que si nosotros nos encontramos con una especie desconocida, el instinto animal activa el miedo a lo desconocido y hace que el animal huya. Por supuesto, existen excepciones a esto, pero en esos casos tened por seguro que los animales estarán recibiendo por parte del humano algún tipo de chantaje en forma de alimento que para nada mantendrá el equilibrio natural. Ante este panorama, para aquellos amantes de la naturaleza, nos quedan algunas opciones. Una es adentrarte en la selva durante días, donde se puede ver a los animales en su hábitat natural, pero con el peligro y desembolso económico que ello conlleva, descartado. Otra es pagar la entrada de un zoológico, donde nada de hábitat natural, animales encerrados en jaulas o en espacios cercados, con la consiguiente pérdida de libertad, super descartado. Y otra es visitar un centro de protección de animales, donde con la entrada, (que algunos ni cobran), ayudas a que sigan la labor de rescate de animales y el posterior proceso de cura y reinserción, en el mejor de los casos, a su hábitat. Evidentemente esta alternativa descarta también el sumergirse en un clima natural para el animal, pero por desgracia es la única alternativa que les quedan a los animales de estos centros...  ¡propuesta aceptada!

Así que, cuando en el hostal nos informaron de la existencia del centro de rescate de animales Guirá Oga, y tras asegurarnos bien del tipo de labor que realizan en el centro, la visita se nos hizo obligatoria.

Entrada al centro de rescate Guirá Oga

Tal y como he comentado antes, el centro Guirá Oga es un centro de rescate de animales de todo tipo, desde aves, a reptiles, grandes roedores, simios... Los motivos de que estos animales se encuentren en el centro son varios, destacando casos de animales que son comprados como mascotas, y cuando los dueños se dan cuenta de que no saben mantener a un animal salvaje que debería estar en la selva, o lo abandonan o en el mejor caso lo entregan directamente al centro. También existen casos de animales atropellados por vehículos, o algunos que han sufrido algún tipo de accidente en la selva, (pérdida de un ojo, de una extremidad...), que hacen prácticamente inviable su supervivencia en la naturaleza, o incluso casos de animales que han permanecido explotados en un zoo y cuando ya no son "rentables", los envían al centro... En fin... Una vez que los animales llegan al centro, tras un tiempo de rehabilitación y cuidados en cautiverio, se realiza un proceso gradual de reinserción del animal en su hábitat natural en el mejor de los casos. Por desgracia, en la mayoría de ocasiones, debido a las lesiones sufridas o a su estado psicológico, se hace imposible esa reinserción, no quedando otro remedio de que el animal permanezca en el centro de forma permanente. Evidentemente no es la situación ideal, pero dadas las circunstancias es la mejor vida que se les puede dar...

Tucán en el centro Guirá Oga

La visita al centro está bastante bien organizada, a ciertas horas realizan visitas guiadas, en las que un representante del centro te explica la labor del centro de forma general, y luego a medida que se va recorriendo el camino habilitado visitando las jaulas de los diferentes animales, te explican el caso particular de cada "paciente".

Tortuga de banquete 

El dulce cocodrilo y su mirada seductora

Como casos curiosos, destacar el del quirquincho, o armadillo, muy común de las regiones andinas, y que no sé si la especie es así o en particular el armadillo que había en el centro, pero por la energía que tenía seguro que en la mayoría de centros escolares le hubiesen diagnosticado el moderno y muy discutible TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), vamos, que fue imposible hacerle una foto decente... También pudimos ver al mayor roedor del mundo, la capibara, los simpáticos y juguetones monos, y águilas que aunque parezca de broma, habían sido compradas por algún iluminado para tenerlas en una jaula en su apartamento... :-O

Monitos en pleno despioje 

Una de las águilas del centro 

"¿Algún problema?" 

La "pequeñita" capibara

Con la muy interesante visita al centro y escuchando las historias de la mayoría de animales, comprobamos una vez más el especismo reinante en este mundo, en el que el ser humano se cree superior a cualquier otra especie animal, lo cual, según su criterio, le da derecho a hacer con ellos lo que su insaciable ego le pide. Y todo por el hecho de que se no has dado el don de la racionalidad, la cual brilla por su ausencia en casos como estos. Amigos y amigas, somos seres racionales, esto no es mejor ni peor que aquellas especies que no lo son, simplemente nos da la capacidad de actuar de forma consciente para hacer del mundo algo especial. Pero como todo en la vida en manos del ser humano, puede tener una utilidad tan beneficiosa como perjudicial, esperemos que con el tiempo tienda más a la primera opción.

Animalitos ya aparte, nuestra estancia en Puerto Iguazú, y de nuevo gracias al consejo del personal del hostal, supimos que en los alrededores de la localidad existen comunidades guaranís que se han subido al carro capitalista para ofrecer tours para visitar su comunidad y aprender sobre su cultura y su forma de vida. La verdad que no vimos del todo claro realizar esta actividad, en la que visitas un grupo de personas que admirablemente están consiguiendo permanecer fieles a muchas de sus costumbres y forms de vida ascentrales, a pesar de la invasión urbana por la que se están viendo rodeados, pero que por otra parte, seducidos por los "atractivos" económicos que van descubriendo a través de esa civilización que cada vez se les acerca más, tratan de hacer negocio con los tours. Nos resultaba irónico que el principal atractivo de realizar la visita fuese presenciar ese maravilloso hecho de conservación de una cultura que ha sufrido decenas de ataques durante su historia, pero que a la vez te pidiesen dinero, papelitos de esos inventados por el mundo capitalista para que uno sea merecedor de comida, ropa y cualquier otra cosa, por hacerte partícipe de su mundo. Tras intensos debates entre Ewe y yo...jeje, finalmente decidimos que como he dicho antes, nada en este mundo es malo por definición, sino que lo hace positivo o negativo el uso que cada uno le dé. Por ello, no podemos controlar el hecho de que un indígena haga un uso favorable o no del dinero que reciben para el bien de su comunidad, y ni mucho menos somos nadie para juzgar que ese uso sea efectivamente favorable o no.

Por lo tanto, el resumen tras tanto sermón, fue que nos decidimos por hacer la visita a la comunidad Tupa Mbae, acompañados de otra pareja de franceses. Durante la visita tuvimos de guía a una jovencita guaraní de la comunidad, que al ser de las pocas miembros que hablan fluidamente castellano, aprovecha para ahorrar un dinerito, y de paso ir practicando expresividad e idiomas para su deseado futuro como guía turístico profesional.

Vivienda de la comunidad a base de ramas y adobe

Además, para hacer aún más amena la visita, nos acompañaron los hermanos pequeños de la chica, que acostumbrados ya a la llegada de turistas de todo tipo, disfrutaron de lo lindo jugando con todos nosotros, pidiéndonos que les lleváramos a la espalda, curioseando nuestras cámaras, pulseras, relojes, pelo, camisetas...

 


Los niños disfrutando, y los de la comunidad también...jeje

En el recorrido, en primer lugar nos mostraron la vivienda típica de la comunidad, construida a base de adobe, (mezcla de tierra, agua y ramitas), construcciones sencillas, pero con muy buen aislamiento térmico y de humedad. También nos mostraron cómo hasta no hace mucho tiempo cazaban animales con los que alimentarse y fabricar sus ropas, lo cual ha sido sustituido por la más fácil, química e industrial alimentación que compran en el pueblo. Además, a cada paso nos iban comentando, tanto la chica como sus hermanitos, el nombre de prácticamente cualquier arbusto, árbol o planta, junto con sus propiedas y usos alimenticios o medicinales. Que sea verdad o no que sigan basando su alimentación vegetal y medicina en estos elementos naturales no lo sé, pero seguro que saben más de ello que muchos de nosotros y que muchas personas con batita blanca y un reluciente título tras caros y exigentes años de estudio.

Una de las trampas que nos mostraron 

¿Quién dijo que una pulsera no da para un buen rato de diversión? 

La coronada princesa Ewe y el futuro fotógrafo

Fue realmente interesante saber que a pesar del acoso que están comunidad están sufriendo, sobre todo por parte de la industria hotelera para sacarles de sus tierras, aún mantienen una forma de vida, que es a ojos de la sociedad primitiva, a mis ojos una forma de vida respetuosa, consciente y que ayuda a mantener el equilibrio del planeta. Sin embargo, el peligroso coqueteo que estas comunidades van viviendo con el mundo civilizado, como a través del dinero y lo que ello implica, quién sabe si no les irá haciendo cada más débiles ante las suculentas ofertas económicas que reciben para hacerse con sus terrenos. Ofertas económicas que ahora mismo ven como algo innecesario para ellos, pero que espero que en un futuro ese contaminante mundo con el que están empezando a tomar contacto no las convierta para ellos en algo "necesario", el tiempo lo dirá. De momento, tristemente decenas de niños indígenas pidiendo monedas por las calles de Puerto Iguazú en horas escolares ya empiezan a formar parte del paisaje de la localidad. ¿Responsabilidad suya por ir a pedir? Para nada, no olvidemos que son niños con aún poca capacidad de análisis. Responsabilidad de aquellas personas que hacen caso a sus peticiones y les obsequian con algo que hasta hace pocos años nunca habían visto ni necesitado.

Como veis, los alrededores de Puerto Iguazú, lideradas por número y fama por las cataratas, contienen pequeños tesoros que hacen la visita a la zona aún más gratificante de lo que uno en principio puede llegar a imaginar sólo pensando en la atracción acuática estrella. Llegamos a Puerto Iguazú deseando asistir a uno de los espectáculos naturales más bellos e impactantes del planeta, y tras 5 días nos fuímos no sólo con eso, sino además con grandes lecciones de realidad, de introspección y de cuestionarnos asuntos que hasta ese momento nunca nos habíamos planteado, con unas pocas horas en compañía de unos niños cuyos ojos desprendían una luz que parece que se va apagando en los niños de la civilización y con una sensación de unión fantástica con este mundo y su naturaleza.

"Nunca he podido concebir cómo un ser racional podría perseguir la felicidad ejerciendo el poder sobre otros." Thomas Jefferson, autor de la Declaración de Independencias de los EEUU.

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