En fin, que en apenas un día a otro, pasamos de la puntita norte de Argentina, a la zona central, la provincia de Córdoba, de la que sólo habíamos oído hablar maravillas en cuanto a sus paisajes y la tranquilidad de los pueblos situados a los pies de la sierra de Calamuchita en la zona sur de la región. Además, la llegada a esta región suponía la llegada de la segunda celebración cumpleañera de la pareja de caracoles, si la primera fue de Ewelina allá por Mayo, es fácil adivinar a quién le tocaba ahora, ¿no? :-D Bueno, el primer destino en la zona cordobesa era tan desconocido para mi como lo está siendo hasta ahora para vosotros. Ya véis, para una pareja aficionada a las sorpresitas como nosotros, Ewe no podía dejar pasar una ocasión como la de mi 31º cumpleaños. La duda quedó resuelta al llegar a la terminal de bus, (u omnibús en versión argentina), y comprar nada más llegar los billetes para el siguiente destino, Embalse. Sí, me quedé igual que la mayoría de vosotros, no me decía mucho. Durante el viaje hacia el misterioso Embalse, el paisaje me iba dando las primeras pistas. Zona más o menos montañosa, con pinta de tener bastante vegetación en otras épocas, pero en ese momento, pleno invierno argentino, el panorama más bien seco. Madre mía... dónde me está llevando esta chica... :-D A medida que íbamos consumiendo kilómetros el panorama iba mejorando, pasábamos por pueblitos formados por casitas de madera estilo suizo, en los que la vegetación ya empezaba a asomarse.
Hasta que en una carretera que sería la delicia de cualquier motero por sus paisajes y sus curvas, apareció de repente un embalse del que no se veía límites, el cual daba el nombre al pueblito que significaría nuestro primer destino en esta zona.
Laguna de Embalse
Vistas desde el mirador de Embalse
El pueblo de Embalse representa la localidad que mayor electricidad produce en todo Argentina, gracias a las diversas centrales hidroeléctricas que contiene, las cuales sacan gran provecho del mayor lago artificial existente en el país. Ello hizo que la ciudad se desarrollara económicamente, y que hoy en día sea un foco turístico en Argentina, sobre todo en cuanto a deportes acuáticos aprovechando las tranquilas aguas del lago. Como podréis imaginar, para la época que estábamos, poco turismo se veía, ya que la media de 10º durante al día no daban muchas ganas de meterse al agua. ¡Mejor! Todo Embalse para nosotros...jeje. Al llegar al pueblo, tocaba la segunda sorpresa cumpleañera, el alojamiento que Ewe nos había buscado para pasar una fecha tan especial. Quién me iba a decir que una de esas cabañitas estilo David el gnomo que habíamos ido pasando en el viaje en bus hasta Embalse sería nuestro nidito de amor durante los próximos días.
Nuestras cabañita en Embalse
Habitación estilo princesa
Interior de la cabaña
Aún con el subidón de nuestra nueva casita los próximos días, tocaba el siguiente paso del protocolo habitual de llegada a nuevo destino, comenzar a explorar la zona. Pero esta vez, con el aliciente de que me esperaba la sorpresa final de este cumpleaños tan bonito, vivido en un continente diferente. La primera toma de contacto paseando por el bonito pueblo de Embalse fue confirmando los mejores presagios y lo visto desde el bus a la llegada. Un entorno precioso creado a partir del lago artificial, con interminables espacios verdes y pequeños puertos improvisados con los barquitos que servirán de juguete a muchos jubilados y ese niño que llevan dentro, que daban un toque artístico al paisaje.
Vistas de Embalse desde la cabaña de nuestros caseros
Puertecito de Embalse
Dique de Embalse
Y bueno, que supongo que much@s estaréis leyendo todo esto al estilo diagonal sólo por enteraros cuál era la última sorpresita que Ewe había preparado por mi cumple. Pero para ello os tengo que poner en antecedentes sobre mi oscuro pasado...jeje. Aquí el que escribe desde que tenía 6 años ha sido un enamorado del baloncesto, jugando desde los 6 hasta los 24 años siempre en el mismo club del colegio, casi siempre con los mismos compis, que poco a poco se fueron convirtiendo en mi cuadrilla inseparable, y cuando me mudé a Barcelona, apenas aguanté un año sin jugar, y me apunté a un club de Badalona en el que satisfacer el mono baloncestístico. Bien, como imaginaréis, durante el tiempo que hemos estado viajando, muy a mi pesar el tema de jugar a baloncesto ha quedado un poco apartado, nada preocupante a mi parecer. Pero en los último meses, cada vez más habituales sueños nocturnos relacionados con el baloncesto me daban señales de que... ¡echaba mucho de menos el baloncesto! Y ahí la polaquita tenía un muy buen recurso para hacerme un gran regalo. Además, el generoso destino había planificado todo para que justamente en el publito de Embalse, se celebrase durante aquellos días el campeonato sub-19 de baloncesto de selecciones regionales de Argentina. ¿En ese pueblito en medio de la nada se celebraba un campeonato de basquet estatal? ¡Pues sí! Así que allí me veía, entrando al pabellón deportivo, como un niño al que llevan a Eurodisney, con la sonrisa de oreja a oreja, el sonido de zapatillas deportivas sobre el parquet de la cancha, el sonido del balón botando, los gritos de ánimo... ¡Qué recuerdos! Estoy seguro que los que habéis jugado a este deporte sabéis a lo que me refiero... En total, fueron casi 3 partidos seguidos de basquet que disfruté como un enano, e incluso Ewe, que no se puede decir que el baloncesto haya estado presente en su vida, se lo pasó en grande, ¡tanto que ni siguiera le hizo falta utilizar el ebook como recurso en caso de sobredosis baloncestística! jeje
Exteriores del pabellón
El caracol disfrutando de su sorpresita de cumpleaños
Al final pasamos 3 maravillosos días en Embalse, dándonos el capricho de disfrutar de nuestra cabañita privada, empapándonos de la tranquilidad del entorno, viviendo la cercanía y amabilidad de los cordobeses... Y como os comentaba al principio del post, el siguiente destino fue algo improvisado, resultado de una de las ventajas de viajar en bus, que de vez en cuando en el caminos descubres desde el otro lado de la ventanilla un lugar o pueblito que sientes que merece la pena dedicarle unos días. Eso nos pasó mientras viajábamos hacia Embalse al pasar por el pueblo de Villa General Belgrano. Ya durante ese viaje en bus, descubrimos de forma fugaz un pueblito con casa de estilo alemán, suizo... De esas que ves en los dibujos de Heidi. Y ya buscando algo más de información del lugar, vimos que se trataba de una colonia suizo-alemana principalmente, producto de la inmigración, lo cual había dado protagonismo a la arquitectura bávara en la localidad. Y de verdad que al estar en Villa General Belgrano, si no es por el acento argentino que oyes, bien que te podría parecer que has viajado a un pueblecito tirolés. Desde las casitas ya comentadas de estilo bávaro, hasta las tiendas de souvenirs con nombres alemanes, restaurantes donde hay tantas variedades de salchicas y platos acabados en "-wurst" como puedas imaginar, hasta chocolaterías haciendo fama del chocolate suizo. Y como no, la celebración en Octubre de una de las fiestas más famosas del mundo, la Oktoberfest, que en el caso de Villa General Belgrano, supone cada Octubre la visita de más de 100.000 personas sedientas del líquido dorado. A lo que se unen en otras fechas otras celebraciones como la Fiesta de la Masa Vienesa o la Fiesta del Chocolate Alpino. En definitiva, un lugar muy acogedor, muy bonito, muy curioso estar ahí sabiendo que en realidad estás en Argentina, y por supuesto, muy caro ya que con las costumbres y gastronomía europeas, los precios iban de la mano.
Calle principal de Villa General Belgrano
Calle principal de Villa General Belgrano
Detallitos tiroleses en Villa General Belgrano
Entrada a la plaza principal de Villa General Belgrano
Y si ya sólo pasear por el centro del pueblo era toda una delicia para los sentidos, alejarte unas pocas cuadras y buscar la soledad y tranquilidad de la naturaleza hacían la combinación perfecta. Un arroyo que divide el pueblo en la zona más turística con la zona más urbana, completa la magia del lugar con un paseo a lo largo de una alfombra de césped, acompañado por la banda sonora del fluir del agua en el fondo. ¿No os encanta escuchar el sonido del fluir del agua? Yo creo que a la mayoría de gente nos tranquiliza tanto porque inconscientemente nos recuerda ese fluir interno que todos llevamos dentro, nos recuerda que al igual que el río nunca es igual con ese fluir continuo, nosotros a cada segundo somos seres nuevos., ni mejores ni peores, simplemente diferentes de hace un segundo.
Distintas perspectivas del paseo a lo largo del arroyo de Villa General Belgrano
Y ya para ir finalizando el post, simplemente adelantaros en los último días en Villa General Belgrano nos esperaba una nueva sorpresita, esta vez en forma de compañía de la que disfrutaríamos los días siguientes. Una compañía que estoy seguro que a más de uno le causaría sorpresa o incomodidad, pero que en nuestro caso, fue una experiencia enriquecedora, cercana, que dejó en todos nosotros una semilla de madurez, respeto, comprensión y empatía. Pero... ¡tendréis que esperar unos días para saber más detalles en el siguiente post! Tranquilos, os prometo que no serán tantos días de espera como para este post, pero el final del viaje se va acercando, y con ello parece que cuesta un poquito más ponerse a escribir. Quizá sea la sensación de que cada con post que vaya escribiendo, al igual que cada día que va pasando, se acerca más el final de este gran sueño...
¡Un abrazo!
"Vacía tu mente, se amorfo, moldeable, como el agua. Si pones agua en una taza se convierte en la taza. Si pones agua en una botella se convierte en la botella. Si la pones en una tetera se convierte en la tetera. El agua puede fluir o puede golpear. Sé agua amigo mío." Bruce Lee, artista y filósofo.
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