domingo, 21 de septiembre de 2014

Visitamos al Ché en Alta Gracia y el paraíso natural de La Cumbrecita

En la mini-etapa del viaje que protagoniza este post, os encontraréis un poco de todo. Desde un recorrido por la vida del Ché Guevara, hasta la visita a un pueblo encantador en medio de la naturaleza,   o un nuevo destino durante unos días en La Falda, desde la que hicimos excursiones preciosas para ver cascadas.


Pero como siempre, la mejor manera de comenzar es haciendo recordatorio del último post. Nos habíamos quedado en la colonia alemana de Villa General Belgrano, y aprovechando que estábamos bien a gustito ahí, decidimos hacer una excursión de ida y vuelta a la localidad de Alta Gracia. Se trata de una ciudad que durante la época colonial sirvió como estancia jesuítica, lo que en la actualidad se aprovecha como reclamo turística gracias al Museo Nacional de Estancia Jesuítica, el cual no tuvimos el placer de visitar ya que los Lunes está cerrado, (sobra decir qué día era el que elegimos para ir a Alta Gracia...) Precisamente esta faceta turística ha supuesto para Alta Gracia su principal fuente de ingresos desde hace ya varias décadas, debido sobre todo a su buen clima prácticamente durante todo el año y a su aire fácil de respirar. ¿Eing? ¿Aire fácil de respirar? Bueno, digamos que de alguna manera tenía que crear un enlace entre lo que estaba contando y nuestro motivo para visitar Alta Gracia, la visita a la Casa Museo del Che Guevara. Porque precisamente el aire fue la principal razón por la que la familia del entonces Ernesto Guevara (Ernestín para diferenciarlo de su padre), decidió mudarse a esta localidad. El tema es que Ernestín padeció de asma desde bien pequeño, y los clima húmedos de Misiones y Buenos Aires, donde la familia fue alternando su vivienda durante la infancia de Ernestín, no es que le sentasen demasiado bien. Así que finalmente cuando Ernestín enía 4 años se trasladaron a Alta Gracia, donde el aire resultaba más seco y más adecuado para los bronquios del niño, y donde la familia vivió hasta que Ernestín tenía 15 años.

Entrada a la Casa Museo del Che en Alta Gracia

Ernesto Guevara, ya desde pequeño mostró gran interés por la lectura, la filosofía y el ajedrez, seguro todas estas facetas le fueron marcando el camino del pequeño revolucionario que se iba formando en su interior. Pero lo que más influyó en Ernesto a la hora de desarrollar esa actitud de revolución ante las desigualdades existentes en su querida América, fueron los viajes que desde jovencillo se pegó a lo largo y ancho del continente. Primero a los 21 años a bordo de una bici con un pequeño motor acoplado, con la que recorrió más de 4000 kilómetros argentinos en los que empezó a observar las diferencias sociales que existían en el país.

Habitación de Ernestín 

 Foto del que por entonces aún era Ernestín

Su segundo viaje fue a los 23 años, junto con su amigo Alberto Granado a bordo de "La poderosa II", una motod de 500 cc, con la que recorrieron la Patagonia argentina, Chile, Perú, y ya sin moto, navegaron por el Amazona para finalmente llegar a Venezuela. Para los que no la hayáis visto aún, os recomiendo encarecidamente que veáis la película "Diarios de una motocicleta", película basada en este segundo viaje del Che. Tras volver a Argentina para finalizar sus estudios de Medicina, Ernesto realiza su tercer y último viaje "tranquilo", junto con su amigo "Calica" Ferrer, Ernesto llegó hasta Guatemala, donde conoció a su futura esposa, al cubano Ñico López, el cual le apodó "Che". Ya durante este tercer viaje fue entrando en contacto con miembros de diferentes movimientos revolucionarios, hasta que en México conoce a Fidel Castro, y se une a él como médico en su futura expedición guerrillera para eliminar de Cuba el gobierno de Batista.

Réplica de "La Poderosa II", con la que Ernesto hizo su segundo viaje 

Foto histórica de Ernesto y Alberto en la balsa con la que navegaron por el Amazonas

Con la victoria del ejército guerrillero de Castro por hacerse con el poder en Cuba, quedaron patentes las habilidades estratégicas, filosóficas y revolucionarias del Che, lo que le valieron una profunda amistad con Fidel Castro, consiguiendo la nacionalidad cubana, y ejerciendo diferentes cargos públicos. Pero Ernestín, que había sido y nunca dejo de ser un culo inquieto, sentía que su lugar estaba en el campo de batalla, por lo que a los 37 años decidió viajar al Congo durante 7 meses para colaborar con la guerrilla local en los movimientos de liberación utilizando su experiencia en Cuba. Pero la falta de organización e indisciplina de los guerrilleros hicieron que el movimiento liberal no tuviese mucho éxito, provocando finalmente el regreso del Che a Cuba. Pero pocos meses después, volvió de nuevo a la acción y se infiltró en Bolivia para dirigir la revolución en el país contra las fuerzas militares bolivianas, las cuales consiguieron atrapar al Che y ejecutarle.

El Che durante su estancia en el Congo

Foto de Fidel Castro y el Che, disfrazado para su incursión en Bolivia

En definitiv, existen tantas opiniones acerca del Che casi como kilómetros recorrió. No se puede negar que fue una persona con unos ideales en favor de los más débiles, en favor de la libertad del pueblo oprimido, en favor de la igualdad de la sociedad. Sus métodos pueden ser más o menos discutibles, pero su principal aporte a este loco mundo, más que los tiros o las banderas con su cara, son sus declaraciones de justicia, igualdad, ética, coherencia y dignidad. Está claro que es más fácil hablar que ejecutar, pero su pensamiento ha servido como inspiración a miles de personas para defender sus principios, eso sí, espero que con métodos más pacíficos que en aquella época revolucionaria.

Ewe con su nuevo amigo revolucionario

Si alguno os acercáis a Alta Gracia, no os perdáis un par de horas sumergidos en la vida y pensamiento de este gran personaje visitando su casa de la infancia. Es un museo con muchísima documentación, muy bien organizado, en el que seguro que se os contagia cierto espíritu revolucionario. Pero por favor, que toda revolución empiece primero por uno mismo, no se puede arreglar nada fuera mientras no consigamos el equilibrio por dentro.

Tras la visita al museo, hacer un nuevo amigo canino y recuperar energías en una deliciosa cafetería de la ciudad, pusimos rumbo de nuevo a nuestro alojamiento en Villa General Belgrano, donde nos esperaba el 3º caracol temporal durante los próximos días, Sebastian. Desde un punto de vista morboso, el ex-novio argentino de Ewe de hace 10 años, desde un punto de vista real y provechoso, una persona que durante los siguientes días supuso maravillosas conversaciones sobre la madurez, el sentido de la vida, la sinceridad con uno mismo, con los demás, y lo bonita que podemos lograr que sea la vida siendo fieles a nuestro más profundo interior.

En nuestro último día en Villa General Belgrano, aprovechamos para visitar con Sebastian una de las joyas de la región, el delicioso pueblecito de La Cumbrecita, en pleno Valle de Calamuchita. Es un pequeño pueblo de orígen alemán, lo que se nota en la mayoría de sus casitas. Al estar ubicado en lo alto de un cerro, la naturaleza es la protagonista del entorno, eso y la paz y sentimiento acogedor que transmite pasear por sus calles peatonales adoquinadas.

Reloj de cuco en La Cumbrecita 

Calle peatonal de La Cumbrecita

Aprovechamos para hacer una excursioncilla de un par de horas en la que pudimos pasear entre árboles que han presenciado el desarrollo del lugar, sentarnos a meditar ayudados por el sonido de una cascada, y dar rienda suelta a la imaginación con las casitas de veraneo que nos íbamos encontrado por el camino, cada una con su huequito en medio de la montaña.

Sebastian y el caracol disfrutando de la excursión 

 Alfombra a base de raíces

Los caracoles en la cascada en las cercanías de La Cumbrecita 

 Los caracoles disfrutando de la conexión con el entorno

Fue una pena justo olvidarnos las cámaras en la excursión a uno de los lugares más especiales, acogedores y bonitos que hemos visto durante todos estos 10 meses de viaje. Menos mal que el amigo Sebi había llegado a tiempo para que pudiéseis ser testigos de nuestra visita con su cámara del móvil. Así que...¡muchas gracias Sebi por las fotos! :-D

Tras quedarnos completamente hechizados por el encanto de la ya inolvidable Cumbrecita, tocaba realizar nueva mudanza, desde la zona sur de la región de Córdoba hacia la zona norte, donde nos habían comentado que para amantes de la naturaleza como nosotros era una parada obligada. Teníamos varios lugares recomendados en los que hacer base, y como contábamos durante unos días con el lujo de un vehículo propio gracias a Sebstian, pudimos ir pasando por varios hasta decidir dónde quedarnos. ¡Qué gusto es viajar en coche propio, sin destino fijo, dando rienda suelta a la improvisación! Pero mejor no acostumbrarnos demasiado...jeje. Finalmente decidimos por alojarnos en la localidad de La Falda, a unos 80 km al norte de la ciudad de Córdoba. Durante los siguientes 4 días sería el punto base desde el que visitaríamos una pueblecito lleno de misticismo y haríamos excursiones a una familia de cascadas. Pero para no saturaros con tanto viajecito, mejor lo dejamos para el próximo post, ¡que lo bueno si es en pequeñas raciones se disfruta más! :-D

¡Un abrazo!

"Seamos realistas y hagamos lo imposible". "Podrán morir las personas, pero jamás sus ideas". Ernesto "Che" Guevara, revolucionario argentino-cubano.

2 comentarios:

  1. No conocía ni tu blog ni esta zona del globo; ahora ya conozco a los 2. Me ha hecho gracia ver la réplica de La Poderosa. Muy curioso.
    Un saludo!

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    1. Salutacions Jordi! Cada día es perfecto para conocer nuevos lugares, ya sea físicamente, a través de una foto, un blog... Me alegro que hayas viajado con nosotros durante unos minutos! jeje. Deuu!

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